Capítulo 27

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Me encontraba de camino hacia la Cofradía con mi plan bajo la manga, lista para que todos los Orates se enteraran de la verdad.

Harry me había enviado un mensaje diciendo que tenía que hablarme de algo y tampoco respondí a su mensaje pero tenía claro que nos encontraríamos en la Cofradía de todas formas.

Llegando al lugar, pensé en que buscar a mi padre sería absurdo cuando él había estado todo este tiempo vivo y no le he importado en lo absoluto, sería ingrato que me arriesgara a ser asesinada por el Jefe de la Cofradía por ir en busca de mi padre, cuando en realidad el me había engañado haciéndome creer que murió después de aquella tragedia que cometí, ni siquiera se había molestado en buscarme a sabiendas de que me quedaría sola por el resto de mi vida.

La rabia que sentía por aquello me calcomía todo mi interior, porque no entendía cuál fue la razón de hacerme creer que lo maté cuando no fue así.

Entré por el portal con toda rabia en mi interior y una vez más sentí temor de éste, pero no le di muchas largas al asunto...

La madrugada se sentía sombría, todo el cielo estaba impregnado de una negrura aterradora como si iba a caer toneladas de agua y el viento resoplaba y acariciaba mi piel como si no tuviera ánimo para ello.

Avancé y entré a la Cofradía, y podía jurar que todo estaba siendo diferente porque ni los seguridades que se habían acostumbrado a saludarme con amabilidad, esta vez ni me dedicaron una mirada, solo me abrieron el paso al interior del lugar.

Una vez allí, no traté de buscar a nadie, simplemente avancé por el ascensor hacia el tercer piso y tuve que esconderme y esquivar personas para que no sospecharan lo que iba hacer.

Tardé varios minutos detrás de una pared esperando que un superior terminara de hablar y se retirara del lugar. Cuando se perdió en la estancia, entonces me dirigí hacia mi objetivo: la oficina del Jefe.

Mi plan era el siguiente:

Realicé una grabación de voz donde restaltaba los puntos más importantes de lo que decía el libro de los Orates, especifiqué que en la biblioteca privada tenían un único libro que hablaba del origen de la especie y todo lo relacionado. Lo pasé a una memoria USB para colgarla en las instalaciones de la oficina del Jefe y resonara en toda la Cofradía. Para cuándo esto suceda, yo estaré yéndome a mi casa a recoger mis cosas ya empacadas para irme del país. No antes de hablar con Harry y proponerle que se fuera conmigo.

Traté de abrir la puerta de la oficina pero no podía, al parecer estaba cerrada con seguro, así que como andaba preparada, saqué de mi bolso un cuchillo para intentar abrirla.

Intenté abrirla como si el cuchillo era la llave de la puerta, como una vez papá me había enseñado que ese método era efectivo. Miraba hacia atrás para asegurarme de que no viniera nadie y continuar con mi operación.

La puerta no tardó en abrirse así que supe que la suerte estaba de mi lado.

Entré y fue como entrar en un lugar conocido, en un lugar al que había visitado antes... Por suerte las luces estaban encendidas así que no perdí el tiempo, procedí a buscar la computadora del Jefe para allí conectar la memoria USB.

La oficina era enorme, había mucho espacio y demás puertas en el lugar, me pregunté qué habría detrás de ellas, pero no me asomaría ni siquiera un poquito... En la estancia en la que me encontraba solo estaba el escrito y todo lo relacionado a ello, encendí el computador y lo tecleé, no obstante, el ordenador tenía clave.

—Maldición—, desgañité en voz alta, mirando hacia la puerta de entrada.

Entonces pensé que detrás de una de las puertas podría encontrar algo que me ayudara a deducir la clave de la computadora, pero no obstante, pensé en el patrón que tenía la biblioteca para poder entrar, así que probé con ella.

Era estúpido, lo sabía, pero no me constaba nada intentarlo.

Así que mis ojos se abrieron de par en par, ¡el ordenador se había desbloqueado! ¡Era esa la clave!

Agradecí mi intelecto e inteligente.

Rápidamente conecté la memoria USB y realicé el proceso, una vez más miré hacía aquellas puertas y sentí muchísima curiosidad, así que, antes de dar el último toque para que toda la Cofradía se enterara de la verdad, decidí echar un vistazo allí adentro porque ¿qué más daba? Me iría de aquí para jamás volver, era mi único momento...

Me alejé del ordenador y me acerqué a la primera puerta que estaba allí, asomé mi mano a la perilla de ésta y la giré despacio, como quien se va a encontrar con algo espantoso allí dentro. La estancia estaba un poco oscura pero con los destellos de luz que entraban podía ver con claridad.

Allí habían multitudes de sacos con no sé qué adentro, por mi cabeza pasaron una seción de cosas que podrían ser, pero no deduje con exactitud. Me adentré en el lugar y saqué mi chuchillo, así que abrí un orificio en uno de los sacos y de inmediato supe de qué se trataba; cocaína.

Salí de allí muy deprisa y cerré aquella puerta de un tirón.

—El Jefe también era narcotraficante—, pronucié en voz baja.

Solté un suspiro fuerte.

Me acerqué a la próxima puerta y me lo pensé un segundo en si entrar o no, y una parte de mí decía que entrara porque no importaba echar un vistazo, pero la otra parte de mí repetía constantemente “NO, NO LO HAGAS, PIERDES EL TIEMPO”.

Pero la curiosidad mató a la rata.

Entré y fue como si mi vida se terminara allí, toda mi sangre se agolpó en mis pies de golpe y las células de mi cuerpo dejaron de funcionar. Inmediatamente sentí cómo mi frente se impregnaba de sudor de un momento a otro y sentí pavor. No podía creer lo que mis ojos estaban viendo en ese instante y mi corazón subía y baja con pesadamente.

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