Prólogo - Descendit

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Tiempo atrás, cuando las manos de Dios aún moldeaban el mundo, los angeles convivían en paz. Se dedicaban a unas pocas tareas al día y esperaban ansiosos a que el señor les indicara el fin de su obra maestra.

No había mucho trabajo que hacer, solo esperar a que el señor acabe para poder comenzar a observar lo que había hecho.


Animales, plantas, insectos... Todo aquello que comenzó a darle vida al mundo, a aquel aún inconcluso paraíso.


Cuando todo terminó, Dios creó a un ser a su imagen y semejanza, al Hombre.

El hombre era como un ángel en su simpleza. Un ángel pero sin alas.


Aquel ser no podía volar, no era un ser divino. Se dedicaba a respetar los mandados del todopoderoso como todos los demás.


Todo tenía su orden. Todo era perfecto.

Un día pecó al igual que su acompañante, la cual no se resistió a la tentación a lo prohibido, provocando con ello el pecado, la muerte, la enfermedad.


Fueron desterrados del paraíso.
Aquel paraíso que se había creado para ellos.


Y tiempo después un ángel también pecó y se llevó ángeles consigo.

Sus seguidores.


Los primeros ángeles recuerdan a Lucifer, el favorito de dios, aquel que respetaba todo aquello que él mandaba y decía al pie de la letra.

Unos dicen que su destierro fue una pelea brutal. Que había pecado, que la soberbia lo había llevado a la oscuridad y que así lo expulsó del cielo. Que se convirtió en un ángel caído. En el rey de las tinieblas.

Que su rebeldía fue la causante de todo aquello que provocó el pecado.


Otros dicen que fue un acuerdo, algo pedido por el mismo señor. Que aquel lucero tomó el rol de abarcar aquellas tareas desagradables, aquel que acoge a aquellas almas que no podían ascender después de acabada su vida.

A aquellos que habían pecado para castigarlos.


... De todos modos él está allí y se encarga de el inframundo junto con algunos súbditos.


Nadie sabe realmente lo que sucedió.

Es un hecho del que solo él y Dios conocen la verdad, y está bien de esa forma.


Un orden perfecto, casi como una danza ensayada a lo largo de milenios, dónde todo se mantiene en armonía.


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Isaías 14: 12-15

"¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.


Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.

Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo."

- M.

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⏰ Última actualización: Nov 16, 2023 ⏰

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