¿Entró ahora o espero unos minutos? – me cuestione –
¿Y si entró y no hay nadie? ¿Y si después llegó tarde? ¿Y si cuando entró ya todos están allí y entonces me convierto en la chica que irrumpe en el medio de la clase...?
Espero...
¡No! mejor avanzo y entro.
Tenía que dejar de pensar, odiaba cuando esto me pasaba.
Se supone que debía estar emocionada porque finalmente había llegado el primer día, pero ahora que estaba a unos metros del aula en donde se impartiría mi primera clase me había quedado paralizada.
Todos esos cuestionamientos eran a causa de mis nervios, provocados por esa sensación de tener que ser la chica nueva en el primer día de universidad, los cuales me hacían sentir cosas extrañas en el estómago y también provocaban que me sudaran las manos.
Estaba tan nerviosa que no sabía si debía entrar ya o después, aunque la clase no empezaba hasta las 8:30 a.m., y yo me había empeñado en llegar media hora antes, porque quería ser puntual, hasta que llegó el momento en el que de verdad debía enfrentarme a la realidad.
Ya llevaba casi quince minutos parada sin moverme.
Así que aceptándolo de una vez por todas, soltando un suspiro, empecé a avanzar al tiempo que mi teléfono comenzó a sonar dentro de mi bolso, lo saque y me di cuenta de que era Adam.
– ¿Hola? – respondí con mi voz apenas audible.
– ¿Claire?, ¿Estás... bien? – resonó la voz de el del otro lado de la línea. Carraspeé un poco y asentí como una idiota dándome cuenta de que él no me veía, así que volví a hablarle.
– Sí, estoy bien – le dije con mi voz un poco más audible.
– Déjame adivinar, estas nerviosa – me mordí en labio inferior – ¿Ya estás en clase?
– Apenas me estoy dirigiendo a ella – le dije mientras avanzaba finalmente por el pasillo – ¿Me creerías si te dijera que con todo y que he llegado media hora antes me he quedado petrificada sin saber si debo entrar ya o no? – el soltó una carcajada detrás del teléfono.
– Me encantaría estar allí para llevarte de la mano hasta dentro del salón.
– A mí también me encantaría.
– Sin embargo, lo único que puedo hacer ahora es desearte suerte en tu primer día – explicó él y mi corazón se desinfló, porque una parte de mi deseaba que él estuviera conmigo.
– Gracias – contesté, y aunque yo no era feliz con el viviendo en otra ciudad estaba contenta de haber podido escuchar su voz antes de mi primera clase.
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Esa Bonita Pesadilla (Editando)
Teen FictionCuando Claire obtuvo la beca para estudiar en la Universidad de Toronto, se puso muy contenta cómo era de esperar y sus padres y familia no dudaron en recordarle lo orgullosos que estaban de ella, lo mismo sucedió cuando se lo contó a su novio, quie...