Prólogo.

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Es curioso como puedes desear tener algo tan profundamente que el destino se encarga de dártelo sin chistar. Es como si el universo se cansara de escuchar largas y tontas súplicas y simplemente lo lanzara para hacerte callar. Era fascinante.

Louis, desde que tuvo uso de la razón siempre anheló tener un compañero, alguien con quien charlar sobre cualquier cosa sin que fuera incómodo o aburrido, alguien con quien arroparse mientras proyectaban películas cursis y empalagosas llenas de drama y besos pegajosos; alguien con quien pasear de la mano por las calles mientras señalaban cualquier cosa radiante que les haya fascinado. Cosas románticas.

Cosas que, por supuesto, Louis no había conocido.

No lo malinterpreten, claro que había conocido aquel sentimiento, por ejemplo, amaba la manera en la que los alfas cerraban su boca una vez que él pronunciaba las palabras: "¿No entendiste? No estoy interesado."

Amaba la manera en la que los alfas se marchaban con pasos pesados y ojos furiosos por ser rechazados.

El problema con los Alfas ahora era que ya nada podían hacer para impresionarlo o tomar una reacción amorosa o positiva de él; rosas, colonias caras, feromonas fuertes, sonrisas coquetas, palabras dulces, ya nada parecía funcionar para encontrar deseo o anhelo ciego en un alfa. Pareciese como si cualquier alfa que se le acercara tuviera un letrero enorme de "Soy un completo imbécil, no caigas" con letras rojas sangre escritas en su frente.

Louis aún no podía entender qué había salido mal en su vida para que cayera tan fuerte de su nube rosa en donde aún creía que encontraría a alguien perfecto para él. A decir verdad, él si recordaba bien lo que había sucedido, pero simplemente aún no podía entenderlo con claridad.

No entendía por qué Julian lo abandonó sin razón aparente, no entendía por qué Michael se había acostado con quien había jurado era sólo una amiga, no entendía por qué Alexander discutió y golpeó su mejilla sólo porque saludó a su amigo con un abrazo; no entendía por qué Cory no llamó más y no entendía por qué Theo de un momento a otro decidió ser heterosexual y abandonarlo por "una verdadera mujer".

Él ni siquiera era una mujer.

No entendía nada, simplemente no lo hacía.

Quizás el destino se había hartado de su tonto anhelo y quejas cuando necesitaba un abrazo y sólo le obsequió desgracias, lágrimas y corazones rotos para vengarse.

Quizás no había sido un buen Omega, quizás ni siquiera lo sea ahora. Ese pensamiento lo había atacado una y otra vez en aquellas noches cuando lloraba y moqueaba entre sollozos su almohada. Quizás él no era suficiente.

El destello de lo que una vez fue aún estaba ahí, en lo más profundo de él, a salvo.

No iba a mentir, algunas veces aún dolía el no tener a alguien a su lado, también en algunos momentos del día sus pensamientos divagaban tanto que se perdían en la inseguridad y en la tristeza que sus ex-amantes habían dejado en él.

Después de todo aquello, se prometió a si mismo no volver a dejar que alguien lo lastimara de esa manera. No confiaría ciegamente en alguien sólo porque tiene, o tenía, la esperanza de conseguir a su alma gemela en un Alfa. Dejarle su corazón a alguien era algo tonto y peligroso, era estúpido y ciego.

Louis no deseaba, ni necesitaba a un alfa, ya no más.

Y entonces obtuvo tres.






"En medio de la noche, cuando los lobos salen, ellos se dirigen directo a tu corazón como una bala en la oscuridad." - Wolves.





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Like a bullet in the dark (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora