Capítulo 31

125 8 6
                                    

Todos estaban preparándose para partir.
Todos se dirigían a las ruinas del sur, a lo poco que quedaba de aquellas aldeas.

Los lideres habían reunido a sus hombres, cada uno contaba con ordenes y coordenadas con las que actuarían para hacer que Muji saliera del palacio y así, los lideres acabarán con él y su golpe de estado.

Una parte saldría de Nitta, el resto, se reunirán con ellos en los alrededores.

La emperatriz, junto a sus hijas, se encontraban en el centro de todos, dándoles la despedida y deseándoles suerte, porque este sea el último ataque que harían, para culminar con esta guerra.
Por otro lado, Yoana no dejaba de buscar entre la gente aquel chico que una vez la salvo. A pesar de la distancia que tenían, las miradas entre ellos nunca cedieron. Y ahora, sentía la necesidad de verlo, antes de irse.

Lo había encontrado, justo detrás de quien era su abuelo. Osamu apenas y cubría la mitad de su cuerpo del joven, pero eso no evitaba que pudiera verle a los ojos. Él, por otro lado, había hecho lo mismo, en ningún momento había dejado de verle. Le había encantado la forma en la que ella se había arreglado. Aquellos tonos verdes y amarillos le hacían resaltar sin duda.

A lo lejos, bien pasaba lo mismo con su hermano, Garu no había dejado de mirar a Pucca, y de la misma manera ella no podía dejar de hacerlo. Temía porque está vez, fuera la última vez que lo mirara. No creía ser capaz de soportarlo otra vez. Rogaba en su interior porque volviera por ella y fuera él quien le dijera que ya todo había acabado.

Una vez que Sia terminó de hablar, todos caminaron a la entrada de la aldea, una vez se dio la orden, todos corrieron entre los árboles hasta tener que perderse en ellos.

Los aldeanos solo aguardaron en la aldea. Los pocos ninjas que se quedaron para proteger a la aldea, fueron los que se encargaron de cerrar las puertas.

Sia: bien, ahora. [Mira a sus hijas] Háblenme de ellos. [Dijo adentrándose a la casa principal]

Una vez entraron a la casa del patriarca, Sia tomó asiento frente a sus hijas en uno de los sillones del lugar, para poder escucharlas mejor a lo que tenían que decirle.
Resaltaron cada detalle, que tenían acerca de la ley; desde el tipo de trato que reciben entre la gente, hasta el punto en que puede anularse.

Sia: Ahora no puedo hacer mucho. [Las mira] Solo hay que esperar que todo esto acabe, y haré todo lo posible.

La mirada de sus hijas no tenía brillo, estaban ansiosas porque esto se solucionará.
Podía jurar que algo había entre ellas, y aquellos muchachos, solo debía esperar el momento en el que lo dijeran.

/En el bosque/

Todos corrían entre los árboles, ninguno se dignaba a detenerse.
Hacia poco que un grupo se había separado del resto, para poder ubicarse en su posición.

El plan, era dividir a cada clan en cada uno de los puntos más fuertes de los samuráis. Según los informantes, los samuráis se encontraban en el sur, tratando de hacer un sendero que conectara con su aldea, tal como una vez dijo Dada.
Además, de que no existía señal alguna de un ataque a las aldeas vecinas.

El plan se dividía en dos fases; la primera era un ataque a Toki, el primer grupo que una vez se dividió, atacaría a la aldea. Al ser tomada recientemente por los samuráis, recién comenzaba a ser tomada como una cede, por ello había muy pocos hombres en esa zona. Una vez que se tomara, se dirigían a lo que quedaba de Takeda, ya que no existía mucha distancia entre ambas aldeas, el primer grupo se reuniría con el resto.

Lo que querían lograr, era hacer que Muji saliera del palacio, así, todos podrían rodearlo, y los patriarcas podrían matarlo, y la manera más fácil, era haciéndole ver que sus tropas estaban cayendo.

No Importa Que... [Garucca] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora