| Capítulo 1 |

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3 de Mayo de 2022

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3 de Mayo de 2022
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Una extraña música interrumpió mi sueño, ruidosa y escandalosa, proveniente de fuera. La calle.
Como de costumbre, las ventanas de mi cuarto estaban abiertas de par en par, y solamente se impedía la entrada a través de estas por una fina mosquitera que protegía mi fina y sensible piel de los mosquitos sedientos de sangre.

Me levanté aturdida y pensando en quién podría ser el causante de esa música tan molesta, preguntándome desde cuando era aquello normal si, en el que vivía, siempre había sido un barrio tranquilo en las afueras de Daegu.

Miré la hora en mi móvil, que estaba sobre el escritorio cargando para poder llevármelo el día siguiente a la preparatoria. Eran las tres de la mañana y eso hizo que mi humor bajara repentinamente. Eran tan tarde, y algunos idiotas estaban poniendo música estruendosa a tal volumen que ni siquiera se podía distinguir qué canción era, por la saturación de los altavoces que se apreciaba desde la lejanía.

Cerré los ojos por inercia al encender la luz, y cuando me fui acostumbrando empecé a caminar hacia la puerta. Iba en pijama, es decir; llevaba tan solo una camiseta ancha que cubría el resto de mi cuerpo semidesnudo, salvo por la ropa interior. Eso hizo que, al salir, me diera un poco de frío, sobre todo cuando mis pies descalzos tocaron el suelo gélido, y sin alfombra, del pasillo principal del piso de arriba.

Fui hasta el cuarto de mi hermano, y di varios toques suaves en su puerta por si estaba durmiendo milagrosamente, pero era imposible con ese ruido siendo el protagonista principal de la noche. Por eso, no tardó en abrir, mirándome con la misma cara de mal humor que probablemente tenía yo.

—¿Sabes quién está poniendo esa música? —arqueé una ceja. Sabía que él no era, pues a pesar de escucharse fuerte, también se oía lo suficientemente lejos, y Seongmin nunca hacía esas cosas.
—No tengo ni idea. —frunció el ceño y volvió a mirar hacia el interior de su habitación—. Pero yo mañana tengo preparatoria, así que haré lo que sea por dormir.
—Ya, yo también tengo. —me crucé de brazos—. Intentaré averiguar qué pasa para pedirle a quien sea que pare. Buenas noches, otra vez.

Mi hermano, tan solo un poco más alto que yo, me dio un beso en la mejilla y sonrió como pudo dentro de toda aquella frustración que podía sentir perfectamente.
Seongmin entró a su habitación de nuevo, acomodándose el pelo negro y desaliñado mientras cerraba la puerta tras de sí.
Era sorprendente la tranquilidad con la que se lo tomó a pesar de sus cambios de humor, pero su personalidad le impedía preocuparse por esas cosas. Además, estaba bastante más agobiado con las clases.

Pero yo era distinta. Yo no me iba a quedar callada, y mi intención era reprocharle a los dueños de la fiesta su música alta a horas impensables, a pesar de estar en mi último año y deber llevar un agobio y preocupación mayores que los de Seongmin.

Me giré y vi a mi madre salir de su cuarto, que estaba delante del de Seongmin y junto al mío.

—¿Escuchas eso? —interrogó con cara de pocos amigos, arqueando ambas cejas de una forma un tanto graciosa.

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