VEINTIDOS

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EMILIO

Los ojos de Daniel se abrieron con sorpresa cuando nos vio a Joaquín y a mí caminando hacia ellos, juntos. Se encontraba de pie delante de Eduardo con sus protectores brazos envueltos a su alrededor. Alejé mi atención de él y dejé de tratar de leer sus expresiones faciales. Eso era algo que tenía que dejar de hacer. La cabeza de Eduardo se volvió para ver qué miraba Daniel, y arqueó las cejas y sacudió la cabeza una vez antes de volver a ver el escenario.

—Vine con Andrés —dijo Joaquín a mi lado.

—Lo sé. —Pero eso no significaba que me gustase.

Su mano agarró la mía y la apretó antes de soltarla rápidamente y caminar hacia Andrés, quien finalmente notó que había regresado. Su gesto de preocupación pasó de él a mí, y la molesta mirada que me lanzó no me pasó desapercibida. No le gustó que volviera conmigo. No podía culparlo. Odiaba ver el rostro enrojecido por el llanto de Andrés. Lo acompañé hasta el cuarto de baño después de que recuperara su mochila del coche. Había entrado para ocultar una buena dosis de adorables pecas.

No lo seguí. Esta era la cita de Andrés. La única. Porque él era mi amigo y realmente necesitaba distanciarme un poco de Joaquín después de la conversación que tuvimos en el coche, pasaría el resto de la noche hablando con Diego y disfrutando de la música.

Diego me observó mientras me abría camino a su lado. Antes de que pudiera abrir la boca y decir veinte preguntas que no eran de su incumbencia, le informé:

—¿No quiero hablar de ello?

Cerró la boca y me lanzó una mala mirada antes de centrar su atención en lo que Andrés le decía a Joaquín . No me permití ni siquiera mirar hacia ellos.

2.- YO SOY TUYO (EMILIACO) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora