(La caída)

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I tried hard not to fake it
But I fumbled it when I came down through the wire

—HAIM

***

La vista podría hacer que cualquier corazón sintiera la libertad ansiada, podría. Hemult pensó que la nieve siempre estaría condenada a desaparecer, quizás no hoy, ni en diez años pero un día el sol la alcanzaría y sería solo humo sobre un cielo de verano.

Los picos de Siberia parecían querer demostrar lo contrario.

Y bajo el manto de hielo, los horrores acechaban con mascaras oscuras y estrellas caídas. Bocas que Hydra cultivó con esmero, germinando las semillas de un futuro moldeado a su antojo. Fue bastante dramático, en su opinión.

James, por otra parte, tuvo la practicidad de lucir como un atardecer sombrío.

—Supongo que corriste en la dirección correcta, Soldado.

—No deberías estar aquí.

Todavía llevaba un marcado acento ruso, como si su lengua materna hubiera sido siempre un hibrido de combinaciones que no podía dejar de repetir. El cabello, demasiado largo para comparar con su fotografía de enrolamiento, se agitó en un remolino de copos. No había armas a la vista, ni refuerzos ocultos.

—Hice una promesa, James.

Helmut no retrocedió ante el avance de las botas oscuras. Tampoco cuando un leve brillo indicó que el brazo infame de Hydra, seguía en ese cuerpo dispuesto a acabar con su plan. Había sido un hombre paciente y el Soldado del Invierno debería temerle por eso. Aunque las variables que trazaban a James Barnes, jamás habían resultado concluyentes.

Quizás ambos eran más peligrosos de lo que imaginaron.

—No puedo permitir que llegues más lejos, no ahora —Incluso a corta distancia, con un brazo peligroso de por medio, su tono seguía siendo contenido y controlado —Tienes que detenerte, ahora. No me obligues a hacerlo.

Hubo otra corriente, Helmut dejó escapar una sonrisa pequeña.

—Tienes los ojos más azules que he visto, liebling.

Y ante la palabra, James Barnes pareció erizarse con terror. Su controlada máscara en blanco rompiéndose para mostrar al hombre atormentado detrás, un lio de sombras y mares azules que reflejaba su dolor.

—Basta- Sólo, detente Zemo. Por favor.

Helmut Zemo, retrocedió entonces.

Un simple paso que crujió en la nieve, acercándolo de nuevo a la puerta secreta de la que trataba de sacar los códigos.

—Tengo deudas. Promesas y eso no es negociable, no importa que tanto lo supliques. —El acero de su formación relució, observando con firmeza más allá de la chaqueta oscura de James — Ninguno merece este mundo, James. No ellos, no mañana ni ahora.

—Tienes tanta sangre en tus manos como todos, no te pongas por encima.

Y la vista de una sonrisa torcida, hizo que Helmut volviera a concentrarse en el rostro del soldado. Su barba incipiente tampoco coincidía con un viejo sargento en sepia. La revelación no hizo más que retorcer el fuego bajo su garganta.

—Esto no será más que un despertar. Nada que no haya pasado ya — Zemo acortó la distancia, sintiendo la respiración de James a una pulgada — Es el final de la línea, querido. Ya podemos descansar.

James tomó su cuello con la mano enguantada, el calor humano filtrándose incluso a través de los destellos de blanco. Labios entreabiertos, captando el aire a su alrededor. Helmut sintió que sus rodillas temblaron ante la presencia contundente, el poder que pendía de la fuerza en su piel y las pestañas largas con ojos tristes. Sería tan simple que todo acabara, libertad de promesas, justicia para los muertos.

Sin embargo, James no lo hizo.

Lo besó.

Y fue el invierno crudo en su boca, la humedad oculta y dientes desesperados.

—Aún no, cariño. No todavía —Susurró sobre Helmut, antes de volver a besarlo con un profundo dolor en su pecho.

Zemo dejó que al cerrar los ojos, el deseo se acumulara en su vientre y el cruel golpe en su corazón lo hundiera. Lo atrapara en medio de una tormenta eterna. Porque las historias de fantasmas eran verídicas, tan malditas como su condena.

Y el temible Barón Zemo supo que no habría fuerza en el universo capaz de alejarlo de nuevo.

—Entonces juntos, моя любовь. Juntos, por favor.

James sonrió sobre su boca.

La vista podría hacer que cualquier corazón sintiera la libertad ansiada, podría. Ambos lo supieron mejor.

La venganza era una mejor visión.

***

*liebling, cariño en alemán.
*моя любовь, amor mío en ruso. Si google no me ha traicionado.

Tengo esta idea, que quizas siga quien sabe, sobre Zemo y Buck cruzándose antes. Y la versión oscura del soldado que quiere venganza por todo ;)

Este pequeño OS se publicó primero en Ao3, como regalo del cumpleaños 43º al maravilloso y brillante Daniel Brühl ♥ 

Gracias por leer <3

Escarcha RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora