IX | Mentiras y verdades a medias

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Capítulo dedicado a laperla12 porque me tiene pendiente de Instagram, Twitter y Wattpad cada vez que actualizo. Adoro muchísimo tus reacciones y siempre estoy esperando a que leas el capítulo para saber qué te ha parecido jiji 🧡

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Mentiras y verdades a medias

Esa marca era exactamente la misma que ella tenía grabada en su piel.

Había transcurrido todo el camino examinando su muñeca izquierda, no entendía porqué la llama en su piel se veía con menos nitidez que la de Alkaid.

Estaba tan enfocada en ese detalle que ni siquiera se dio cuenta de que había llegado a su casa. Al abrir la puerta y entrar se encontró a su padre sentado en el sofá carmesí del salón, con la cabeza apoyada en el respaldo y los ojos cerrados, aunque los abrió en cuanto ella pisó la sala.

—Hola, angelito —saludó, sin tener la necesidad de mirar en su dirección para saber que se trataba de ella.

Ella le correspondió con un rápido hola antes de subir las escaleras con prisas. La incógnita en su piel no dejaba de rondar por su cabeza y la urgencia de encontrarle una explicación solo incrementaba.

Al llegar a su habitación cerró la puerta y colocó una silla, haciendo de bloqueo sobre el pomo porque no tenía otra forma de evitar que la abrieran. Se lanzó al suelo con ansias y comenzó a rebuscar debajo de su cama, moviendo las distintas cajas llenas de polvo que había hasta que alcanzó el libro. Al sacarlo, lo sopló levantando una nube de suciedad a su alrededor.

La tapa azul oscura estaba ennegrecida por culpa de la mugre, pero en esos momentos no podía darle más igual. Lo abrió, acabando en una hoja al azar y comenzó a leer entre líneas en busca de una explicación.

Estaba en la sección de los «Tigots y el Tigotán», pero en ningún momento encontró algo sobre llamas o fuego a no ser que se refirieran a los ctónics. Se le formó un nudo en el estómago ante la perspectiva de que aquello significase que era del lado de los malos.

Notó como se le ponía la piel de gallina mientras pasaba las páginas hasta acabar en la sección de «Echeyde, el tacande achicaxa». Volvió a leer entre líneas, pero a diferencia de antes, tuvo que pararse ante la mención de una marca.

Su marca.

La imagen del fuego que tenía difuminado en la piel de su muñeca aparecía ampliada y pixelada en el libro. Estaba a punto de leer lo que se encontraba debajo de ella, con la esperanza de encontrar las respuestas que ansiaba cuando el libro desapareció de sus manos bruscamente.

Siguió con la mirada donde se había dirigido el libro arrancado, encontrándose con la furia incendiada de su madre clavada sobre ella.

—Nos prometiste que lo dejarías estar —le reprochó con la decepción tiñendo su voz.

Yin. El bien dentro del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora