La casa en la montaña

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-Mirame a la cara y decime si aún me ves así- dijo Giyu mientras tenía sus brazos poyados contra la pared. - Si puedes mirarme y me dices que sigo siendo el mismo pararé. Lo prometo. -

Mi rostro estaba a centímetros de su pecho, podía sentir su respiración acelerada y oler su perfume, había sido el mismo desde hace diez años. Ese aroma al que estaba tan familiarizada. Respire profundo para tomar valor, pero cuando inhale mi pecho rozó con su abdomen haciendo que me tensara. Él soltó un pequeño suspiro y fue ahí cuando lo miré. La tensión que había entre los dos era palpable.

Nuestros ojos se encontraros. Giyu, ya no era un niño, mínimo me pasaba unos veinticinco centímetros, sus facciones eran definidas y puntiaguda, tenía la voz grabe y una mirada firme. Esos profundo ojos azules que me miraban con intensidad, podía perderme en esos ojos, estaba a punto de dejarme caer en ellos. Yo ya no tenía fuerzas para este juego.

- Yo... yo...- trate de hablar.-

-Vos, ¿Qué?- dijo mientras inclinaba su rostro hacia mí. -

-Yo...- Volví a repetir mientras mi miraba se dirigía a su boca, ligeramente abierta y tan cerca mio.- yo...


~~~~~~~~~~~~~~~ Hace trece años ~~~~~~~~~~~~~~~~~


-¿Realmente tenemos que ir? - dije mientras me abrigaba para salir .- 

-Sí, papá y mamá nos están esperado, vamos a quedarnos unos días. - dijo Kanae mientras agarraba su abrigo y las llaves del auto - 

-Pero volveremos con ella en tres días, ¿Verdad? no va a ser una mentira como las demás veces.- 

-Esperemos que sea así. Tengo una buena corazonada, no creo que nos pidieran quedarnos si no fuera así. - mi hermana toco su dije de mariposa en su pecho mientras me sonreía. - 

Era una costumbre que teníamos. Cuando nacíamos se nos daba un dije de mariposa color blanco y cuando cumplíamos seis nos hacía elegir una mariposa de color que nos acompañaría durante toda nuestra vida, era una tradición familiar que venía de hace varias décadas. De forma inconsciente también lleve mi mano al dije. 

Eramos una familia de cuatro, mis padres siempre había querido tener una familia numerosa pero después de mi nacimiento mi mamá fue diagnosticada con cáncer de útero por lo que tuvo que cometerse a una operación que la dejo estéril. Ella siempre dijo que nosotras eramos la luz de su vida y que eramos una familia con mucha suerte, ya que nos amábamos y nos teníamos el uno al otro, y que esa suerte debía compartir con los demás, por eso cuando nos preguntó si queríamos tener otra hermana dijimos que sí al instante. Así que realmente esperábamos que esta vez saliera bien. Lo sentíamos, los cuatro sentíamos que esta vez si iba a pasar.

-Casa de acogida. - me corrió - Nuestra futura hermanita se esta quedando en una casa de acogida, nuestros padres conocen al hombre con el que se esta quedando.- 

 Kanae condujo fuera de la ciudad hacia la montaña, era un viaje de dos horas hasta llegar a la casa del  señor Urokodaki. La calefacción del auto hacia me que diera sueño y por más que trate de ser una buena copiloto a la media hora caí dormida. Cuando me desperté el auto estaba estacionado al frente de una cabaña de dos pisos con una estética tradicional japonesa. Tres niños corrían por el claro que se había formado al rededor de la cabaña, el cual estaba limitado por pinos. Una chica de la edad de mi hermana los miraba sonriente mientras se acercaba con una pequeña niña de cuadro que traía en brazos, le dijo algo a la pequeña y ella giró a mirarnos con unos hermosos ojos y el pelo negro hasta los hombros. 

Traque  de disimular mi cara de recién despertada mientras bajaba del auto. Ajuste mi abrigo sobre mi pecho por el frío, no entendía como esos niños podía estar afuera jugando como si nada, con sus mejillas sonrojadas y respiración agitada detrás de una pelota. Caminamos hacia la chica mientras yo seguí mirando a los niños. 

-Hola, yo soy Kanae Kocho, y ella es mi hermana Shinobu. Nuestros padres tienen que estar adentro hablando con el señor Urokodaki. - dijo con una amable sonrisa.- 

- Un placer, soy Tsutaro Tomioka. - con una sonrisa parecida a la de mi hermana.- 

Ambas parecían tener alrededor de unos diecisiete, la misma edad, el cabello negro y largo, semblante gentil y piel clara. Ambas te trasmitían un aire de tranquilidad y amor.

-¿Kanao, quieres ir a jugar con los demás? - le dijo a la pequeña y mi hermana tomo mi mano dándome un pequeño apretón. Esa niña debía ser nuestra hermanita. - ¡Giyu! - gritó hacia el grupo de niños. El de cabello negro se giró hacia nosotros y vino corriendo. - ¿Puedes llevar a Kanao para que juego con ustedes? Tenemos que ir adentro con los adultos. - 

El niño en silencio, tomo la mano de Kanao y dándole una cálida sonrisa se la llevo con ellos. Nosotras nos dirigimos hacia la casa para poder estar con los adultos, aunque yo solo tenía catorce años. La casa era sencilla pero desprendía un olor a familia y te hacia sentir cálida. Nuestros padres estaban tomando té con el dueño de la casa, por lo que Tsutaro nos guió hacia nuestros asientos y nos sirvió un poco de té antes de volver a salir. Nuestros padres ya había arreglado todo con los papeles de adopción por lo que ya podíamos llevarnos a Kanao con nosotros, pero habían quedado de acuerdo en quedarnos a dormir un par de días para que ella se acostumbrara a nosotros y no fuera tan grande el cambio. 

El señor Urokodaki era el padre adoptivo de los otros dos niños que estaban jugando en el patio con Giyu; él nos contó que Tsutako y su hermano eran los hijos de su amigo de la infancia, que había muerto junto a su esposa en un accidente de auto hacia tres años  y que los había cuidado todo este tiempo, pero que dentro de un año ambos irían a vivir a la ciudad, porque ella empezaría la universidad de educación con una beca que había ganado.

-Kanae también entrará a la universidad de educación el próximo año - dijo mi padre contento - Así que ya tendrás una amiga. -

-Te esperaremos, junto a Giyu, a comer siempre que quieran, será un placer y seguro que Kanao estará muy feliz de verlos. - agregó mi madre tomando las manos de la chica. - 

-No te preocupes, nosotros cuidaremos muy bien de ellos.- le aseguró mi padre a Urokodaki. - 

-Entonces dejo a mis niños en sus manos. - 

Se había inclinado ante mis padres y Tsutako al verlo lo imitó, nosotros nos habíamos avergonzado y mi padre le pidió que por favor no se inclinara, que estaríamos encantados de recibirlos.  

Después de que Urokodaki nos mostrara donde dormiríamos, se dispuso a preparar la cena para todos, aunque nos ofrecimos a ayudar él se negó por lo que nos pusimos a preparar la mesa para comer. Tsutako me preguntó si podía ir por nos niños ya que estaba anocheciendo y debía asearse antes de cenar. Mi hermana se levantó para ir conmigo, estaba segura que había hecho un gran esfuerzo para contener las ganas de ir por Kanao y llenarla de besos, pero por su sonría dudaba que fuera hacerlo una vez que la agarrara. 


Ya he crecido (Tomioka Giyu x Kochō Shinobu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora