Ella se recostó sobre la cama para descansar, él no tenía sueño pero, aún así, se quedó recostado con ella para no dejarla sola. Ahora que ambos tenían bien en claro que no iban a poder cambiar nada, iban a poner de su parte para hacerlo más ameno.
—Mattheo— lo llamó con una voz débil debido a su estado, él la miró a los ojos y acarició su mejilla—, ¿crees qué vamos a ser felices?— Le preguntó.
Él no supo qué responderla, solamente sintió felicidad dos veces en su vida, no estaba acostumbrado a poderla diferenciar con el resto de emociones por lo que nunca supo detectarla en los demás, aunque con Aryana era sencillo hacerlo.
—Creo que sí— asintió él en respuesta, una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de ella mientras mantenía sus ojos cerrados—, creo que nos va a costar aprender a serlo entre todo esto, al menos a ti, y a mí me va a costar empezar a serlo— añadió.
Ella se acercó un poco más a su futuro esposo, buscando de su calor dado la baja temperatura que hacía en toda la casa. Él la envolvió en un abrazo dejando que ella aproveche del calor corporal que desprendía. Acarició su cabeza con delicadeza a la par que inhalaba ese olor a coco, ese que tanto le gustaba, y ella lo sabía.
—Me agrada que vuelvas a usar el perfume de coco— dijo él, interrumpiendo el sueño de la chica y haciendo que sonría.
—Me costó volverlo a encontrar de nuevo entre mis cosas antes— suspiró ella abriendo de nuevo sus ojos para encontrarse con los de él.— Hace unos años me hubiera matado antes de pensar que estaría así contigo, sin embargo, ahora que sé toda la verdad estoy encantada de estarlo— se confesó ella.
El corazón de Mattheo comenzó a latir con más fuerza, generando algo extraño en su interior, algo como un sentimiento bonito.
—¿Quieres decir qué no te arrepientes de todo esto?— La preguntó temeroso por la respuesta de ella.
—Hasta el momento no, no me arrepiento de nada, pero a penas llevamos una hora prometidos, no hagas que me arrepienta— sonrió ella, haciendo que él también sonría.
—Duerme un rato, me quedaré aquí contigo hasta que despiertes— la susurró con calma.
Ella sintió que podía estar tranquila durmiendo entre los brazos de Mattheo, se sentía segura con él a su lado, cosa que sonaba irónico pues hace un día o dos se sentía completamente diferente. De antes estar al lado de Mattheo suponía una gran carga, pero ahora que había visto el lado amable y tierno de Mattheo, un lado que nunca mostraba, estaba encantada de encontrarse de esa manera.
Nunca quiso pensar en un futuro, nunca la gustó hacer planes de futuro, pero ahora sabía cuál iba a ser, y sabía que iba a estar segura. No quería vivir entre cuatro paredes esperando a que él lo haga todo, tal y como su madre vivió un tiempo hasta que se fue lejos de su marido, el padre de la joven.
Voldemort les mandó a Mattheo y Tom que se acercaran a la chica, y que Tom se la follara y que todos comenzasen a hablar de ello le vino que ni pintado a Mattheo para encontrar una oportunidad de involucrarse con ella de alguna manera, aunque esa no era la verdadera razón por la que lo hizo.
—Padre, no creo que sea buena idea tener a la chica por casa ahora mismo— comentó Tom, refiriéndose a todos los planes que se estaban formando.
—Tom, Aryana pronto será parte de la familia, debemos de comenzar a confiar en ella— le reprochó mientras admiraba la bestia que momentos antes había destrozado parte de su mansión.
—Ella es demasiado fuerte, si se la antoja acabar con nosotros lo hará, ella nos odia— le informó, diciéndole cosas que ya conocía.
—Sin embargo, sale con tu hermano, Tom— dijo Voldemort dirigiendo su mirada a su hijo.— Es momento de comenzar a enseñar a la chica lo que la depara para un muy cercano futuro, soy consciente de que no la va a agradar para nada, pero es lo que hay— suspiró mirando cada rincón de su jardín.
—Eso es algo muy egoísta, padre— resopló el joven sin mirar a su progenitor.
—Es algo que nos conviene, piensa en la de cosas que podremos hacer con la fuerza de la chica— le dijo, su tono persuasivo alarmó al chico.— Además, he leído la mente de la chica cuando Mattheo la propuso matrimonio y, al parecer, estaba encantada con la noticia— murmuró comenzando a caminar de vuelta al interior de la casa.
—¿Has logrado entrar en su mente?— Preguntó con sorpresa, él jamás lo consiguió.
—Ella es todo un enigma para ti, Tom, pero no para un ser tan fuerte como yo— contestó.
—Entiendo lo que me quieres decir, padre, pero aún así deberíamos de tener cuidado con ella— volvió a decir de nuevo, sabiendo que podría ser peligrosa.
—De momento sé que se quedará en la mansión unos días en lo que vosotros vais a Hogwarts, debo comenzar a entrenarla— murmuró.
Tom Riddle
Oír a mi padre decir que quería entrenarla me puso los pelos de punta sabiendo las maneras en las que él enseñaba cosas. Yo amaba a Aryana en completo silencio, viendo cómo ella sería feliz de alguna manera con mi hermano, yo debería de estar en su lugar, pero al parecer solamente pude tenerla una vez. Es egoísta pensar así, más hablando de mi hermano, pero no quiero imaginar la de cosas que va a sufrir ella por culpa de mi padre.
—Creo que será mejor que la entrenemos Mattheo y yo— propuse queriendo evitar que algo malo la ocurriera. Mi padre me miró indeciso.
—Es cierto que últimamente ando justo de tiempo debido a que debo de controlar bien de cerca a mis mortífagos, pero los primeros días prefiero hacerlo yo, quiero que vea y aprenda— me contestó, dándome esperanza por un momento.
—Está bien, padre— terminé suspirando con desgana, de aquí a una semana Aryana aparecerá llena de contusiones y cortes por el cuerpo.
Cuando mi padre te enseñaba algo y lo hacías mal a la hora de ponerlo en práctica te lanzaba un crucio, sin compasión alguna, parándolo cuando a él le conviniera o le apeteciera. No era la mejor manera de enseñar a alguien, pero para él sí.
—Por cierto, ¿dónde están?— Preguntó refiriéndose a mi hermano y Aryana.
—Han ido a la habitación de Theo, ella estaba cansada después del hechizo— le respondí mientras tomaba asiento frente a él en la mesa.
—Su magia es muy excepcional, Tom, es algo que solamente se ha visto una sola vez, y fue hace miles de años, probablemente vaya a ser la última— me dijo, yo fruncí el ceño.
—¿Qué tiene su magia que la hace tan especial?— Pregunté con curiosidad.
—Su magia es muy fuerte, incluso más que la mía, tiene capacidad de hacer hechizos que desconoce si ella quiere, como antes, hechizos que solamente pueden darse uso con su tipo de magia. Es una fuente mágica con mucho potencial y es ciertamente poderosa— trató de explicarme, yo simplemente me quedé con que era una buena fuente de magia.
—Si es una fuente de magia, nosotros podríamos hacer uso de ella, ¿no? Extraer su magia y utilizarla— le dije, por su rostro supe que no lo había pensado.
—Hacer eso supondría que ella se quedaría muy débil, tanto hasta el punto de que podría morir— me respondió, yo tragué en seco al saber que le he dado una mala idea.
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𝐓𝐨𝐱𝐢𝐜𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞- 𝐌𝐚𝐭𝐭𝐡𝐞𝐨 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞.
Fanfic"Todo esto comenzó siendo una mentira, y ahora es una realidad."