El resto de la noche no pude dormir, a pesar de que me quedé a lado de Sebastian no pude permitírmelo hacerlo, debía cuidar de él hasta el día del viaje. Carl, su padre, se encargo de apresurar el vuelo y, es por ello, que al salir el sol Sebastian es transportado en la ambulancia para ir al aeropuerto, voy junto a él con dos guardias.
Durante el viaje no dejé de soltar la mano de mi esposo; son cortos los minutos que lo tendré cerca y no sé en cuanto tiempo lo volveré a ver.
El guardia nos informa que hemos llegado al aeropuerto. Con cuidado y la ayuda de los enfermeros bajan a Sebastian. Nos acercamos a la pista y antes de subir al avión me encuentro con sus padres. Carl les dice a los enfermeros que me dejen un momento sola con mi esposo, ellos asienten, al igual Carl y su esposa se marchan.
Con ganas de llorar me acerco al rostro de Sebastian, con mi mano acaricio su majilla pálida y le susurro sobre sus labios.
—Tienes que ser fuerte. Te estaré esperando... —sin poder evitarlo las lagrimas abandonan mis ojos —. Haré todo lo posible para que este bien, aunque eso incluya alejarte de mí.
Pego mi frente a la suya, mi otra mano agarra su otra mejilla y besos sus labios en un cálido beso.
—Prometo irte a buscar, lo haré.
Me endurezco y limpio mis lágrimas, miro a Carl y con la cabeza permito que los enfermeros se acerquen y suban a Sebastian al jet privado.
Siento una opresión en el pecho al verlo alejarse, de inmediato poso mi mano sobre mi hecho, al lado izquierdo, justo en el corazón. Michel se acerca a mi y me abraza al verme triste por la ida de mi esposo.
—Lo cuidaré muy bien, haré todo lo posible para que mi hijo abra los ojos.
Asiento con la cabeza ante su promesa. Nos alejamos y ella me regala una ligera sonrisa.
—Cuídate Sharon. Y encárgate de que la persona que le hizo daño a mi hijo cumpla su condena.
—Lo prometo.
Sin decir más, Michel aborda el avión, Carl se acerca a mí y su brazo me abraza por los hombros. Salimos del lugar, nos adentramos a las instalaciones de aeropuerto alejándonos de la pista. A través del grande ventanal de vidrio observo como despega el avión llevándose a la persona que más quiero en este mundo.
Carl me deja enfrente de mi casa y antes de bajar me indica que espere su mensaje ante la investigación, asiento y bajo; después de un adiós con el movimiento de mano se marcha. Sin ánimos me adentro a casa. Camino a la cocina para comer algo ligero, no tengo ánimos de cocinar, pero si tengo hambre. Busco en el refrigerador y encuentro una manzana y una naranja, la agarro, las desinfecto y subo a mi habitación a descansar.
Después de cenar me recuesto en la cama, cierro los ojos y en minutos el cansancio me vence haciendo desaparecer la tristeza por su partida.
Los rayos del sol golpean en mi rostro y sin poder evitarlo abro los ojos encontrándome con una brillante mañana. Me levanto, voy directamente al baño a hacer mis necesidades, después me ducho y salgo para vestirme. Bajo a la cocina, busco ingredientes y me preparo un sándwich, al termina lavo los trastos sucios y voy a la sala. Voy hacia al pequeño estudio de Sebastian al fonde de la casa, en ese lugar Sebastian, la mayoría del tiempo se la pasaba estudiando o trabajando, se esforzaba por ser un gran cirujano. Entre sus cosas comienzo a buscar su laptop, al encontrarla voy a la sala, prendo el computador y comienzo a buscar algún detective que me ayude con la desaparición de mi amiga, mientras espero el mensaje de Carl.
El resto de la mañana y tarde me la pasé buscando y llamando por teléfono a las agencias, pero ningún estuvo dispuesto a ayudarme, la cantidad pedida por sus servicios es muy elevada, algo que no puedo pagar con la tarjeta de Sebastian, sus padres sospecharían y no quiero que nadie más se involucre.
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Falsa Identidad: Amores que hieren (2do libro)
Ficción GeneralLa comprensión es el primer paso para la aceptación y sólo aceptando se puede recuperarse. Yo he aceptado mi pasado, soy consciente de lo que fui y lo qué sucedió a pesar del doloroso y fatal destino que pasé. La vida me dio otra oportunidad para am...