Prólogo

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Londres,  junio de 1816 

«Necesito un alfa, y lo necesito rápido»

Ahogando una risa histérica, Zayn miró por encima el hombro del edificio del que acababa de salir; la vista de la oficina del abogado le hizo recobrar la seriedad de inmediato.

No, no era un sueño; en la media hora recién pasada había adquirido un abuelo del que jamás había oído hablar y la posibilidad de recibir una herencia que daría un cambio total a su vida: en lugar de tener que buscar un empleo con el que escasamente podría mantenerse él, habría dinero suficiente para vivir con comodidad. También había una casa antigua, una isla, un patrimonio. Claro que también habría responsabilidades, pero eso era normal. Toda su vida había cargado con pesadas responsabilidades.
Sólo había un problema. Debía convencer a ese abuelo recién encontrado de que él y su Alfa eran dignos de ser los siguientes lord y lady de Skoal.
Nuevamente sintió que le subía la histeria a la garganta, pero esta vez sin risa. ¿Qué podía hacer?
Apretó los labios; estaba clarísimo que iba a mentir. Ya había dejado pasar el momento de decir que su Alfa -Alex- había muerto cuando habló con el señor Harold en su despacho; el abogado le había dicho francamente que su abuelo no consideraría la posibilidad de hacerla su única heredera. Jean Brannan, el vigésimo séptimo señor de Skoal, creía que un omega no era digno de gobernar su isla. Tendría que encontrar a un Alfa que hiciera el papel de su marido y fuera capaz de hacerlo bien para persuadir a su abuelo moribundo de nombrarlo su heredero. ¿Pero a quién podía pedirle eso?
La respuesta le llegó inmediatamente: a lord Liam J. Payne
Liam había sido un buen amigo y tenía la calificación esencial de no haberse creído nunca enamorado de él. Además, la última vez que se vieron le había dado carta blanca para acudir a él si alguna vez necesitaba ayuda. Sabía exactamente dónde encontrarlo. Siendo hijo de un duque y héroe de la guerra, su nombre aparecía regularmente en las noticias de sociedad. «
Lord MK está en la ciudad para la Temporada, huésped del conde y la condesa de S
». «
Se ha visto a lord LP paseando en su carruaje por el parque con la señorita M
». «
Lord LP acompañó a la hermosa lady S a la ópera
». Zayn había leído compulsivamente estos ecos de sociedad.
Si Liam estaba dispuesto a ayudarlo, tendría que pasar con él un tiempo considerable, lo cual significaba dominar rígidamente sus sentimientos. Pero en Bruselas, la primavera pasada, había conseguido hacer eso muy bien, de modo que podría volver a hacerlo. Mucho peor era que tendría que mentirle. Liam se sentía en enorme deuda con él, y si llegaba a saber que estaba viudo y que se encontraba en una terrible situación económica, era posible, e incluso probable, que pensara que la mejor ayuda que podía ofrecerle era casarse con él. La idea del matrimonio le produjo una peculiar agitación en algún lugar bajo las costillas.
Pero Liam jamás aceptaría el tipo de matrimonio que había tenido con Alex ; ningún Alfa normal lo haría. Tampoco podía revelarle su horrible defecto; la sola idea le formó un nudo en el estómago. Lo más sencillo, lo más seguro, era hacerle creer que Alex todavía estaba vivo.
El trayecto hasta Mayfair era largo; cuando llegara allí ya tendría todas sus mentiras preparadas.

*****

Después de un día de horrorosas conmociones, Liam Payne entró en la casa Strathmore y el mayordomo le entregó una tarjeta:
– Hay un omega esperando verle, milord.
Su reacción inmediata fue indescriptible. Después miró la tarjeta: «
 Zayn Malik
». Dios santo, Zayn; lo único que le faltaba. Pero el pensamiento de que él estaba allí, bajo ese techo, le produjo tal impaciencia que le faltó tiempo para preguntar al mayordomo donde lo esperaba. Tan pronto oyó la respuesta, se dirigió a grandes zancadas hacia el salón pequeño y abrió la puerta.
– ¿Zayn?
Él estaba mirando por la ventana, pero se volvió al oírlo entrar. El estilo sencillo con que peinaba sus cabellos oscuros y su traje gris sólo realzaba su belleza. El día que se despidieron, Liam había hecho una silenciosa oración pidiendo que jamás volvieran a encontrarse. Ese año había gastado considerable energía y tiempo tratando de olvidarlo. Sin embargo, al verlo allí le importó un comino cuánto le costaría después; verlo era como inspirar una brisa de aire fresco en una mina de carbón.
– Siento mucho molestarle, lord Liam-le dijo él, indeciso.
Él estuvo un momento dominándose y luego atravesó la sala.
– ¿Cómo es que me tratas con esa formalidad, Zayn? -le dijo con naturalidad-. Me alegra verte. Estás tan hermoso como siempre.
Le cogió las manos y por un instante temió que haría algo imperdonable. El instante pasó y le dio un beso ligero en la mejilla; el beso de un amigo. Le soltó las manos y se retiró a una distancia prudente.
– ¿Cómo está Alex? -se obligó a preguntar-
– Alex... -titubeó un instante-, todavía está en Francia.
Su tono era neutro, como lo era siempre que se refería a su Alfa. Liam admiró su serena dignidad.
– Estoy olvidando mis modales -le dijo-. Toma asiento, por favor. Ordenare que nos sirvan té.
Él se miró las manos fuertemente entrelazadas. Su perfil tenía la dulce claridad de una escultura del Renacimiento.
– Mejor que diga mi parte primero. Necesito una ayuda bastante especial. Es posible que... es posible que desees arrojarme de esta casa cuando sepas de qué se trata.
– Jamás -dijo él dulcemente-. Te debo la vida, Zayn. Puedes pedirme cualquier cosa.
– Me atribuyes más mérito que el que merezco -alzó la vista, sus increíbles ojos color miel penetrantes en su marco de pestañas oscuras-. Me temo que... ocurre que necesito un Alfa. Un Alfa temporal.

Arcoiris roto [Ziam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora