Capítulo 23

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— Creo que la he cagado, eso es todo.

Jongseong frunció el entrecejo y pasó un trozo de carne sobre la salsa picante, sin prestar la más mínima atención. El almuerzo de la cafetería siempre resultaba nauseabundo, pero esta vez su estómago le rugía tanto, que ni siquiera tenía las ganas de ponerse a elegir.

— ¿Ah? ¿De qué hablas?

Dakho expulsó un poco de aire y soltó el cubierto sobre la mesa, con un rostro que denotaba que, al menos, no había dormido durante las veinticuatro horas pasadas. Tenía la mandíbula y los dedos apretados, como si fuese a confesar que había matado a alguien de veinte balazos y mereciese el peor de los castigos.

Abrió los labios dos decenas de veces y finalmente se apresuró a hablar.

— Estoy enamorado, he caído, no pude controlarlo. Lo he intentado de muchas formas, pero ella es diferente, me hace sentir diferente... Créeme que he intentado e intentado, una y otra vez, olvidarla, alejarme de ella, dejarla, decepcionarla, pero nada da resultado. Es tan hermosa y me hace sentir tan bien, que no puedo hacer nada por más que quiera... - tomó un respiro y sus ojos marrones oscuros se dignaron a enfrentarlo - Estoy enamorado y no puedo hacer nada, Jongseong.

¿Enamorado?

Se quedó estático durante un instante, sosteniendo el tenedor entre sus manos, mientras veía la cara de tortura y sufrimiento que el otro ponía, ¿estaba loco o en drogas? Se suponía que tenía que levantarse e insultarlo hasta que reaccione, pero solo se metió la carne a la boca y empezó a masticar con algo de molesta tranquilidad.

— ¿Te han lavado el cerebro o qué? ¿De dónde sacas semejante cosa?

— No lo sé, se siente, supongo. Por ejemplo, cuando la veo, mi corazón se acelera y empieza a latir como loco... y así esté teniendo un mal día, solo verla me hace olvidarlo todo.

Solo verla me hace olvidarlo todo.

No supo por qué, pero la imagen de Jungwon se le presentó en su mente y casi se atragantó al recordar cómo él lograba calmarlo con solo sonreírle y hacía que todos los gruesos nudos que se le formaban en el cerebro, se desaten. Una corriente fría le recorrió el cuerpo ante todos esos pensamientos y el apetito se le quitó. ¿A qué diablos venía eso de nuevo?

— Pienso en ella casi todo el día  Me imagino cómo estará o si ella pensara en mi también. Quiero estar a su lado y no me siento completo hasta tenerla conmigo. Es como si quisiera protegerla de todos, puede sonar loco, pero es la verdad.

— ¡Es que nuestro Dakho está sintiendo las maripositas!

La traviesa voz de Sunghoon resonó antes de que apareciese y apoyase sus codos sobre la mesa. Dakho resopló y lo golpeó con el codo, sin poder evitar una sonrisa.

— Vete a la mierda, eso no es verdad – Jongseong lanzó el plato hacia el otro extremo, poniéndose de pie - Eso no existe, solo existe el sexo, ganas de tirársela, nada más.

— Ya, para tu rollo. Tus porquerías me harán vomitar.

Sunghoon se carcajeó y soltó algunos libros sobre la silla, pasándose la mano sobre su sudada cabellera y bebiendo un poco de agua helada, mientras le guiñaba el ojo a una de las empleadas.

— Por cierto, ¿tienen tiempo mañana en la noche para ir a ver mi partido? Es el campeonato del mes y mi equipo reventará al equipo contrario como siempre. Ya luego podemos irnos a celebrar y perdernos toda la noche, ¿van o no?

— Yo estaré ahí, eso no lo dudes – respondió Dakho, más animado.

Jongseong se colgó la mochila y la chaqueta azul sobre el hombro.

𝙄𝙉𝙊𝘾𝙀𝙉𝘾𝙄𝘼 𝙋𝘼𝙎𝙄𝙊𝙉𝘼𝙇 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora