Reglas del juego

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Ese fin de semana fue triste para Candelaria, ya que poco a poco fue aclarando las dudas incrustadas en su mente desde el 2017. Había decidido enfrentar el miedo al ver a Tae Yang y ser rechazada, pero no supo que las consecuencias, al vivirlas podrían ser peor a como se lo había imaginado, un corazón roto.

Se dijo que no iba a sufrir por un sujeto quien no la tomara como una persona significante y aún cuando ella anhelaba estar con él, debía aceptar la realidad y abandonar todas las escenas románticas que se alojaron en su cabeza.

Con el correr de las semanas, Candelaria mantuvo su mente ocupada, centrándose en Benjamín, estando alerta ante cualquier rastro de alguna broma, puesto que el joven no la había fastidiado desde hacía varios días, tampoco le arrebataba su silla.

Él la saludaba con un beso en la mejilla, la miraba y sonreía, no le llamaba loca, era como ver a una nueva persona, como si un ángel se hubiese adueñado de su cuerpo.

Todo era extraño, pero Candelaria no debía bajar la guardia. Seguramente, él estaba planificando algo para derrotarla y esa táctica podría ser efectuada en cualquier momento. Por esa razón, ella revisaba su asiento, el espaldar y la mesa, examinaba cada cosa minuciosamente, luego de visualizar los tipos de bromas más comunes en Internet.

Tanto era así que el segundo miércoles, después del concierto de Thumber1, ella tuvo que decirle a un estudiante que pasaba cerca de su salón de clases que abriera la puerta del aula 024 porque estaba asustada de que al acceder le cayera un balde de sabrá Dios qué cosa.

Y en la última hora de ese día, el profesor Bradley había realizado un examen sorpresa de francés para medir el nivel de cada alumno. Por ende y, a medida en que los estudiantes iban culminando la evaluación, podrían retirarse a su casa, a excepción del Perfect Team, quienes habían estipulado una reunión de urgencia, posterior a las clases.

Tan pronto como Candelaria entregó su prueba, se fue caminando hacia el salón que le había comunicado Vanesa.

De la nada, percibió una sensación de hormigueo en la parte trasera de su cuello, así que en un acto reflejo giró su cabeza, sin hallar a nadie en el mismo espacio.

No obstante, ella podía sentir la presencia de otra persona a sus espaldas y cuando se volteaba, el pasillo estaba vacío, así que guiada del sentimiento de angustia, empezó a acelerar sus pisadas y, al ubicarse próxima a su destino, oyó unas zancadas a los lejos, las cuales se hacían más intensas con sus pasos.

Por milésima vez, ella volvió a mirar por encima de su hombro, examinando una silueta prominente, quien la estaba acechando desde hacía rato.

Acto seguido, Candelaria inició una carrera como si estuviera en una competencia olímpica de 100m lisos y gritó:

- ¡No vas a atraparme!

Por consiguiente, ingresó al aula, cerró la puerta, aplicando fuerza con sus dos brazos extendidos para imposibilitar el acceso de su avizorador.

- Si cuento hasta 3 y no te quitas, te vas a ir con toda y puerta –bramó el varón.

- Déjame en paz, Benjamín.

- 1... 2...

Y para la mala suerte de Candelaria, Benjamín era más fuerte, por ende a ella se le ocurrió la grandiosa idea de apartarse de la puerta antes de que él finalizará su conteo.

- 3... ¡Ahhh, me cago en todo! –escupió Benjamín, cayendo al piso, mientras que su compañera soltaba una carcajada.

- La vida es como un bumerán, algunas veces estamos arriba y otras abajo –citó ella, observando al muchacho -. ¡Qué cosas no! -dijo, separándose de la figura masculina.

Por ti aprendí a odiarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora