Historia completa por paginas

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Antes de nada, la explicación de todo está en la siguiente parte, por eso tenéis que ir antes a lo que pone IMPORTANTE. Por eso tenéis que leer antes lo otro. Gracias.






¿Nunca habéis pensado en qué pasaría si las cosas durarán para siempre? Bueno, pues yo sí. Y de hecho, también he intentado que así fuera. De pequeña tenía un peluche, del cual no me separaba. Cuando crecí y empecé a pensar por mí misma decidí cuidarlo como si fuera oro en paño.
No dejaba que nadie ni nada lo tocara, llegué a meterlo en una bola de cristal para que no se llenara de polvo. Pero bueno, ese peluche al que llamé Tobi, se rompió, no sé ni cómo ni porqué, pero un día llegué del colegio y mi madre me dijo que se le estaba rompiendo una pata y que cuando fue a cogerlo se le separaron las extremidades del cuerpo.
Sigo pensando que fue ella quien lo rompió. Pero bueno, esta historia os la cuento para que veáis que nadie ni nada es para siempre. Las cosas se pueden romper y las personas se pueden morir o las pueden matar.
Y puede que ante la policía y los jueces sea simplemente conocida de la desaparecida, pero en realidad soy mucho más que eso.
-Clase, ¡por favor¡ bajad el volumen, quiero presentaros a nuestra nueva alumna, pasa cariño.
Al entrar a la clase todos me miran y, como era de esperar, empiezan a cuchichear sobre mí. Que si me blusa, que si mi cara, que si era esa tal.
-Cariño, puedes presentarte, te lo agradecería- ¿Es que la gente no me conocía ya bastante? -Claro -digo sin ganas
-Soy Kinsey, Kinsey Key
Al decir mi apellido todos los alumnos se callaron y por un momento pensé que me iba a desmayar. Pero la profesora me pidió que siguiera por mi edad y de dónde venía.
-Tengo 16 años y soy de Manhattan -Muchas gracias cariño, toma asiento
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Me indico un pupitre libre casi al fondo de la clase. A mi derecha había una chica morena alta y delgada. Tenía pinta de ser popular o de estar en un equipo de animadoras.
A mí izquierda un chaval un poco peculiar, tenía el pelo largo, pero a simple vista se notaba que era un poco rudo, no era muy alto.
Detrás de mí, al cual miré muy disimuladamente mientras me dirigía a mi sitio, había un chico bastante guapo que no tenía pinta de ser muy ligón, algo que me sorprendió. Llevaba una sudadera roja con el logo de Adidas y unos vaqueros negros no muy ajustados.
Y por último, pero por supuesto no menos importante, delante de mí estaba la hija de la directora, la niña mimada de mami. Llevaba un top ajustado que le cubría poco más que el sujetador, unos shorts azules y una chaquetilla rosada que colgaba de su silla.
Mientras comenzaba la clase, yo apenas tenía la mochila situada. Cuando la fui a sacar el lápiz no estaba.
¿En serio?, Me dije para mí misma. Busqué entre mis cosas algo para escribir, pero no tuve suerte.
- Ten, toma el mío
Me dijo el chico peculiar de mi izquierda
-Gracias -le contesté
Y con el mismo boli que me dejó escribir una notita en la que le pregunte su nombre.
-¡Pshh! -Dije sin hacer mucho ruido al mismo tiempo que le indicaba la nota que estaba en el suelo.
El me miró con cara extrañada, ¿es que no sabía lo que era una notita? Cuando la abrió, la leyó para sí mismo y escribió en el mismo papel. Me lo devolvió y yo lo abrí. John Paul pero mis amigas me llaman JP tú puedes llamarme así. Leí y después me pasó otra notita, que supuse que era su número de teléfono. Y así era, jaja muy de esperar.
Al terminar la clase me acerqué a él y le dije que le mandaría un mensaje. Cuando iba a salir por la puerta la chica morena me llamó. Espera, chica nueva, dijo.
En serio, ¿chica nueva? Tengo nombre sabes guapa. Pero o bien no se acordaba o bien no se quería acordar. Me paré en seco y sin que ella lo viera giré mis ojos con indicación de asco.
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-¿Si? Le contesté con tono agradable para dar buena impresión.
-¿Quieres venir a comer con nosotras? Si vienes serás popular, te conocerán todos- me preguntó, sin muchas ganas, como si le hubieran obligado a decírmelo.
Por supuesto no quería, pero le dije que sí. La verdad, no sé muy bien por qué lo hice.
-Claro me encantaría pero es que... No me dejó terminar la frase, de inmediato me cogió la mano y me dirigió hacia el pasillo.
-Genial, ven –Dijo, mientras me arrastraba de la mano.
-Espera para -Le dije para que me soltara.
-Quiero, quiero ir al baño -Le puse como excusa.
-Bueno, pero luego búscame por la cafetería -Dijo con tono de desprecio.
Me fui hacia el baño, pero antes de llegar me encontré con el chaval guapo de detrás que iba solo y parecía comer siempre solo. Me acerqué a él y comenzamos a hablar.
Le pregunté su nombre, su edad y por qué estaba solo. Me di cuenta de que aquello parecía un interrogatorio.
Mientras me contestaba a todo yo hacía una ficha mental sobre el:
Nombre, Jacob, Jake para los amigos.
Edad, 16, como yo.
Físico, alto, moreno, de pelo corto y rizado (no mucho), tenía una pequeña cicatriz al lado del labio.
Muy simpático, tranquilo, pero un poco tenso.
Me cayó bien y según él estaba solo, porque sus amigos no habían venido. Pero según yo no tenía amigos y yo quería ser su amiga.
Yo soy tu amiga y he venido le dije con un gesto de amabilidad. -Gracias -Dijo un poco depre.
-Yo no conozco a nadie, se lo que se siente -Le dije comprensiva.
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Sin testigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora