Primer día

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El reloj marca las 7:50 de la mañana. Sasaki está cepillando sus dientes aún con el sopor causado por el sueño. Hoy es el inicio del segundo trimestre de su último año en la escuela primaria.

 Agarra su mochila y desciende las escaleras hasta llegar a la pastelería. El olor a pan recién horneado perfuma todo el hogar.

—¡Hasta luego, cariño! ¡Ten un buen día! —dice su mamá mientras le entrega su almuerzo envuelto en un pañuelo de puntos azulados.

—Gracias. ¡Adiós!

—Dale mis saludos a Miyano-kun. Espero que a él también le vaya bien.

Sasaki asiente con la cabeza y sale de la tienda, rumbo a la casa de su pequeño amigo pelinegro. Días antes, Miyano le estuvo preguntando más detalles sobre la escuela. Sasaki pensó que sería una buena idea ir juntos al colegio, en especial el primer día.

Irían y regresarían juntos.

—¡Shuu-kun! Buenos días.—Miyano lo ha estado esperando en la entrada de su casa junto a su mamá. Está vestido con el uniforme de verano al igual que Sasaki: polo blanco, short azul y zapatillas blancas. Sin olvidar su cuadrado y robusto randoseru donde lleva todos sus útiles escolares.

—Buenos días, Myaa-chan, señora Miyano.

—Buenos días, corazón. Has llegado puntual. Debes de estar tan entusiasmado como Yoshi-kun. No demoró nada en alistarse.

—Je, je —comenta Miyano con la cabeza baja y las mejillas acaloradas—. Bueno, vamos, Shuu, o si no llegaremos tarde.

—Esperen, chicos —menciona la mujer sacando una cámara fotográfica de su bolsa—. Solo les pido una foto para el recuerdo. ¿Shuumei-kun, puedes colocarte a su lado?

Al acercarse a Miyano, se da cuenta de que el pequeño se siente incómodo: está agarrando con fuerza su mochila y sus labios fuerzan con dificultad una sonrisa.

—¡Yoshi-kun, regálale una sonrisa a mami! —Trata de animarlo.

—¿Puedo hacer una mueca? —interrumpe Sasaki. Tiene una idea.

—Sí, claro. Quiero que la foto salga lo más espontánea posible.

Sasaki agarra a Miyano por el hombro y con su otra mano forma el símbolo de amor y paz. Posa para la cámara sacando la lengua.

El pelinegro, al sentir el tacto del mayor, lo mira automáticamente. Algo en sus gestos lo hace sentir mejor, y lo reconforta; quiere reemplazar sus pensamientos por algo más positivo. Vuelve sus ojos para la cámara e imita la señal de la "V" con la mano. Muestra una sonrisa tímida, pero genuina.

—¡Digan cheese!


Cuando ya se encuentran caminando, Sasaki aprovecha para hacer conversación.

—Myaa-chan, escucha..., no te pongas nervioso. Si alguien te está molestando, solo grita bien fuerte "¡Shuu-kun!" y verás que yo apareceré donde sea que me llames. Bueno..., espero que nuestros salones estén cerca. O —se le ocurrió otra idea—, puedo pedirle permiso al profesor para que me deje comer el almuerzo contigo —se lleva una mano a la barbilla—, aunque es poco bastante improbable, ¡igual lo intentaré!

—Pero, Shuu, no es necesario. También tienes tus amigos, de seguro querrás pasar tiempo con ellos.

—Lo sé, lo sé, pero hoy no es un día como cualquier otro. Vas a recordar para siempre que hoy fue tu primer día del segundo trimestre en tu penúltimo año de la primaria con tu buen amigo Sasaki Shuumei. Es un evento importante, Myaa-chan.

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