Jeongguk se dejó caer justo al mismo tiempo en que Félix también lo hizo. Sus respiraciones eran erráticas y sus cuerpos estaban empapados por el sudor. Lo habían pasado genial pero el agotamiento físico era demasiado, por ser la primera vez de los dos menores.
—Me duele mucho el trasero—se quejó quien llevaba el cabello largo por sus extensiones.
—No te das una idea de cómo me siento yo—bufó Jeon, cubriéndose la cara con un brazo-, ¡y toda la culpa es de Hyunjinnie!
—¡¿Y yo porqué demonios?!
Hyunjin los miraba desde arriba con expresión de confusión. Él se encontraba en perfectas condiciones, preparado para una y todas las rondas que quisieran.
—¡Porque si! Ni Jeongguk ni yo nos encontraríamos de esta forma si no fuera por ti.
Jeongguk prefirió callarse y cubrirse el rostro con un almohadón.
—Exageran—se defendió—, fue en común acuerdo.
Bueno, para entender hay que volver un poco en el tiempo. Exactamente dos horas atrás.
El día viernes a las nueve de la noche, los cuatro jóvenes se encontraban encerrados en una habitación, aprovechando que ningún mayor de edad rondaba por el lugar, para hacer lo que Félix llamaba monerías a pesar de que desde el punto de vista de Hyunjin ellos no se asemejaban ni de casualidad a monos.
La cosa está en que la pijamada improvisada de último momento, que tenía que ser tranquila para que al regreso de la tía Lee y su hija no les negaran realizarla, se estaba saliendo un poquito de control. A Félix se le ocurrió poner música, Jeongguk cantaba y Hyunjin bailaba. Las risas está de más decir que no faltaban.
Pero Jeongguk recordó por arte de magia que debían estar tranquilos cuando el estómago le dolió de tanto carcajear.
—¡Ya basta! Calmense todos—Félix no le hizo caso, pero Hyunjin se le acercó antes de que le lanzara un almohadón—, haz que dejemos de reírnos, Jinnie, por favor—sí, se incluía porque la seriedad le duraba demasiado poco cuando veía lo que su amigo hacía—. La tía Lee llegará en cualquier momento y me va a matar.
La señora Lee no era alguien mala, ni estricta, ni mucho menos una mujer molesta. En el tiempo que había estado en la residencia Jeongguk entendió que a pesar de su avanzada edad ella era tan comprensiva y permisiva que deseaba que su madre fuese igual. Sin embargo, olvidó pedir permiso para que sus dos nuevos amigos se quedaran en la casa. Lo más probable es que le dijera que si, pero si estaban haciendo demasiado alboroto desde el inicio eso estaba en duda.
Hyunjin no lo pensó dos veces y desconectó el equipo de música, aguantando las ganas de reír en cuanto los rostros confundidos de los otros dos le miraron.
—Vamos a hacer algo.
—¡Pero-pero no puedo dejar de reír! Me duele, ¡no puedo!
—Es que su cara—Félix señaló a Jeongguk, intentando ponerse serio y fallando en el intento—, ¡su cara me da risa!
—¡Vamos a hacer yoga par de idiotas!
—¿Yo-yoga?—preguntó el rubio con indignación.
Jeongguk por su parte, también, encontraba absurda la idea. ¿Porqué justo en ese momento?
—Así es. Pongan cómodos sus traseros, porque hay que calmarnos si queremos pasar la noche aquí.
Oh, claro. Todo fuese por la bendita pijamada.
Los tres habían estado de acuerdo con la idea. Entonces, esto nos trae nuevamente al comienzo donde dos adolescentes adoloridos por los estiramientos se dejaban caer a en sus lugares.
Pero el objetivo estaba cumplido, porque cuando la tía Lee llegó, encontró a tres muchachos de los cuales, dos dormían como un par de angelitos en el suelo.
Siempre había considerado que la palabra aburrimiento era inservible, y que cada persona podía decidir si darle sentido o no. Entonces, según su pensar, si decías estar aburrido era solo porque así lo deseabas. Ya que siempre hay algo que puedes hacer.
Pero el karma existe. Y ahora era él quien no sabía que más hacer para dejar de sentirse inútil.
Tocaron el timbre, cosa que lo asustó por ser algo repentino, y a regañadientes arrastró su cuerpo para abrir, en vistas de que estaba solo en la vivienda.
No se esperaba la visita del ser que estaba tras la puerta cuando la abrió.
—¿Hola? ¿Park?—frunció el ceño confundido.
Su hermano le había hablado de él, como si no lo conociera desde niños. A pesar de ser dos años menor, siempre le había gustado pasar tiempo con él cuando a penas tenían entre ocho y diez años. Y ahora qué lo miraba más de cerca, había crecido mucho. Sin embargo, el había cambiado también, y ya no le tenía aquél cariño de niño inocente.
Jimin era bastante lindo y sexy para sus hormonas descontroladas, pero YoonGi estaba realmente confundido y tenía la cabeza dando vuelta en una relación que nunca debió ser.
—Oh, YoonGi—sonrió de lado, con dulzura, pero en sus ojos solo había maldad pura mientras observaba al mayor—, venía a buscar a Taehyung.
El chico se mordió la lengua, odiaba que olvidaran que era mayor. Y a Jimin se le había pasado llamarle Hyung, obviamente a propósito.
—Él no se encuentra en casa en este momento—respondió tosco.
Y además de aburrido, se encontraba de malhumor.
—Umh, ya veo...—desvío la mirada, quedándose en silencio por varios minutos.
Minutos que hicieron al contrario hervir de cólera, ¡le estaba tomando el pelo!
—¿Park, quieres que le diga algo o te puedes largar de una maldita vez?
Y cuando YoonGi está de malhumor es como un gato rabioso.
—Lo que quiero que me acompañes a dar un paseo por el parque, viejo gruñón.
Si... pero él es un gato rabioso que solo dos personas pueden dominar. Jimin era la primera.
©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5
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𝗘𝗹 𝗵𝗶𝗷𝗼 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗞𝗶𝗺 ミ 𝗧𝗮𝗲𝗚𝗴𝘂𝗸
FanfictionDesde que Jeongguk regresó a Seúl con su madre, no pudo quitarle los ojos de encima al peculiar hijo de los Kim. Y desde que Taehyung conoció a Jeongguk poco a poco se fué confundiendo aun mas, pero entendió que lo suyo con Hoseok no iba más. •.•.•...