Los sábados siempre habían sido sus días favoritos. El ajetreo de la ciudad, libre y liberado de los formalismos de la semana. Aire ligero y gente ligera, vestida ligera, caminando ligera, viviendo ligera.
Había vivido en muchas ciudades, y en muchas ciudades había sentido el insoportable malestar de no encontrarelcontactoquehacefeliz. El contacto que hace feliz era, es, esa relación íntima y tibia que sentía espontáneamente en su ciudaddeinfancia. En palabras del zorro al Principito, uno quiere, crea vínculos y losvínculoshacenlavida Supo entonces que también se hace vida andandopornuevoscaminos, con calles y ciudades. Y supo que cuando los vínculos no están, uno no camina, uno solo deambula por espacios neutros, aformes y homogéneos, entre sonidos y colores inexpresivos y casi mudos. Edificios y paredes que no dicen. Plazas y esquinas que no hablan.
Así le había pasado en cada ciudad recién llegada. Porque sí, a ella le llegaban las ciudades. La nueva no era ella. Desde siempre, ella habíasidosiempreella. Lo nuevo eran los caminos y sus nuevos laberintos.
Lo más duro de vivir en una ciudad recién llegada, eran sin duda los sábados. Por ser su momento favorito en la semana, éste se convertía en un verdadero martirio. Porque, cómo disfrutar de la vista de una pared vestida de sàbado, o de una calle con olor a sábado, o un de café con sabor a sábado, si no sabes cómo son los vestidosdeedificios, ni el oloresdecalles, ni el saboresdecafé durante la semana? La invadía entonces aquella sensación de vacío, de extravío y de abandono, propia a un sábadosinsábado.
Ella lo sabía. Ya le había pasado. Después de un tiempo, los vínculos aparecen, se hacen, se crean y para alegría del mundo, se imponen. Entonces la ciudad se empapa de sentido: la calle sin nombre, ni color, ni forma ni voz llega a llamarse lacalledondeconociaignacio, y a tener el color del díaenquecaminébajolalluvia, y la forma delabiciquecompreenrebaja y el sonido delavozdeAna.
Y el zorro tenía razón. Vivir, caminar y querer nos hacen fabricantes de vínculos. Y los vínculos nos hacen mirar, sentir, oler y escuchar la esencia de lo que es y de lo que está.
Entonces los sábados vuelven a ser sábados.
ESTÁS LEYENDO
Ciudades que hablan
Short StoryCuando te encuentras con una nueva ciudad aprendes a escuchar lo que sus calles tienen para decir, lo que sus paredes tienes para contar. Entonces puedes abrazarla y dejar que ella te abrace.