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Narrador omnisciente.

____ aún seguía sin poder creer lo que había hecho, ¡Lo había besado! Y no de una manera cualquiera, está vez no simbolizaba amistad, sino un sentimiento más puro y bello.

—____, ¿Te sientes bien? —Gowther aún sostenía las manos de la chica.

—E-eso creo —su mente seguía sobrevolando las nubes.

Había sido un momento muy especial para ambos, pues habían compartido los sentimientos del uno por el otro en una simple pero significativa acción.

Después de pensarlo durante algunos segundos, el pelifuscia se decidió a hablar nuevamente, era una pregunta obvia.

—¿Que fue lo que sentiste? —preguntó algo apenado, no quería incomodarla.

—Es algo que las palabras no alcanzan a describirlo, tu corazón se acelera al igual que tus pulsaciones, esa sensación de bienestar que te invade y te dice de manera indirecta que todo estará bien.

—Wow —el ojiamarillo la miraba estupefacto y sin habla. Había descrito de una manera casi perfecta lo que sentía, ambos lo sentían.

Sus ojos se conectaron en una sola mirada, no necesitaban hablar. Sus manos fueron entrelazadas de nuevo para luego juntar sus frentes y cerrar los ojos, dejándose llevar por la sensación de hace un momento.

—¡Contraataque! —ese grito más la peculiar voz que lo acompañaba fueron reconocidas al instante por ambos.

Se separaron lentamente, más antes de seguir su camino, una mano tomó suavemente la muñeca de ____.

—¿Eh? —volteó a ver con intriga a su compañero.

—Después de esto —desvió la mirada a un lado—, ¿Que procede? Es decir, me refiero a después de lo que acaba de suceder y todo esto, ¿En que situación nos pone?

—Oh —los pensamientos golpearon la mente de la chica, ¿Qué pensaría su hermano? ¿Cómo reaccionaria?

—Mira, si no quieres responderme ahora te comprendo —dió una pequeña risa nerviosa—, no te obligare o juzgare por tus decisiones. Piénsalo con calma.

Dicho esto se acercó a ____, para acto seguido depositar un beso en la frente de la nombrada.

—Esta bien, espero al final del día poder tener una respuesta concreta —regresó la anterior acción, pero en esta ocasión fue en la mejilla del chico.

Dieron la vuelta en una esquina y en otro par más. Al fin el cielo pudo ser visto con claridad, estaba ya oscureciendo.

—¿Tanto tiempo pasó? —musitó ____ mientras prestaba atención a su alrededor al verlo envuelto en el oscuro manto de la noche.

—Un punto bueno fue que logramos hallar al capitán y a tu hermano —señaló a ambos chicos quienes se encontraban al frente sobre una montaña de monstruos a unos cien metros de nosotros.

—Asi que de ahí provino el grito que oímos —la conclusión de la chica estaba en lo correcto.

Quizá era el momento perfecto para intentar usar su nueva habilidad y enfocarse en la conversación de ambos chicos. Miró al pelifuscia quien asintió.

Narra ____.

—Sabe horrible —oí a Arthur quejarse por lo bajo, al parecer aún ninguno se percata de nuestra presencia.

Espera, ¿Acabo de oír hasta ese pequeño susurro? ¡Genial! Mi poder funcionó, por ahora este, aún me falta la posesión de mentes pero eso es otro tema.

—Aún no se dan cuenta —susurró Gowther sonriendo, estaban tan absortos en su comida que no prestaban atención a su alrededor.

—No quiero sonar malagradecido, sir Meliodas, pero mi hambre ha desaparecido.

—¿En serio? —Meliodas devoraba la comida con una rapidez impresionante—. Eso o ya te dió asco.

—¡No, no, no! Nada de eso —se rascó la nuca, esa era una señal de que estaba nervioso—. Es decir, mi hermana aún sigue por ahí perdida.

—¿Dudas de ella? —oh cielos, ahora mucho menos quiero que noten nuestra presencia, quiero oír que piensa Meliodas de mí.

—Espera —puse mi mano al lado haciendo que Gowther se detenga y que mi concentración se perdiera, dando lugar a mí pequeña conexión perdida.

—¿Qué sucede? —se inquietó ante mi repentina parada.

—Quiero saber qué piensa ese pequeño pervertido sobre mí. Si nos acercamos probablemente interrumpamos una conversación que quiero oír.

Nos escondimos tras unos arbustos y de nuevo me enfoque en ambos, llegué justo a tiempo.

—Un poco la verdad —¿Arthur dudaba de mí? Sé que no lo dijo de mala manera, pero eso dolió—, sí soy sincero, tengo miedo de que algo le llegase a suceder. Es lo más preciado que tengo.

Sin querer una pequeña lágrima de felicidad recorre mi mejilla, él también era lo más preciado que tengo. Somos hermanos, así que supongo que solo nos tenemos el uno al otro.

—No debería hacerlo ¿Eh? —lo miró fijamente, vamos Meliodas ¡Hazlo! Quiero saber qué piensas de mí—. Arthur, sé que en el ámbito familiar solo la tienes a ella y viceversa. Pero es una chica fuerte, no es fácil derribarla cuando algo tiene en mente, ahora lo que tiene en mente es encontrarse contigo. Créeme cuendo te lo digo yo.

Nuevamente las lágrimas recorren mis mejillas, que te lo digan de frente es una cosa, pero oír como hablan de buena manera de ti hacia otra persona es algo maravilloso.

—Parece que oíste algo realmente bueno —sonrió y seco mis lágrimas—, ¿Sabes? Yo también pienso que eres una chica fuerte, linda y de un carácter inquebrantable. Pero así como tienes ese lado tuyo, se encuentra su contraparte, que nos muestra a una chica sensible y soñadora como cualquier otra persona. Eres muy especial para mí, ____.

Reprimí esas lágrimas de nuevo, eran de felicidad pero las reprimí no quería llorar más.

—¡Gracias! —lo abracé—. Tú también eres alguien muy especial para mí, has demostrado que bajo ese chico que parecía insensible se encuentra alguien que tambien tiene sus sueños y esperanzas, que buscaba una luz en la oscuridad que la había tocado vivir.

—Y tú —me señaló—, tú eres mi luz, ____. Tú me guiaras a través de la oscuridad que tengamos que atravesar.

—Tu también eres mi luz, nos complementamos.

—Se que quizá no es el momento más adecuado, claro quién quisiera recordar que su declaración fue en un laberinto lleno de monstruos —rió nervioso—. Aún así, no quiero guardar más esto. ____ Pendragon, ¿Quieres ser mi novia?

Por inercia me lancé a abrazarlo. Era un sí en definitiva.

—¡Sí! —nos separamos para continuar nuestro camino, esta vez llevábamos nuestras manos entrelazadas.

El camino se hizo corto, demasiado en verdad. Nos acercamos al dúo, quién seguía hablando de temas triviales, hasta que Arthur volteó a verme.

—¿____? —se levantó de golpe y yo alcé mis manos, soltandome del agarre, para abrazarlo— ¡____!

—¡Arthur! —lo abracé para seguido darle un coscorrón sin fuerza suficiente como para dañarlo— ¿Como te atreves a dudar de mí?

Meliodas dió una risa, no, una carcajada.

—Te escuchó —dijo de manera burlona mientras reía—, suerte que hablé de buena manera de ella, sino ahora mismo estaría tres metros bajo tierra.

Sobé si golpe mientras el exageraba.

—No fue con fuerza, aparte gracias a tu gato —acaricié al nombrado—, no pude golpearte bien. Pero te extrañé.

—Yo también te extrañé.

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