—Los doctores dijeron que nunca volveré a caminar...
La tensión en la habitación era casi asfixiante. Haruki y Mitsuya escuchaban atentamente las palabras de Manjiro desde el sofá aledaño a la cama de hospital; Draken había tomado asiento en una silla, alejado de Mikey por apenas unos milímetros; Chifuyu estaba de pie, justo detrás de Draken, golpeteando silenciosamente el respaldar de la silla.
Y junto a la puerta, en el rincón más lejano a Manjiro que encontró, yacía Kazutora.
—... Cuando caímos al contenedor de basura, mi espalda impactó contra una varilla de metal que se enterró en mi columna... Y como Takemichi cayó justo encima de mí, la varilla se incrustó aún más.
Hanemiya se estremeció ante la imagen mental, pero la que tenía justo enfrente suyo no era mucho mejor.
Meras horas antes, en el parque, le sorprendió el estado físico de Chifuyu, pero eso no se comparaba en lo absoluto con la apariencia de Mikey. Cabello blanco, confundible con las sábanas y paredes de su habitación de hospital; tez tan pálida que parecía que sus huesos traslucían a través de su piel; tubos y jeringas insertadas hasta en la más pequeña vena. Y sus ojos negros, tan vacíos como siempre, acompañados de ojeras de una tonalidad similar.
—Pero... ¿Por qué estaba Takemichi allí? —cuestionó Pah.
Mikey apuntó silenciosamente al gabinete junto a su cama. Draken abrió el compartimiento, sacando de este un cuidado retazo de papel.
La invitación de bodas.
—No la recibí cuando intentó entregármela... —explicó Manjiro—. Aun así, terminó entre mis pertenencias.
Los momentos de silencio sepulcral en esa habitación eran comunes. Los pitidos del monitor cardiaco y las gotas de lluvia que impactaban contra la ventana eran lo único que se podía escuchar, lo único que podría permitirle a cada uno de los presentes distraerse de la cruda realidad.
—¿R-realmente no hay posibilidad alguna de que... —Draken rompió el silencio, haciendo una pausa para tomar aire—, de que puedas caminar otra vez? ¿Terapia? ¿Cirugías? ¿Algo...?
Manjiro negó, de forma lenta. —Ya lo intenté, ya hicieron pruebas. Los nervios están destrozados... No hay nada que se pueda hacer.
En una acción infundada por la inquietud, Mitsuya comenzó a juguetear con la delgada cinta de medir que tenía en sus manos. Apenas Kazutora salió de su casa esa mañana, se dispuso a partir hacia su taller y terminar un par de piezas pendientes. Pero en cuanto recibió la llamada de Draken, informándole sobre el despertar de Mikey, dejó todo tirado y corrió hasta el hospital, sin percatarse de la cinta que aún colgaba de su cuello.
Soltó un suspiro, ganándose la atención de Mikey, quien esbozó un intento de sonrisa al notar el objeto entre sus dedos. Desvió su mirada a Pah, y a la pequeña placa en su pecho que dictaba su nombre completo y el de la agencia de bienes raíces de la cual era dueño. Por último, se fijó en Draken, prestando especial atención a su uniforme, que tenía grabado el nombre de su taller automotriz.
La sonrisa en sus labios tembló y pronto dejó escapar un sollozo, complementado con gruesas lágrimas que brotaban de sus ojos. En un acto empático, Draken tomó la mano de Mikey, procurando no tocar la intravenosa situada justo en su muñeca.
—Kenchin... —hipó Mikey, aferrándose al brazo del mencionado como si su vida dependiera de ello.
Draken rompió en llanto, envolviendo el pequeño cuerpo de su mejor amigo entre sus brazos, ya importándole poco las vías y cables a su alrededor. —¿Por qué...? —murmuró—. ¿Por qué te fuiste?
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Ghost of You || KazuFuyu
FanfictionKazutora Hanemiya vive una vida relativamente normal. Trabaja en una tienda de mascotas, vive en un bonito apartamento, y tiene la dicha de ver a Chifuyu Matsuno, el hombre del cual está enamorado, a cada momento del día. Tiene la vida con la cual s...