Kazutora Hanemiya vive una vida relativamente normal. Trabaja en una tienda de mascotas, vive en un bonito apartamento, y tiene la dicha de ver a Chifuyu Matsuno, el hombre del cual está enamorado, a cada momento del día. Tiene la vida con la cual s...
Dictó el Juez, observando fijamente a Mikey. Detrás de él se encontraban todos sus amigos, iguales de atentos a la sentencia del jurado, la cual definiría su futuro.
—Señor Manjiro Sano, se ha decidido darle imputabilidad por locura. Por tanto, queda descartado el confinamiento en prisión y, en cambio, como medida preventiva obtendrá cuidado y tratamiento.
Una sonrisa de alivio se posó en los labios de Kazutora. La suerte realmente estuvo de su lado, por una vez en sus vidas.
—... Y su custodia se le otorgará al aquí presente, Takemichi Hanagaki.
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30 de enero, 2019
La intensa luz entrante por el balcón impactó contra sus ojos, haciéndole sisear ante el ardor en sus retinas. Entreabriendo sus párpados, se estiró sobre la cama matrimonial tanteando el espacio a su costado, el cual encontró vacío. Antes de que la preocupación recorriera su cabeza, una lejana conversación —en lo que supuso era el baño privado de la habitación— lo hizo relajarse.
Aún adormilado, tomó una de las prendas de ropa tiradas en el piso, y se la puso, para luego dirigirse al lugar de donde provenían las voces. Estando allí, se encontró con la ya común imagen mañanera de su novio y su mejor amigo discutiendo o hablando de cosas banales en el baño.
—¿Cuál crees que se vería mejor? ¿La corbata roja o la azul? —preguntó Chifuyu, escupiendo la pasta de dientes en el lavabo.
"Cualquiera de las dos te quedará igual de bien, presioso ;)"
—Huh... Gracias, Baji —dijo, observando el bloc de notas frente a su rostro. —Pero así no se escribe precioso.
El ojiverde rio levemente cuando el lápiz se empezó a mover de forma agresiva sobre el papel.
"Prezioso"
—Intenta otra vez...
"Preciozo"
Matsuno esbozó una sonrisa lastimera. Baji tiró los brazos al aire, exasperado. —Ya está, ni siquiera sé por qué lo intento —bufó—. No aprendí a escribir en vida, tampoco lo haré muerto... Oh, ¡Buenos días, Tora!
Con un asentimiento de cabeza saludó al espectro, recostándose contra el marco de la puerta y cerrando los ojos nuevamente. Se sentía cansado, le dolían la quijada y las caderas de forma inhumana. No volvería a hacer caso a las ideas de último minuto que su pareja tenía estando en cama.
—Oye, ¿Tú qué opinas? ¿Rojo o azul? —dijo Chifuyu, volteando hacia su novio. La vista con la que se encontró hizo que su corazón se detuviera por un segundo—. ¿Es esa mi camisa?
Kazutora, sin prisa, bajó su mirada hasta su pecho, estirando con ambas manos la prenda que lo cubría. Solo llevaba puesto un par de boxers y una camiseta gris, propiedad de Chifuyu, que le quedaba algo ancha.
