Delirios de madrugada
Me ha dicho que escriba cuando no pueda conciliar[me] con los demonios a media noche. Me lo ha dicho sin dudar y con la facilidad que tiene un pájaro para alzar el vuelo.
El problema está en que mis letras se vuelven punzantes cuando sale la luna. Mis manos flaquean y escribo como si el destinatario fuese mi propio yo.
A veces me pregunto si no se irán después de saber la verdad. En la madrugada, más entrada la noche, eso deja de importar. Entre delirios encuentro fantasmas en el espejo, sobras debajo de la cama y voces que susurran mi nombre.
Quisiera ser siempre tan valiente como lo soy a las tres de la madrugada. Cuando todo el mundo calla, entonces es cuando dejo salir a la que suele estar encerrada. Y baila. Y grita a los cuatro vientos que quiere ser liberada.
En un arrebato de locura, corre hasta que los pulmones le piden tregua y se desmaya. Canta canciones de la infancia y escribe cartas. No sé si me arrepiento o me alegro de haber enviado una en los delirios de madrugada.
Ella me diría que está bien, que estas cuerdas no están para atarme, sino para darme voz. Que lo grite.
¿Realmente soy yo la que habla?
Caelia.
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Ecos de una voz
PoesíaOjalá pudiera leerme la mente y ver los secretos ocultos entre líneas. Si tan solo pudiera visitarme en sueños, entonces, solo entonces, entendería.