IMPORTANTE: En esta serie de one shots no existen las ETS. Si quieres saber sobre educación sexual están en el lugar incorrecto.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
●●●
Era uno de esos tantos días en los que el tiempo pasaba con extrema lentitud creando la ilusión de que las jornadas de trabajo eran más extensas y pesadas. En la oficina de la comandante se encontraba el capitán en compañía de otros soldados y entre ellos estaba Armin Arlet quién se encontraba completamente sumergido en su trabajo.
De un momento a otro, su vista le pide un descanso por lo que aparta la mirada, cierra los ojos por un par de segundos y al abrirlos su vista se centra en un florero repleto de margaritas. Sé quedó admirándolas durante un par de segundos hasta que inconscientemente Faith se adueñó de sus pensamientos y es que Armin comenzó a sentirse atraído por la pelinegra desde hace mucho tiempo, sin embargo, nunca se armó de valor para confesar sus sentimientos porque creía que la chica lo rechazaría.
En cuanto Levi se percató de lo despistado que se encontraba el rubio optó por tomar una pila de papeles para posteriormente lanzarla sobre el escritorio de Arlet quien rápidamente colocó los pies sobre la tierra.
—Estos papeles no se van a sellar solos, así que ponte a trabajar.
—S-Sí, capitán. Lo siento —respondió completamente apenado y continuó con su labor en completo silencio.
A simple vista parecía que Arlet estaba completamente concentrado en aquellos papeles, sin embargo, no había logrado sacar a Ruscetti de sus pensamientos y lo peor del caso, es que su imaginación se encargó de proyectar espontáneamente escenarios sexuales que incluían a la pelinegra. Esto provocó que poco a poco creciera una erección por debajo de sus pantalones y al darse cuenta, no lo quedó de otra más que levantarse de golpe y salir de aquella habitación sin dar explicación alguna lo cual dejó completamente desconcertados a todos los presentes.
Al llegar al baño más cercano, se lavó el rostro con agua fría y se miró al espejo.
—¿Qué está pasando conmigo? —se cuestionó con frustración mientras se aferraba con fuerza a las orillas del lavamanos.
—¿Armin? ¿Está todo bien? —pregunta Hange con preocupación al otro lado de la puerta.
—Ehh... ¡Sí! saldré en un segundo —aseguró tratando de sonar convincente.
—Oh, no te preocupes. De todas formas es hora del almuerzo, así que ve a comer algo y luego continuamos —anunció antes de retirarse.
Armin se miró una vez más en el espejo y se aseguró de no tener ningún bulto en sus pantalones antes de salir en dirección al comedor. Una vez allí, tomó una bandeja con su respectiva comida y tomó asiento en una de las tantas mesas que se encontraban vacías. Cuando alzó la vista, se percató que Ruscetti se encontraba comiendo frente a él.
