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Namjoon se encontró con la imagen de la pareja acurrucada en el sofá en el instante en que entró. En el sofá individual, Seokjin comía tranquilamente un ramen instantáneo mientras los tres veían hacia la pantalla, donde Inuyasha se reproducía.
—Llegamos —anunció Hoseok a su lado, evitando mirar hacia la pareja para no terminar fastidiándose. Yoongi inmediatamente pausó la televisión y se separó de Jungkook.
—¡Hyung! —gritó el menor con emoción, lanzándose a abrazar al Namjoon—. ¡Te extrañé mucho! Todo salió bien, ¿verdad?
El adulto rió y besó su frente, sonriendo. —Por supuesto que sí, mocosito —Namjoon no pudo evitar observar de reojo la suave sonrisa en el rostro de Yoongi, quien luego se puso en pie y se acercó a los tres, haciendo una reverencia.
—Lamento la intromisión. Permítame ayudarle con sus maletas, Namjoon-san.. ah, -ssi —corrigió al instante, avergonzado por las risas burlonas de parte de su novio. Los tres adultos resistieron sus burlas y el recién llegado asintió, cediendo su maleta a su cuñado.
—No es problema. Y gracias —añadió. Alzó su mano, dudando por un momento al sentir la mirada de todos sobre él, pero finalmente acarició el cabello de Min brevemente. Y no pasó desapercibido para él el jadeo sorprendido de sus hermanos. Casi terminó sonrojándose de la vergüenza.
—Uh.. Lo dejaré en la puerta de su habitación —avisó antes de finalmente retirarse, con el corazón acelerado ante aquella muestra de afecto que lo hizo sentir como un hermano menor. Así es como se siente Jungkookie.
Mientras tanto, con los cuatro hermanos Kim, Seokjin comenzó a reír y burlarse de Namjoon, mientras Hoseok lo veía de forma acusadora, pues se sentía traicionado de alguna forma por el hermano que más confió en que le apoyaría.
—¡A Namjoon-hyung le agrada Yoongi! —canturreó Jungkook con diversión, abrazando con más fuerza a su hermano. No fue capaz de disimular la felicidad que le producía el que sus hermanos fuesen aceptando poco a poco a su novio y, eso, los mayores lo notaron.
—No es cierto —negó débilmente, sin realmente la voluntad de discutir.
—¡Claro que sí! —contraatacó Seokjin—, lo trataste igual que como tratas a Jungkookie.
—Es porque es un mocoso igual que Jungkookie —dijo con obviedad, intentando ignorar a sus hermanos que seguían insistiendo con lo que, él sabía, era la verdad. Aún así, Yoongi también era un mocoso así que no había mucha mentira en ello.
Y bueno, sí, quizás le agradaba Yoongi; principalmente por esos pequeños gestos como detener todo para que Jungkookie lo salude, disculparse por estar en su hogar o verse feliz de que el menor esté feliz. Y sí, quizás le tenía reservado un poco de cariño porque podía imaginarse lo difícil que era verlos como una familia feliz y volver luego a un departamento vacío.
