Capítulo 8
>>Mariana<<
Al apartarme de sus labios todo el peso de la culpa cayó sobre mis hombros, sentía que estaba traicionando a mi hija y lo único que quería era irme del departamento. Al salir del edificio me sentía sofocada, no podía creer que un momento tan lindo me ocasionara este terrible sentimiento y no sabía cómo lo confrontaría. Caminé durante más de una hora, no quería ir a casa a pesar de que sabía que mi hija no estaría, quería hablarlo con mi mejor amiga pero si lo exteriorizaba me sentiría peor así que opté por sentarme en la banca del parque dejando que el valor volviera a mi cuerpo y pudiera regresar a mi hogar. Eran más de las 10 pm cuando supe que no podía estirar más el momento, me subí al primer taxi disponible y media hora más tarde estaba frente a la puerta de mi casa. Al entrar no pude seguir conteniendo las lágrimas, me sentía la persona más horrible del mundo y supe que lo mejor era encerrarme en mi cuarto porque no tenía idea de que tanto tardaría en regresar mi hija. Estuve horas abrazada a mi almohada sin dejar de llorar, cuando escuché la puerta de entrada me cubrí la boca con la mano para que Romina no llegara a escuchar mi llanto pero al parecer no sirvió de nada
- ¿Mamá? – habló dando dos suaves golpes en la puerta - ¿Estas bien?
- Si, solo me duele la cabeza – mentí tratando de controlarme
- ¿Puedo pasar? – preguntó preocupada
- Ya es tarde, deberías ir a dormir – sin importarle mis palabras abrió, vino hacia mí y encendió la lámpara de mi buró para que hubiera un poco de luz – Anda a tu cuarto
- ¿Qué pasa? – acarició mi rostro – Este llanto no es de dolor de cabeza
- Estoy bien – al decirlo nuevamente me ganaron las lágrimas – Solo quiero dormir
- No me gusta verte así – se sentó en el borde de la cama - ¿Peleaste con papá?
- No sé nada de tu padre, desde que llamó para decir que tardaría más en regresar no hemos vuelto a hablar – con la sabana limpié mi rostro
- ¿Puedo quedarme a dormir con vos? – su voz salió con tanta ternura que no pude negarme, solo asentí con mi cabeza - ¿Me prestas uno de tus pijamas?
- Agarra el que quieras – fue hacia el closet
Mientras buscaba no saqué los ojos de encima suyo, sabía que no estaba bien lo que había hecho con su amiga pero a su vez jamás me había sentido tan bien en mi vida y lo que menos quería era terminar lastimando a mi pequeña. Cuando menos me di cuenta ya se había cambiado, rodeó la cama para subirse del otro lado y al acostarse me abrazó por detrás dejando un beso en uno de mis hombros
- No sé qué pase mami, pero todo va a estar bien – susurró con dulzura
- Solo prometeme que siempre vas a estar a mi lado – pedí sintiendo un enorme nudo en mi garganta
- Toda mi vida mamá – me abrazó con más fuerza – Te amo muchísimo
- Y yo a vos princesa – puse mi mano sobre la suya – Vamos a dormir
Pasaron unos pocos minutos cuando su respiración pausada me dio la pauta de que estaba completamente dormida pero yo no pude pegar un ojo en toda la noche. Cuando amaneció me levanté con cuidado de no despertarla, dejé un suave beso sobre su frente y fui al baño para darme una ducha. Regresé al cuarto envuelta en la toalla, tomé ropa de mi closet y fui al cuarto de mi hija para vestirme. Una vez cambiada bajé a la cocina para prepararme un café, ya con la taza en mano me senté frente a la isla y tomé mi infusión sin dejar de pensar en que era lo correcto en esta situación
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Donde Menos te lo Esperas
RomanceA veces no importa que tanto busquemos, el amor aparece Donde Menos te lo Esperas.