Un no muy breve interrogatorio

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La noche avanzaba y cada minuto pasante se convertía en un eternidad. Lamentablemente y digo lamentablemente tenía que esperar a que mi madre llegase, era éticamente lo que siempre hacía y lo que toda madre espera de su hija, aunque muchas veces no tuviese ganas de hacerlo simplemente porque me placía eludir su interrogatorio sobre como estuvo la escuela ese día. Pero si me iba a dormir antes de tiempo, conociendo a mi madre ella no asumiría sencillamente que estaba cansada sino todo lo contrario su "sentido común" le advertiría que me había pasado algo de lo que no quería hablar e intentaría a toda costa saber que es. Y como es de esperarse, no permitiría que algo tan pueril perturbe mi sábado. Esa noche, justamente esa noche no me complacía para nada la idea de seguir haciendo cualquier cosa para matar el tiempo y esperar hasta las nueve menos cuarto o quizás más o quizás menos, ¿las madres no pueden entender que hay días en los que no nos gusta que intenten sonsacar información más de la cuenta o sencillamente no tenemos ganas de hablar de lo que ocurrió aquel día por una razón personal que por ley tenemos derecho a reservar?. Y ahora como diría mi tía estoy sonando como una abogada y eso es lo que la mayoría en mi familia espera de mí en el futuro, una abogada. Derecho no tiene nada de emocionante, con simpleza es una carrera que muchos estudian en el país como una fuente de ingresos rentable debido a su expansión en el mercado laboral, si es que algún día pensé en estudiarlo la respuesta ahora es rotunda: no. Y aunque es verdad que aún no sé qué quiero exactamente, podría considerarlo un crimen pero hay ocasiones en los que estoy plenamente confundida en cuanto a eso y espero que nadie me reproche por eso. De hecho, si lo sé pero no me gusta comentar mis propios ideales personales y profesionales delante de mi familia, únicamente si es que llegan a enterarse por factores externos lo mínimo que espero de ellos es que no me juzguen por eso, no tienen ese derecho, además que pueden arreglar ellos sabiéndolo.
En ese preciso momento fue cuando percibí la llegada de mi madre, sus marcadas pisadas bajar del ascensor y recorrer el pasadizo, por suerte no acostumbraba a usar zapatos de tacón porque ese sonido era de los más irritantes y me provocaban un ataque de nervios si se le puede llamar así a esperar impacientemente para que cesen. Seguido a eso, oí la bisagra de la puerta abrirse y emitir su chirrido característico luego de introducir y girar la llave y emitir un suave empujón. Como siempre y por inercia salí a recibir a mi madre

— ¡Ay Mía! El tráfico es un caos — comentó desconcertada

— Lo sé, es caótico — dije en respuesta con poco interés

Al ver que mi madre no decía nada más me apresuré a hablar

— Veo que hoy salisteis tarde ¿o fue el tráfico?

— Ambas cosas, hubo reunión pero sólo duró poco más de media hora así que pensé que podría llegar aquí antes de las ocho y poder cenar juntas pero todo se retrasó, hay demasiado congestión en la Javier Prado, lamentablemente cuando estaba en el embrollo era ya imposible tomar cualquier ruta alterna

— Ha de ser así — dije — supongo — agregué dubitativa

— Ya me entenderás cuando conduzcas — refutando mi supuesto intento por pretender saber más que ella sobre el tedioso tráfico

— Mira mamá la congestión vehicular es así y no podemos hacer nada para cambiarlo a menos que lo haga el gobierno — que evidentemente no moverá ni un dedo, si no lo ha hecho en décadas — expliqué

— Tampoco seas pesimista, tu tía tiene razón cuando dice que eres demasiado joven para amargarte la vida con problemas de adultos, pero si, si, hay que admitir que estas autoridades sólo están para apropiarse del dinero de nuestros tributos a cambio de ninguna mejora en nuestro quehacer diario, sólo nos queda trabajar para seguir adelante

Asentí resignada y aún algo disgustada por la plática y el mismo tema de siempre: la realidad diaria

— Y por cierto, ¿ya cenaste?

Un camino sin retornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora