CAPÍTULO 4. El Especialista

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     Inmediatamente de que Hoffmann me indicara que me preparase con lo que sea que tuviese para defenderme para el viaje, Sophia entró al cuarto con Emma entre despierta y dormida, con el espíritu de llegar a un lugar seguro lo más pronto posible. 

     La noche era lluviosa, lo suficiente como para que no pudieras ver más allá de 5 metros a lo lejos, debido a que el espesor de la lluvia era tanto que el Río Elba se llegó a desbordar en ciertas partes de la ciudad, lo cual, para nuestra mala suerte, nos impidió el dejar la ciudad de inmediato, retrasándonos casi 2 horas debido a que justamente con las fuertes lluvias y con que las tropas de los rojos ahora sí estaba ya a unos cuantos metros de la ciudad, se desató el caos con personas corriendo de un lado a otro por refugio, el buscar un sitio para pelear o huir como lo hacíamos nosotros, odio tener que huir de nuestra realidad y no poder hacer nada al respecto.

     Saliendo del bar de Sophia, nos fue a despedir ella en la entrada del establecimiento acomodando a Emma y sus cosas en la parte trasera a la derecha, yo me senté en la parte trasera también solo que del lado izquierdo y nuestras cosas en el medio, en cuanto a la moto voladora existía la posibilidad de llevarla en la parte de arriba boca abajo, pero con las prisas de que en el fondo se escuchaban ya los primeros estallidos de la batalla y con un río que sacaba sus aguas como si parecieran olas gigantescas del Mar del Norte amenazándonos de encerrarnos en el centro de Hamburgo, mejor decidimos el dejarla e irnos en el momento, Sophia ya tenía sus planes de refugio, por lo que no era una preocupación el dejarla, al fin de al cabo lo peor que le podría ocurrir a ella era el empezar a darles tragos a los rojos una vez tomada la ciudad. 

     Hoffmann, por su parte, debo decir que, no era una persona tan cerrada como pensaba, tiene su carisma y gracia. Tenía un corte de pelo rapado de los lados y de la cresta peinado hacia atrás (en plan malote), era de pelo entre gris y rubio, honestamente no sé si ese era su color de pelo natural o es porque ya es más viejo de lo que aparenta, tiene ya unas cuantas arrugas en la cara lo cual lo hace lucir más viejo, pero me comentó que tenía 36 años de edad, puede ser que todas esas marcas de envejecimiento hayan sido debido al gran estrés que genera en los soldados el permanecer en el frente de batalla, cara con una barbilla entre afeitada y barba de 3 días del mismo color de su cabello. 

     Tenía un gusto excesivo, diría yo por el tabaco y el alcohol, se cargaba sus puros en una cajetilla de metal y su alcohol que al momento de destaparlo desprendía un olor fuertísimo, al menos tenía la amabilidad de no tomar o fumar enfrente de Emma y siempre se cargaba sus gafas de sol de forma de lentes circulares. Su aspecto era una chaqueta sin abrochársela de la Wehrmacht, con pantalones entre tonos verdes y grises, botas negras súper apretadas y una camisa de vestir negra. Honestamente, si es que es un militar, rompe varias reglas de vestimenta de un soldado de la Wehrmacht en condiciones normales.  

     Llegó el momento de que me despidiera de Sophia. Con estallidos de explosiones del frente y relámpagos en el fondo y una lluvia tan fuerte que casi no escuchaba una palabra de lo que me decía, sí pude entenderla. 

–¿ESTARÁS BIEN?!! 

–SÍ!!, USTEDES NO SE PREOCUPEN POR MÍ, SÉ CÓMO CUIDARME! 

–ESPERO QUE NOS VOLVAMOS A VER!, FUE UN PLACER –despidiéndose de mano.

Sophia le abraza fuerte –CUÍDENSE POR FAVOR, NO TE SEPARES DE EMMA–

–NO LO HARÉ –Axel pasa a retirarse a subirse a su asiento.

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     Sophia observa a Axel subiendo al vehículo y volteando a ver a Hoffmann despidiéndose con la mano en alto y Hoffmann le regresa la despedida con un gesto de la cabeza de arriba abajo, para pasar a subirse al vehículo. 

Hijos de FatherlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora