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No había pasado mucho tiempo desde que Jungkook había llegado a casa de Min Yoongi, junto con él

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No había pasado mucho tiempo desde que Jungkook había llegado a casa de Min Yoongi, junto con él. El menor aprovechaba cada tarde en compañía de su novio, porque sabía que el tiempo se limitaría, una vez que naciera su bebé.

El profesor estaba con sus lentes puestos, y una pila de papeles a su lado, sentado en la mesa del comedor, con el chico observándolo y buscando su atención. Jungkook no se sentía lo suficientemente confiado para vocalizar sus deseos; sin embargo, ya sea por el embarazo o porque con el despertar de su sexualidad, su lívido solía mantenerse en los límites de lo preocupante, y con el andar de su tranquilo noviazgo con Yoongi, esto comenzaba a afectarle. No era falta de cariño de parte de su novio, porque éste era atento y amoroso, detallista y romántico, dedicándole canciones en el piano y comprándole chocolates de vez en cuando. Había amor y Jungkook no podía quejarse, pero, después de aquella primera vez en que hicieron el amor, y la posterior noticia de su embarazo, nada más allá de un par de besos había vuelto a pasar.

Jungkook se mordió el labio inferior, fantaseando mentalmente con las manos venosas de Min, que jugueteaban distraídamente con un bolígrafo, mientras revisaba sus papeles. Él sólo tenía 19 años, y su cuerpo era un hervidero de hormonas. Sumándole los estragos que el embarazo estaba haciendo con él, parecía un volcán a punto de explotar. Necesitaba ser tocado y besado en lugares específicos, ansiaba las manos de su novio apretando y presionando contra él, o asfixiándolo, si se atrevía a ser osado. Por favor, rogó en su fuero interno, carraspeando para apartar las imágenes que se formaban tras sus párpados.

—Hyung... —le llamó, pensando en cómo darle a entender que le necesitaba de esa manera, antes de enloquecer de fiebre. Y no, él no estaba agripado. —¿Le han dicho que se ve realmente bien con anteojos? —probó con un piropo simple, sonriendo coqueto. Min, tomado por sorpresa, alzó su mirada confundida, parpadeando un par de veces.

—Am... ¿no? —dudó, regalándole una sonrisa dulce.

—Le quedan increíbles —se estiró para tomar su mano libre y entrelazarla con la suya. La piel de su novio estaba fría, mientras que la de Jeon ardía, como todo dentro de él. Presionó sus dedos entrelazados y volvió a morder su labio inferior. —Son... mh... calientes —se atrevió a decir, cerrando sus ojos. Ellos podían haber cruzado aquella barrera de profesor y alumno, pero Jungkook continuaba guardándole un respeto inconsciente, como a cualquier figura de autoridad. Yoongi tosió, azorado y liberándose del toque del menor, como si literalmente, le quemara.

—¿Tienes hambre? —desvió el tema y el rechazo le dolió un poco al menor. —Yo me tardaré un poco más aquí... pero, puedes comer lo que quieras, estás en tu casa, ya sabes.

—No tengo hambre —y quiso añadir algo más, buscando tentarle, pero se retuvo ante el resultado que tuvo su primer intento. —¿Es muy importante eso? —señaló vagamente a la pila de papeles, poniéndose de pie, pretendiendo mirar de cerca de qué se trataban.

Ni tan JUNTOS, ni tan REVUELTOS - YoonKook/NamKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora