Capítulo 4

71 10 6
                                    

•. ✶

˚ · .   ·

.  °·

Su carácter, es un pañuelo rojo. La vida, el toro.

.   ·

*       ·

* . •   ·

Sentía un nudo en el estómago, como si algo del desayuno le hubiera hecho daño. Lo cual sería ilógico, puesto que apenas y había dado un par de bocados cuando fue arrastrada de su mesa en el comedor. Entonces tal vez podría culpar al ajetreo con el que era llevada hasta los pasillos del castillo, sus pies apenas respondían a la velocidad y se encontraba constantemente tropezando y con el peligro de caer.

El gran grupo de personas no le permitía ver la razón de tanto alboroto, ¿desde cuándo se había vuelto tan interesante la pared? Claro, debía ser algo sobre la pared lo que causaba tantas reacciones adversas. Antes de escabullirse entre las personas, vio como Angelina se cubría de una aura pesada y agobiante. Algunas de sus amigas intentaron acercarse a ella con la intención de hacerla calmar; Amélie quería descubrir por qué se había puesto así.

—¡Eso incluye el Quidditch!, ¡Quiere cancelar el Quidditch! —las cejas pelirrojas de la Hufflepuff se encorvaron. No, debía de estar escuchando mal, era imposible que cancelaran el Quidditch. Estaba segura de que antes cancelarían las clases de historia.

Con el grito de Angelica, las personas comenzaron a disiparse y sólo quedo Luna, quien la había sacado del comedor con tanta prisa. Ésta miraba el anuncio con la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha. Amélie tardó un par de segundo en leer el decreto completo.

No formaba parte de muchos grupos, estaba en un club de duelo con los compañeros de casa, en el equipo de Quidditch y en el recientemente formado club de DCAO. Sabía bien que los primeros dos no habría problema alguno en restaurarlos, que, aunque no era una fanática total del Quidditch como Oliver Wood, si le ayudaba a golpear a una que otra persona con la excusa de que le daba a la bludger.

—¿Crees que lo sepa? —la pausada voz de su amiga hizo que centrara toda su atención en ella.

—No, no hay manera —ahora Hogwarts no parecía ser el lugar seguro que proclamaban en el discurso de bienvenida. La diferencia es que ahora no debían cuidarse de los peligros externos del castillo, no, el peligro tenía nombre, apellido y un traje rosa —Pero está asustada —.

Quizá todos lo estaban. Nada más faltaba que pusiera un decreto acerca de cómo usar los cubiertos en la mesa y en qué orden cepillarse los dientes. Justo ahora la idea de haber estudiado en Beauxbatons no sonaba tan descabellada, además, sus uniformes eran preciosos y los alumnos increíblemente atractivos. Podía verse a ella misma montando un pegaso como examen final.

—Amélie —la llamó la Ravenclaw, sacudió su cabeza pues la imagen de ella sobre un caballo alado había hecho que se olvidara de que estaba acompañada —Tienes los oídos llenos de torposoplos —dijo en un susurro.

A veces no lograba entender a Luna, era consciente del alma tan pura e inocente que la caracterizaba, todos podían ver eso a simple vista. Es por lo mismo que se molestaba tanto cuando se enteraba que en su casa le jugaban bromas bastante pesadas. Si bien, no estaba del todo segura de que las criaturas que Luna afirmaba ver fueran reales, jamás hizo algún intento por corregirla —Gracias, Luna. Intentaré pensar en algo positivo —.

Los hufflepuff no somos débiles ~Harry Potter~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora