Prólogo.

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El mundo se acaba. De eso me enteré cuando observé lo que nuestra raza le estaba haciendo al mundo, concretamente a la naturaleza. También descubrí que la vida no es para siempre, al menos no para todos, cuando tuve que matar y ver morir a uno de mis parientes, pero eso fue hace mucho tiempo, o al menos mi mente es así como lo recuerda. Mi mente borró gran parte de mi pasado, solo tengo unos pocos recuerdos, como el de un bosque verde o la sangre cubrir mis manos después de haber matado a Jun. Nunca fui alguien que destacó entre los demás, aunque tampoco es que quisiera hacerme notar demasiado, ni alguien que tuvo grandes expectativas. Ahora tampoco lo soy. Tampoco solía sentir curiosidad hacia algo, por eso, aquella vez que mi cuerpo y mi mente tuvieron ese impulso de conocer y de liberarme de aquello, me sorprendí. Si os preguntáis que he hecho a lo largo de mi vida, con tres palabras os bastará; Buscar, encontrar y matar. Esas tres palabras, si las unís bien, os acercareis mucho a lo que he estado haciendo. Ahora, viene la verdadera historia, aunque este no es su principio real, sino el que yo pienso que sería el más indicado...

Contemplé como el sol caía de nuevo en su profundo sueño, dejando de paso a la oscuridad que iba siendo iluminada lentamente por pequeño puntos lejanos de luz. Despedí el día mientras miraba detenidamente a la persona que tenía delante, estaba asustado y si no tuviera orgullo lo más posible sería que estuviera llorando, Lauren, había descubierto que era demasiado débil estando enfrente de tan solo una chica, estaba bastante claro que las apariencias engañaban. Se agachó y miró al suelo, como si fuera un sumiso, y yo que pensaba que pondría resistencia, supongo que no siempre se encuentra la diversión que se busca.

-¿Qué es lo que quieres?-su voz temblaba, aunque trataba inútilmente mantener su tono normal. Le era totalmente imposible, cuando se tiene miedo no se controlan las acciones.

-En un principio, querría la salvación del planeta y después la felicidad para las buenas gentes, pero como sé que tú no puedes concederme nada de eso, ¿para qué dejarte vivir?-fueron mis palabras, no tenía el tono frío que utilizó John cuando entré, ni el sereno de Archer en el momento en el que le voló la tapa de los seso a su mejor amigo por traidor. Era un tono vacío. Me aferré a mi arma con fuerza, no por miedo, sino para parecer más firme.

-No, por favor-su cara se deformó por el horror de mis palabras, un escalofrío me recorrió haciéndome sentir un extraño placer, en ese instante me pregunté si fue por su cara al saber que su muerte iba a ser inminente.-Yo no hice nada para empeorar este mundo ni he matado a gente.- de nuevo, mentiras y más mentiras. Otro intento instintivo para salvarse, tal vez a otros les sirviera, pero a mí no.

-Deja ya de mentir-fueron las últimas palabras que escuchó antes de caer y de chocarse contra el duro suelo del pavimento. Miré buscando quien había osado quitarme a mi presa, no encontré a nadie, las calles seguían solitarias, solamente llenas con viejos fantasmas del pasado. Busqué con la mirada la sombra de alguien entre los edificios abandonados, nada. No había nadie. Al menos, no había "nadie" que fuera un ser humano.

-No sabía que vosotros utilizarais pistolas-le grité mirándolo a sus ojos negros.- Pensaba que erais más de utilizar otro tipo de armas.-sonrió de lado.

-Teníamos que modernizarnos ¿No crees?- preguntó mientras saltaba de un segundo piso, su gran abrigo rozó el suelo al caer agachado, se sacudió un poco el polvo que podía haber tenido y se acercó con paso lento hacia mí.

-Bueno, antes erais más originales.- fue mi comentario mientras lo miraba, intentando analizar cual sería su próximo movimiento para estar preparada.

-Que se le va a hacer, las reglas del departamento son así.-se paró a una distancia prudente de mí, aunque estaba bastante cerca. Se acercó al cadáver y posó una mano en su cabeza.

-Que pena, no tenéis elección propia.- mis palabras no parecieron molestarle, tal vez porque estaba concentrado. - Nosotros disfrutamos más libertad que vosotros, Arbel- segundos más tarde ya se había levantado y anotaba algo en una libreta rápidamente.

-Lauren Teeson, hora de la muerte 22:04...-siguió murmurando datos y más datos, después de unos segundos paró de escribir y me miró.- Que puedas elegir un tipo de arma, no quiere decir que seas más libre que nosotros, Ashey.- sus palabras parecieron duras, pero no me afectaban, hacía años que eso había dejado de importarme, pero aún así, cuando iba a replicar... Él ya se había esfumado con la fría brisa de la noche, como si nunca hubiera estado delante de mí...Como si nunca hubiera existido.

¡Hola lectores míos! Espero que os haya gustado esta introducción a mi historia.¡Adiós lectores!

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