Capitulo 5 Un martes atrápame si puedes🦎

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Un nuevo día comenzaba, y curiosamente, el cuerpo de Denise se sentía más ligero que la noche anterior, posiblemente por el gran día que vivió con Luisa. Por ello, con esa energía inyectada, se levantó de su cama, se alistó con sus ropajes nuevos y decidió bajar a la cocina, esta vez despertando antes de que Sarah la hiciera.

Claramente fue la sorpresa de la señora, que en efecto, estaba terminando de hervir la leche recién traída del lechero para irla a despertar para que no se le fuera a regar mientras subía. La recibió con una clara y notable sonrisa, la cuál, la recién llegada no dudó en corresponder.

—Te notas animada, ¿pasaste buena noche? —colocó en un plato varios panes dulces, para que la joven eligiera cuál quisiera comer, mientras servía en las tazas café de olla. —¿Tienes algún plan para hoy?

La chica se sentó en la silla mientras asentía con alegría como respuesta a la pregunta de la señora, pero luego, se quedó pensativa, un buen rato. Realmente no tenía algo que hacer, tampoco conocía a nadie como para dar la vuelta.

E intuyendo esto, Sarah se sentó, ofreciéndole la taza a Denise con café, luego empujó la azucarera y pasó una cuchara.

—¿Porqué no sales por ahí nada más? Conoce el pueblo. A veces perderse es divertido, conoces cosas que nunca hubieras conocido con un plan específico. —Tomó la taza entre sus manos para elevarla a la altura de su rostro, donde sus labios se juntaron y comenzaron a soplar para quitarle un poco lo caliente. Cuando consideró que era suficiente, dio un ligero sorbo para comprobar la temperatura.

La lógica de la mujer no era tan desatinada, por algo ella estaba ahí.

Sin demora, preparó su café, pues aquel olor la estaba llamando demasiado. Y mientras movía la cuchara pensaba en las palabras de su anfitriona, seguramente sería divertido, y ahora que ya tenía la ropa, seguro no le tratarían de la forma tan fría como el día anterior.

En esta ocasión Denise levantó los trastes y los lavó, no quería que Sarah se tomará más molestias de lo habitual. Y como respuesta, recibió una caricia en la cabeza, revolviéndole los cabellos. Al parecer le inspiraba bastante ternura a la mujer. Ambas salieron de la casa, tomando diferentes caminos, pues Sarah debía hacer algunos mandados y Denise conocer Encanto.

Sus pasos eran tranquilos, como los de algún turista fascinado por el lugar. No lo negaba, era bastante bonito. Conforme se iba adentrando al centro, veía más personas caminando, yendo y viniendo, pareciendo no tener un rumbo fijo, pero sí lo tenían.

Se sentó en una banquita donde un árbol le tapaba del sol, pues, enfrente a esta estaba un pequeño parquecito donde unos niños jugaban. Algunos con los columpios, resbaladillas, pero todos riéndose y divirtiéndose.

Al menos la mayoría. Se percató que en un grupito de varios niños, habían unos más grandes, que parecían ser bastantes populares precisamente por la edad, llamándole la atención a los más pequeños.

Y uno de ellos, el más joven de todos, estaba siendo rechazado por ellos, justamente por la edad, alegándole que se caería y seguramente se pondría a llorar.

Si bien, podría llegar a ser cierto que podría lastimarse, se le hacía algo injusto a Denise que lo apartaran por ello, pues, ninguno estaba exento de caerse, eran gajes del oficio al jugar en un parque y más siendo niños. La bolita de niños se fue, dejando a ese pequeño llorando y bastante enojado.

Eso le partió el corazón. Tras meditarlo apenas una fracción de segundo, se levantó de la banquita en dirección al niño, pero al parecer no era la única que tuvo la misma idea, pues, un joven de cabellos rizados y un poncho amarillo se había acercado también.

Sólo tú y nada más(encantó)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora