(NOVELA ACTIVA)
El final de la estudiante de honor académico en Hogwarts, Hermione Jean Granger, dio un giro inesperado cuando abandona el ministerio a sus treinta y seis años y se presenta como profesora en el colegio Hogwarts de magia y hechicería...
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Léa Malfoy
Agradecí que Hermione no hiciera muchas preguntas, simplemente abrazarme y hacerme suaves caricias, con estar a mi lado me bastaba.
—Mi padre vendrá a las siete— dije con los ojos cerrados, yo tenía mi cabeza apoyada sobre su pecho, ella descansaba sobre la cama mientras una de sus manos se deslizaba por mi espalda y la otra hacía suaves caricias en mi mejilla.
—¿Tienes todo listo?— preguntó, yo asentí.
—Esta mañana... Había ido a eso, comprobar que todo estaba preparado y me crucé con Scorpius– recordé sus ojos grises llenos de frialdad, la primera indicación de que algo iba mal —Creo que él venía de discutir con alguien, venía muy enfadado y yo intenté calmarlo pero salió mal— solté aire por la nariz recordando sus palabras.
A diferencia de ti yo no necesito a nadie que me consuele, así que márchate y déjame en paz de una jodida vez.
—Intenté... Intenté decirle que podía desahogarse conmigo, que me dijera cual era el problema que yo no dudaría en ayudarle pero él se abrumó, necesitaba estar solo y creo que lo agobié, tanto que descargó su enfado conmigo— tragué grueso cuando recordé como me había dejado sola en mitad del enorme pasillo mientras él se alejaba maldiciendo.
No había visto jamás así a Scorpius, sabía que algo le ocurría, que algo había pasado pero él se rehusaba a decírmelo.
Hermione besó mi frente y deslizó sus caricias al borde de mis labios.
—Es normal, Léa, a veces nos enfadamos y decimos cosas que no queremos decir, se le pasará, además es tu hermano después de todo y sabes que te quiere— si, claro que lo sabía, pero eso no quita que sus palabras en parte tengan razón. Asentí y miré de reojo el reloj.
Solo 1 hora.
—Tengo que prepararme— dije poniéndome recta, ella dejó caer su mano por mi espada mientras me miraba.
—¿En qué volverás a casa?— preguntó mientras yo tomaba la ropa que había escogido para el viaje.
—En el coche volador de mi padre– dije y me quité la ropa, sentí su mirada sobre mi atentamente.
—Oh, coche volador...— escuché que rio ligeramente, me giré hacia ella y la miré curiosa.
—Algún día te contaré la historia de cómo comenzó lo de los coches voladores— sonrió con nostalgia y se puso de pie, sin decir nada más me puse el pantalón negro de mezclilla y el jersey de cuello alto blanco, unos zapatos cómodos y dejé mi pelo suelto.
