Capítulo 09 (primera parte)

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[Pov Taeyong]

El tiempo paso lentamente mientras comíamos, el japonés poniéndome nervioso cada que me miraba fijamente, sus hermosos ojos marrones clavados en mi, sin expresión alguna, algo que me desesperaba pues no lograba saber que pasaba por su mente, pero aquel brillo en sus ojos me erizaba la piel, porque me indicaba que no era nada decente.

Cuando termino de comer, suspiro satisfecho, recargando su codo en la mesa, posando luego su barbilla sobre su mano, llamando mi atención con un suave "¡Hey!".

- ¿Sucede algo?

- Comes muy despacio Taeyong, tengo planes contigo.

- ¿Conmigo? ¿Qué clase de planes?

- Unos demasiado interesantes...

- ¿Qué es?

- Apresúrate a comer y lo sabrás.

- Si se trata de algo de "eso", me niego Yuta, me duele demasiado el cuerpo aún.

- ¿Qué te dije Taeyong?

- Lo sé, pero no me siento con ánimos de hacer nada...

- Bien... Entonces...

Se levanto de la silla y salió del apartamento, dejándome completamente confundido.

 ¿A caso se había molestado?, me levante tan rápido como hube reaccionado, saliendo en un intento de alcanzar a Yuta, viendo como las puertas del ascensor se cerraban, teniendo que correr para detenerlas y llevarme una enorme sorpresa al encontrarlo vació.

Unas manos rodeando mi cintura por detrás, haciéndome pegar un ligero brinco, sus dientes enterrándose en la piel de mi hombro que quedaba al descubierto, haciéndome jadear, tapando mi boca de inmediato, pues en aquel piso había otros dos apartamentos más, siendo jalado por el menor de nuevo hacia adentro. 

Ni siquiera puse resistencia, pues las manos de Yuta se encargaron de hacerme olvidar que aquello estaba mal, se deslizaban suavemente sobre mi abdomen, mientras los dientes del japonés se encargaban de marcar cada centímetro de piel expuesta, pero le parecía poco, apenas hubo cerrado la puerta, mi playera desapareció y fui acorralado contra la pared, cerrando mis ojos al ver que se acercaba a mi rostro, pensando que me besaría, pero al contrario de eso, solo recibí una risa burlona por su parte.

- ¿Sabes que no habrá besos para ti verdad?

- ¿Eh?

- No cierres los ojos, no voy a besarte, no más allá que un simple roce de labios~.

- Pero...

- No esperes nada más de mi Taeyong, debes tener muy en claro cuál es tu lugar... Eres mi amante, pero sin amor de por medio, solo atracción física...

- Entiendo...

Y sentí que eso ya lo había vivido, se sentía como las veces que Jongin llegaba y me tomaba solo porque tenía ganas, ese frió instalándose en mi cuerpo, esas ganas de llorar llenándome de pronto, pero lo olvide, olvide todo aquello cuando los labios de Yuta comenzaron a recorrer mi cuello, su lengua deslizándose juguetonamente por mi piel, sabiendo que esa zona era muy sensible, mientras una de sus manos se deslizaba por mi abdomen pellizcando este, haciéndome cosquillas ante la acción.

- Eres como un niño Taeyong, tu abdomen es tan suave y liso, nunca intentes marcar tus abdominales, te castigare si lo haces...

- No puedes castigarme por eso...

Y volvió a pellizcarme, esta vez un poco más fuerte.

- Puedo y lo haré, ahora cállate.

Y obedecí, y me odie por ello también, me sentía como un cachorrito que obedecía a lo que su dueño le decía, algo en la voz de Yuta me hacia ser completamente sumiso, jadeando cuando el japonés atrapo la piel de mi clavícula entre sus dientes y la mordió hasta marcarla, un extraño placer invadiéndome ante ese dolor, mientras él rozaba mi piel con la punta de su nariz, hasta llegar al extremo contrario, donde se detuvo en uno de mis pezones, pasando su húmeda lengua sobre este, soplando para luego observar cómo se erguía.

- Yongie, eres tan sensible, apenas estoy comenzando y todo tu cuerpo me pide a gritos que lo toque... ¿Debería ir más rápido?... No~, quiero disfrutar mi primera vez contigo...

Su cuerpo se presiono contra el mío, la tela de su camisa rosando mis pezones haciendo que estos terminaran de erguirse, sus labios marcando mis hombros, marcas que sabia me costaría mucho ocultar, pues al sentir la fuerza con la que succionaba mi piel, me daba cuenta de que lo hacía precisamente para eso, para dejar enormes marcas en ella, estaba completamente perdido, ya no podía pensar en nada más que las manos del mayor acariciando los costados de mi cintura, sus labios marcando mi piel y algo entre mis piernas que comenzaba a crecer, haciéndome sonrojar al darme cuenta de ello, era demasiado rápido, igual que la vez anterior, pero no pude evitar sonreír al sentir aquel bulto que comenzaba a formarse en los pantalones de Yuta al haberle rozado con mi pierna.

Pero mi sonrisa fue sustituida por un gesto de dolor, el mayor se había acercado a besarme, o al menos eso había creído, hasta que sentí sus dientes clavarse en mi labio inferior, haciéndolo sangrar, jalándolo hasta que me queje del dolor para luego soltarlo haciendo un pequeño sonido.

Mi respiración era agitada y comenzaba a desesperarme al sentir que Yuta no avanzaba, así que deslice mis manos bajo su playera, deteniéndome antes de posarlas sobre su piel, haciendo una tonta pregunta pero que creía necesaria.

- ¿Puedo tocar?

- Todo lo que quieras bebé...

Y parecía que una corriente eléctrica me recorría las manos, al sentir la suavidad de la piel ajena, queriendo sentir más, pasando de solo acariciarlo con la punta de los dedos, a poner la palma de mi mano contra esa suave piel a la que bien, podría uno hacerse adicto, porque no había comparación, ni siquiera Doyoung tenía una piel tan suave, tal vez mas blanca, pero no más suave, deslice mis manos por sus costados, bufando un poco frustrado al sentir como la camisa me estorbaba, comenzando a desabotonar esta con un poco de desesperación, quitándola de inmediato, a lo que el menor soltó una leve risa.

- Creí que no querías esto Taeyong...

- Yo también lo creía~.

Y sonreí satisfecho al poder explorar libremente ahora que el japonés ya no tenía su camisa puesta, acariciando toda su espalda con suavidad, enterrando un poco las uñas en su piel, sin llegar a dañarlo ni marcarlo, solo dibujando líneas rojas que luego de unos segundos se borraban, mientras mi ya bien despierta erección, buscaba con desesperación contacto con la ajena, soltando un gemido al hacer que estas se rozaran, el mayor jadeando en uno de mis pezones, pues se encontraba lamiéndolos y succionándolos a su gusto.

Era imposible describir la perfección de Nakamoto Yuta, físicamente, cualquiera se volvería loco por tenerlo.

DISASTER ☆Yutae☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora