Just one more song

Capítulo 15

Daniela y David conducían por la carretera para poder ir a la casa de los amigos de Allen, pero una duda nació en el Chevrolet Spark.

—¿Crees que Glen sea el músico?— preguntó Daniela

—Buena pregunta, creo que todos deducimos que si, porque justo después de lo de Morgan él apareció, justo para borrar sus huellas—

—Si, pero... si ya llevaba tiempo escondido detrás de una canción, con asesinatos que no daban ni la mínima sospecha de que fuera él, ¿por qué salir ahora? ¿porque arriesgarlo todo?—

—Tal vez porque se enteró que el caso cayo en manos de Morgan y sabía que Alex estaría ahí, sabía que tarde que temprano iba a descubrir que él era un asesino, así que decidió aprovechar eso a su favor y debilitar a Alex—

—Pero en el perfil del músico no encaja con las tendencias que tiene Glen, el músico es más impulsivo y Glen es muy pero muy planificador, le gusta que todo salga de acuerdo al plan y tiene pensadas todas las variables y cómo actuar en dado caso de que algo inesperado se llegue a presentar.—

🔸🔸🔸

Creo que para este punto, ya saben quien soy, saben demasiado sobre mí de hecho, por ejemplo, saben que he matado a sangre fría, sospechan que soy el "músico" saben que mi muerte fue una mentira de la que el agente Miller le costó demasiado recuperarse, tal vez se pregunten ¿porque a Alex?, ¿porque a alguien que significo tanto para mi? pero...¿Lo hizo? ¿Significó algo para mí?, creo que es demasiado pronto para decirles, por el momento lo dejaré a su consideración.

Un día antes de que el agente Howard y la agente Rodriguez buscarán Allen, yo estaba sentado junto a él en una banca de un parque, la sombra de los árboles hace el ambiente más apacible y tranquilo, los juegos infantiles están repletos de niños jugando y gritando, hay varias personas paseando a sus perros, corriendo, o simplemente leyendo un libro, hemos estado demasiado tiempo solo escuchando el silencio del otro, y observando a cada persona que pasa por nuestra banca.

—¿Sabes que sigue cierto?

—Si, y estoy dispuesto a hacer todo lo que me pide

—Bien y ¿cómo te sientes con eso?

—A usted le debo la vida, me sacó de un hoyo donde yo solo veía oscuridad, cambió mi vida, estaría dispuesto a darlo todo por usted

—Bien, entonces ya sabes a donde ir y la hora, tu historia comenzará hoy

—Gaman

—Gaman

Y se fue caminando hacia donde debería de ir, me quede el resto del día en ese parque, es mi lugar preferido de Nueva York, es donde puedo pensar mejor las cosas, es como mi libro en blanco, donde puedo escribir y borrar lo que quiera, sin reglas, sin límites...

Me fui a mi casa, caminando como cualquier otro ciudadano, compré algunas cosas para la cena, cerré la puerta, saludé a Rocko y preparé mi cena ya casi era hora de ir a ver a Allen. Siempre me ha gustado llamar a las personas por su apellido, no muchos lo hacen y siento que es algo muy original y especial.

Caminé hasta la estación del tren y luego caminé las dos cuadras faltantes para llegar al sitio donde la vida de Allen comenzaría de nuevo. Cuando llegué, ya casi todos estaban presentes, solo faltaba el protagonista de la historia, se escaparía de su casa, según me dijo, su mamá confía plenamente y que no sospecha nada.

Al cabo de algunos minutos llegó, vestido de pies a cabeza de un color rojo escarlata, tan brillante para la pálida habitación, se sentó justo en el asiento que le fue asignado desde el día que llegó, su cara no demostraba miedo ni incertidumbre, solo se mantuvo ecuánime, y con un aire de grandeza, me miró justo a los ojos, y pude ver la llama que yo mismo había encendido, tomé el cuchillo con el que comenzó todo esto y con toda la fuerza que pude, corté su garganta, el líquido rojo brotó y se dispersó a su alrededor, formando una gran mancha roja debajo de sus ropas del mismo color, las personas que estaban alrededor aplaudieron y gritaron múltiples halagos, me quitaron el cuchillo de la mano, lo limpiaron y lo guardaron en su caja de madera aterciopelada, solo me quede viendo el cuerpo con más vida que nunca de William Allen

—¡Gaman! — grité

—¡Gaman! — contestaron