7.- El Gobernador de Groda (1/3)

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Durante mi visita a Madre, el director de las naciones unidas me pidió ir a hacer presencia en una ceremonia al norte del imperio vole. Cuando llegó la fecha me vestí bien y partí en uno de los trenes. Tendría que hacer varias combinaciones y viajes, pero podía ir y volver en un día.

Sin embargo, en el tren me encontré con Cecil.

—Hola ¿Y tú a dónde vas?— le pregunté.

Él me miró, aún algo sorprendido de encontrarme ahí. Luego se apresuró a poner una cara de coqueto.

—¿Estás celosa?

—No me digas si no quieres ¿Pero hasta dónde compartimos ruta? Yo voy a...— saqué un papelito y un mapa de los trenes y naves que tendría que tomar— Nazal.

Cecil miró mi mapa, buscó la ciudad y la ruta. Luego de estudiarla un poco, apuntó con su dedo a un punto en la misma Arfara.

—En Groda hay un paradero relativamente grande, seguro encuentras una nave que te lleve a Nazal en un parpadeo.

—¿Cómo lo sabes?

—¡Pfff! Lili ¿Con quién crees que estás hablando?

—Claro, lo siento ¿Entonces también vas a Groda?

—Exacto. Ahí nos separamos.

—¡Qué bien, tenemos cerca de una hora de viaje juntos!... ¿Y qué ibas a hacer a Groda, a todo esto?

Por un momento su sonrisa se borró y ante mí vi a un Cecil triste y melancólico. Me pregunté qué podría tenerlo tan pensativo... pero de inmediato volvió en sí con su expresión traviesa de siempre.

—Voy a juntarme con... unos amigos— musitó en una voz más frágil de lo usual.

—¡Ay, qué bien! ¿No te molesta si te acompaño un poco? Me encantaría conocer a tus amigos.

—Pero tú ya eres mi amiga, y ya conoces a Capitán Músculo y Dr. Emo vengador. También están Ema, Clara, Tusta, Yltis, Omert y Anvino.

—Al menos a ellos no les tienes sobrenombre— comenté.

—Oh, sí. Les tengo sobrenombres a todos, a ti también, Flotador.

—¿Flotador?— repetí extrañada.

Entonces Cecil hizo como que sujetaba dos globos frente a su pecho y solo con eso me di cuenta de a qué se refería. De inmediato me cubrí las pechugas con los brazos.

—¡No me llames así!

Cecil se rio y lamento decir que terminó contagiándome. Por Padre, qué descaro. Se salva solo porque es un encanto.

Salimos de Tezcat hacia Nudo, fuimos al paradero de naves y viajamos media hora hacia la ciudad de Groda. No era muy grande, pero estaba bien ubicada cerca de un gran lago y atraía muchos turistas en verano. Las calles se mantenían limpias y ordenadas, había poca población y en general era relativamente pacífica para ser una ciudad. Cuando llegamos al paradero, Cecil se dirigió a la salida y yo lo seguí. Entonces él se detuvo y me miró como si estuviera perdida.

—¿No deberías ir a tu evento importante, señorita campeona?

—¿Entonces prefieres que no vaya? Pensé que podría acompañarte un rato más; tengo tiempo de sobra para llegar a mi ceremonia.

—Oye, oye, no deberías meterte en los planes de otras personas así como así ¿Qué te crees?

—¡Entonces sí es una cita! ¡Lo sabía!

Cecil se encogió de hombros.

—Junta entre amigos, cita, para mí es lo mismo... pero esto es más una visita ¿Estás segura que quieres venir?

La Helada Garra de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora