Capítulo 176: La caída

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Pov 3ª Persona

Los dos rivales mantenían una batalla demasiado pareja con cortes destructivos y sacudidas por todo el campo de batalla, tanto la determinación de Shiori como la convicción de Michael chocaban entre sí tales como la pasión entre la guerra y el mantenimiento de la paz, lo que obligaba a ambos a tomar distancia de vez en cuando y así volver a ejecutar lluvia de tajos y barras desde distintas direcciones. En cierta parte los dos enemigos tenían una mente parecida, no tenían ningún pensamiento de maldad, sobre todo el serafín, quien a pesar de mantener un juicio egoísta sus actos eran nobles, o al menos para él, en caso contrario la semidiosa del océano solo quería probar a luchar con seres poderosos, por tanto la similitud no era muy diferente en cierto sentido.

-¿Qué? ¿Acaso ya no puedes seguirme el ritmo?--Se burló la semidiosa con desdén deteniendo todos los tajos de Michael sin retroceder en ningún momento, gracias a que ya había luchado durante un tiempo algo largo con el arcángel pudo descifrar su patrón y así reaccionar mejor a sus ataques, lo cual se resumía en ir defendiendo para luego ejecutar un corte tenaz.

-Deja de burlarte semidiosa, ¿quién te has creído que eres? Eres una vulgar mortal, nosotros estamos en la cima de todos los seres divinos, deja de creértelo tanto solo porque sabes mis patrones.--Añadió con molestia el pelicobrizo intentando avanzar con tajos tenaces y con múltiples variaciones conjuntas pasando de potencia a velocidad ya que si bien él no era de mostrar su verdadero poder en batalla y se contenía para equilibrar la balanza a su favor con mucha más rapidez y tenerla acorralada, pero al perder fuerza en dichos ataques su rival era capaz de detenerlos sin ningún problema. Entonces el serafín pasó a un as bajo su manga: su espada empezó a brillar de una tonalidad púrpura extrañamente condensada, y eso permitió generar un vórtice de cortes ampliamente destructor que desencadenó miles de espadas luminosas impactar en el arma de su contrincante, rompiendo también la defensa y causar gran daño en zonas vitales del cuerpo.

-《Tsk, esto va mal, para ir a mi ritmo consecutivo ha decidido pasar de la velocidad a la potencia, de la otra manera tenía alguna oportunidad, pero ahora puede hacerlo con las dos condicionantes, tendré que tomar distancia. Si descubre lo que de verdad estoy utilizando...no, debo de ser coherente, lo puedo derrotar, aún estoy en buena condición, necesito pensar en positivo.》--Analizaba la semidiosa con furor dando un salto y estando en el aire daba una voltereta aérea lanzando siete ráfagas de agua como si de torrentes se tratase, pero para su sorpresa todos fueron neutralizados por un simple soplo del mencionado.

-¿Y esto es lo que puedes ofrecer? ¿Has perdido tu confianza de antes? Shiori Kasumi, hija de Susano-no-Mikoto, semidiosa de la tormenta y el océano, creías que podrías derrotarme, más no es así, burlarse del oponente es un acto arrogante que muchos de los guerreros deberían de abstenerse a hacer. En primer lugar debes considerar respeto, una forma importante del combate es ser justa y nunca deberías considerarte superior a él, ser buena con él; luego puedes regocijarte si ganas, más eres solo una simple mocosa, a mi parecer aún te falta bastan...-No llegó a terminar ya que el aura divina se concentraba en su rival, que para su asombro un brillo celeste la rodeaba, y eso le hizo sonreír. Para detener dicho avance lanzó cuatro cortes desde la distancia que se dividían en sierras galácticas con un gran poder en ellas, de manera que todo empezaba a ser el final.

-Je, así que piensas que aún puedo morir, ¿no es así? Lamento decírtelo, para tu comprensión soy más fuerte que tú, y en este mundo hay una única persona a la que aspiro derrotar, y eso es a la semidiosa de la muerte, Nozomi Aihara.--Agregó la peliazul utilizando su habilidad divina "Mar Profundo", de forma que la punta de la hoja se volvió más afilada y toda la espada se volvía de un azul celeste, por lo que al momento de venir las sierras realizó un corte lineal, aunque se dividió en múltiples y simultáneas olas salpicantes cuya potencia era tal que al chocar con las sierras hubo una enorme onda expansiva que sacudió el terreno sin pleno aviso, pero que por obvias razones los dos estaban tranquilos sin moverse del sitio en el que estaban.

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