Ramen

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Estaba en crisis.

No podia creer lo que estaban viendo mis enormes ojos cafés. ¡Era una abominación!
Ese chico se estaba llevando el ultimo paquete de fideos instantáneos de sabor carne (ramen) dejandome a mi sin cenar, no lo podía creer. Tenía que hacer algo.

Y eso hice.

Lo puso en su carrito y siguió su camino hacia la zona de lácteos. No dudé un segundo en ir y sacar sigilosamente ese maldito paquete de ese maldito carro (si, me gusta maldecir).
Mi misión imposible estaba resultando, volví lo mas rapido posible hacia donde estaba mi carrito y disparé hacia la caja registradora para poder irme lo mas rapido posible.

Estaba feliz, habia logrado mi objetivo. Pero al pasar por la puerta corrediza una mano tomó la mía, obligandome a detenerme

- Tienes algo que es mío.- Dijo una voz detrás de mi.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza. No sabía que hacer, si correr o hablarle. ¿Qué podría ser peor a este punto?
No duré muchos segundos más hasta que voltee a verle.
Era alto, sus ojos iban a juego con su muy bien peinado cabello negro. Era apuesto, pero no tanto como para que lograra engatuzarme y quitarme el paquete.

- Me robaste mi ramen, ¿no es asi?- Dijo mirandome seriamente a los ojos, su voz era profunda, muy ronca y arisca." A Liz le encantaría este tipo" pensé para mi misma.

-No es tu ramen, es mio, yo lo pagué con mi dinero - Le contesté con un claro malhumor.

-Pero lo había tomado yo. Estaba en mi carrito.

-Que raro, yo lo vi en el mío. Si me disculpas, me retiro a comer mi ramen - Le contesté soltandome de su agarre y siguiendo mi camino.
Gané justamente, no le había robado, él todavia no habia llegado a pagar, asi que el ramen no era suyo ¿ o si? Me intenté convencer

-Espera ¿y si lo compartimos?- Dijo con un poco de esperanza. Lo volví a mirar y analicé la situación. Definitivamente le gusta el ramen, como a mi. Pero tenia planeado ver el nuevo capitulo de mi anime favorito mientras comía. Pero siempre me sobra comida por que como poco. No no, que él siga por su camino y muera de hambre.

Pero yo no soy asi. Soy malditamente buena .

-Bueno, vamos. Mi casa queda a unas pocas cuadras, pero solo irás a comer. Luego te echo y no nos vemos nunca más- Dije amenazándolo.

-En realidad pensaba en abrir el paquete aquí mismo y que cada uno se llevara un pedazo. - Contestó.

Pero que tonta que soy.

-Oh, no se me había ocurrido. - Pensé un poco. Era imposible romper ese cubo de fideos duros solo con las manos. Podría si tuviera fuerza alguna, pero no tengo. Y él no parece tener un solo músculo. - ¿Con qué lo romperíamos? No creo que lo quieras hacer con una piedra, ¿O si?

Un silencio incómodo nos inundó sin previo aviso. Yo pensaba en maneras de romper el ramen que no terminaran en un enchastre. ¿Y él? Creo que él hacía lo mismo que yo.

-Tendremos que ir a tu casa.- Concluyó él. Asi que sin necesidad de más decisiones, nos pusimos en marcha.

En el camino nos limitamos a hablar muy poco, como mucho le indicaba por donde doblar o que tuviera cuidado con alguna baldosa, nada muy raro. No pude dejar de pensar el escándalo que sería cuando lo vieran mis compañeras, oh, se me había olvidado ese detalle.

-Acabo de recordar, no te mencioné que vivo con compañeras de piso- Solté de golpe haciendo que el me mirara sorprendido. -No te asustes, seguro a esta hora estan todas encerradas en sus cuartos estudiando.

Ramen para DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora