einzigartig

2.7K 245 31
                                    

— ¡Ha-haru!...nghi…m-mas — Suplicó, apretando sus muslos alrededor de la cabeza del ajeno.

El drogadicto, siguió lamiendo el clítoris de la contraría sin detener los movimientos de sus dedos, los cuales simulaban penetradas; sabía que estaba corriendo el riesgo de ser encontrado por el marido de la peli-negra, pero eso era lo que más lo prendía. La adrenalina de ser descubierto mientras le hacía un oral a su amante era grandiosa.

— ¡Ah!...nnnghi, me co-corro — Gimió echando la cabeza hacía atrás, sus piernas temblaron a la vez que sus fluidos eran absorbidos por el mayor.

El de cabello rosado se levantó del suelo, limpió con sus manos los fluidos que quedaron en su rostros para luego acercarse a los labios de la ajena; dónde dejó un suave beso antes de ayudarla a acomodarse la ropa.

— Mí rey dijo qué te apures con la comida —  Mencionó, recordando la razón por la cuál había ingresado a la cocina en primer lugar; Manjiro, su jefe le había mandado a apurar a la mujer pero él se había distraído al verla mover las caderas con sexualidad por lo que no pudo resistir y terminó poniéndola sobré el mesón para hacerla llegar al orgasmo.

— Es-esta bien — Tartamudeo, se bajó del mesón con sus piernas temblando; sabía perfectamente en qué momento iniciaron con sus juegos de ser amantes, había sido una noche donde tuvo una fuerte discusión con su marido, Manjiro Sano.

Luego de estar discutiendo por horas decidió agarrar sus pertenencias más necesarias, cómo el celular y la billetera para irse de la casa dando un portazo a la vez que lloraba, estaba cansada de ser la ama de casa perfecta pero no recibir nada a c...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Luego de estar discutiendo por horas decidió agarrar sus pertenencias más necesarias, cómo el celular y la billetera para irse de la casa dando un portazo a la vez que lloraba, estaba cansada de ser la ama de casa perfecta pero no recibir nada a cambió, mikey no la tocaba desde hace semanas, además de pasar la mayoría de las noches fuera de casa por lo que ella comenzó a imaginar que tenía una amante; esa tarde cuando llego del trabajó con olor a perfume de otra mujer no pudo aguantar más y terminó estallando, le gritó, arrojó cosas pero manjiro únicamente la veía aburrido, eso fue la gota que derramó el vaso. Quería el divorcio pero sabía que su querido esposo no iba a dárselo.

Caminó bajó la oscuridad de la noche por horas hasta llegar a un bar conocido por la zona, ingresó sin problemas para sentarse en la barra, pidió un tragó dulce; algo nerviosa comenzó a tomarlo, pues no era buena bebedora pero aún así quería poder desahogar sus sentimientos en el alcohol por esa noche.

Al poco rato sintió cómo alguien colocaba una chaqueta sobre sus hombros por lo que extrañada se giró para soltar un chillido, enfrente suyo se encontraba el perro de su marido, Sanzu Haruchiyo.

— ¿Que haces aquí mocosa?¿Acaso sabes el desastre que está causando el rey por tu culpa? Niña malcriada — Se quejo, agarrando a la chica de sus caderas para levantarla, la colocó sobre su hombro como si de una bolsa de papas se tratará para salirse del local.

— ¡Suelta idiota! — Gritó,molesta no podría creer que su marido haya mandado a buscarla. " Manjiro te odio", de sus ojos comenzaron a salirse lágrimas que intentaba detener, no quería regresar a su frío hogar para seguir estando sola.

άπιστοιDonde viven las historias. Descúbrelo ahora