TW: Esta historia contiene contenido sensible para el público, se pide la mayor discreción y cuidado a lo largo de toda la lectura ¡Muchas gracias!
_______________________________________El olor del tabaco quemado y ron caro inundaba aquella mansión. Un lugar lleno de esperanzas rotas y lágrimas sabor caramelo cuáles se ahogaban entre almohadas, intentando consolarse en un felpudo manchado por aquel vino natural denominado sangre. La vida de los Athanasiou estaba llena de lujos y el privilegio de la fortaleza sobre cualquier otro tipo de habitante en aquel lugar ¿Por qué? Esa familia arrastraba un legado tan viejo y puro como su mismo apellido, viejos guerreros romanos los cuales acabaron bañándose en oro gracias a polvo blanco cuál tan famoso era a nivel global. Ellos eran la fuente en medio de un desierto ¡Qué más daba que no fueran humanos! Se les trataría como joyería cara hasta que ellos mismos lo deseasen.
Así crecieron dos hermanos; Cecilia, la mayor y Tadzio, el hermano menor. Esos dos niños de 8 y 6 años respectivamente se habían adueñado de la mayor parte del pueblo y bosques por sí solos. Mientras que Cecilia era la mente maestra Tadzio se encargaba de alejar a los suficientes para dejarle paso a su querida hermana ¡Nadie se metía con ellos! Ser amigo de uno de ellos era bailar en seguridad, buenas comidas y de paso una amistad bastante buena de parte de ambos. Aunque la relación de hermanos fue buena todos seguían temblando ante la abuela de aquella familia, tenía a todos intimidados ¡Incluso a un par de niños! Era una mujer enfermamente estricta con todo y todos, tenerla comiendo a tu costado significaba escuchar quejas tan constantes como el pasar del tiempo, algo imposible para un par de niños. Tadzio fue querido por ser el único varón joven de toda la familia, Cecilia se ganó la estima por una belleza innata y una planeación tan precisa como la mismísima Atenea, a su hermano le tocó ser Ares.
Años pasaron en aquel lugar, el dúo creció como ejemplos a seguir para el resto de sus conocidos. El único fallo que se les podría remarcar fue su mentalidad, Cecilia cayó en el triste efecto cadena de la ansiedad familiar mientras era estresada por constantes voces o sombras en la esquina de su ojo ¡Ni siquiera decían cosas coherentes! La pobre chica estaba perdiendo oficialmente la cabeza, solo que no lo daba a notar a nadie más que su madre y hermano, eran sus seres de apoyo.
-¡Trae un paño limpio! ¡Corre! - Mencionó la señora de la familia mientras que su hijo asentía con la cabeza y corría hacia el baño por una toalla húmeda.
Los delirios de su hermana causaron ataques de nervios y ansiedad que ni siquiera a fuerza liviana se podían contener. Tadzio siempre se quedó a su lado, leyendo esos aburridos libros de filosofía o historia mientras su hermana estaba atada de pies a cabeza en la cama, esperando por su final.- No valdrá la pena esperar, se tiene que acabar.
- ¡Madre! ¡Tenle clemencia por favor! Quizá pueda superarlo.
- Eso debió ser hace meses, no queda otra forma.
El hijo menor escuchó ese fragmento de conversación mientras pegaba la oreja a la puerta de la habitación de sus padres ¿Qué hacía la abuela ahí?
Se concentró en intentar ignorar ese recuerdo para poder ir a la habitación de su hermana y verla profundamente dormida. Con paso silencioso apagó la luz de la habitación tras plantar un suave beso en la frente de su familiar, después de ese acto se encerró en su habitación hasta el próximo amanecer.
Apenas despertó se estiró de par a par, cambiando sus ropas a unas más finas que un simple pijama para dirigirse a la habitación de su hermana. Su madre estaba arrodillada a los pies de la cama mientras sujetaba la mano fría de su hermana, la cual decoraba su cara con la boca abierta y unos ojos perdidos, muertos. El ahora hijo único se acercó corriendo al cuerpo inerte de su hermana para golpear suavemente su mejilla mientras de la suya caían ríos y ríos de lágrimas ¡La noche anterior él mismo la había arropado! ¿Qué había pasado? Guardó silencio antes de recordar aquella conversación. Se giró en silencio hacia su madre para verle con el ceño fruncido.
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【 𝘉𝘳𝘶𝘵𝘢𝘭𝘭𝘪𝘵𝘺 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘮𝘦𝘢𝘵 】
FantasyCuando la primera lágrima se mezcló con sangre y ron el pueblo aplaudió ¡Que hermosos eran los mellizos! Uno atado al otro hasta que la muerte les ahogó en manjares inimaginables.