Capítulo XI: Show

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Abrí los ojos lentamente y lo primero que vi fue a Bruce mirándome tiernamente.

-Hola- murmuré sonriendo.

-Buenos días, mi pececilla.

-¡Ja, ja! ¿Cuándo se te ha ocurrido eso?

-¿No te gusta?

-Me encanta... ¿Hemos llegado ya a Limeni?

-Hace un rato. Tendrás que hablar tú con la gente, porque yo no sé griego.

Dejamos el submarino escondido a las afueras del pueblo y comenzamos a pasear por las calles de este. Era precioso y muy agradable, pero eso no ayudaría en la búsqueda de Zeus, así que decidí preguntar a la gente. Sabía que era una estupidez empezar a preguntar por un dios del rayo por las calles de un pueblo, sin embargo, debía intentarlo. Me acerqué a una anciana y en griego le dije tímidamente:

-Disculpe la molestia, señora. ¿Usted sabría decirme podría estar un tal Zeus?

-¡Oh! El cantante. Mi hijo lo sigue desde hace mucho tiempo. Zeus es un vecino muy querido y conocido del pueblo, aunque ahora está en Atenas, en una gira- explicó la señora amablemente.

-¡Mil gracias! ¿Y cómo se llama su grupo?

-Ahora no recuerdo bien, jovencita. Algo como destello, chispas... Lo siento, no logro acordarme.

-No importa. No sabe lo agradecida que estoy con usted. Adiós, señora.

-Adiós, pequeña.

Se lo expliqué todo a Bruce y se quedó unos segundos pensativo.

-Chispas... Eh... ¡Ya sé! Es uno de mis grupos favoritos de Rock. Su nombre es Sparks.

-¿Y por qué no lo has dicho antes?

-Nunca he sospechado que su cantante fuera el Rey de los Dioses. Creía que Zeus era como una identidad secreta, como... Como Gene Simmons siendo el demonio en KISS.

-Hmm... Es demasiada casualidad que haya un Zeus viviendo en el último paradero conocido del dios y no sea él. Hay que llegar rápido a Atenas. Yo piloto el submarino y tú busca dónde y cuando es exactamente el próximo concierto.

-¡YEAH BABE! ¡VAMOS A VER A SPARKS EN DIRECTO!- gritó Bruce saltando de ilusión.

-Estamos en una misión para salvar la Atlántida y a mis padres, Bruce. Seriedad.

-Lo siento, es que... Tienes razón. Seriedad.

Bruce había sido un torbellino de emociones desde lo de Avalon. Siempre las mostraba, aunque no fuera el momento adecuado, lo cual no era estrictamente algo malo. En esa aventura, había liberado todos sus demonios interiores y tenía la sensación que yo también podría encontrar una forma de deshacerme de los míos... Volvimos al submarino sin prisa, dando un paseo cogidos de la mano. Era un día espléndido, soleado y no muy caluroso, y la costa griega era una delicia para los sentidos. No obstante, en mi mente seguía la preocupación con mis padres, y decidí acelerar el paso. Programamos el Gladius para que se dirigiera a Atenas y en treinta minutos ya estábamos allí. El vehículo era realmente veloz.

-Hay suministros de sobra en el Gladius, así que mientras esperamos a que llegué la hora de ir al concierto, podemos comer algo y visitar la ciudad- dije mientras pilotaba el vehículo y buscaba la manera de esconderlo en plena costa de la capital.

Después de comer una comida típica atlante y evitar que Bruce vaciara la despensa, salimos a la ciudad y nos dirigimos al Estadio Olímpico de Atenas, donde tendría lugar el concierto. Curiosamente, Bruce había decidido llevar la capa esmeralda y la cota de malla en brazos, así que le pregunté el por qué.

-Voy a presentarme ante el Rey de los Dioses y necesito hacerme ver como el guerrero que una vez fue Arthur Pendragon...- explicó Bruce poniendo una cómica expresión.

-¿Es en serio?

-Nah, en realidad son tonterías mías. Solamente es que flipa esta ropa.

-A veces me preguntó donde quedó el Bruce serio de Avalon- dije sonriendo.

-Estate segura de que lo verás cuando llegué el momento de batallar.

Cayó la noche, y una gran multitud de gente comenzó a entrar al estadio. De repente, un impresionante Chevrolet Camaro de color dorado paró enfrente de la entrada y de él salió una figura extremadamente musculosa, de dos metros de alto, con barba y pelo largo blanco, y una chaqueta de cuero con una águila dorada en la espalda y detalles de rayos en las mangas. Debía de ser el Zeus de verdad. Nos acercamos a él rápidamente y sin pensarlo, saltando unas vallas.

-¡Zeus! ¡Necesitamos un momento para hablar contigo! ¡Es sobre...!- intenté hablar con el dios, pero el personal de seguridad nos obligó a volver detrás de las vallas.

-¿Por qué no los has apartado?- preguntó Bruce, estresándome más de lo que ya estaba.

-¡Hay que tener cuidado, Bruce! Debemos pasar desapercibidos, porque si no, tendríamos el ejército al caer.

-Eh... ¿Y ahora qué? Hay que llamar su atención de alguna manera...

Nos quedamos pensativos unos segundos hasta que a Bruce se le ocurrió una idea.

-Hay que interrumpir el show justo en el momento más álgido... Y sé cuáles son las canciones más famosas.

Él y yo nos abrazamos y di un supersalto para posicionarnos en el techo del estadio. Empezó el concierto: gente eufórica, un heavy metal brutal con tono épico y Bruce disfrutando cada nota de la guitarra eléctrica. Cuando acababa una canción, empezaba una aún mejor y más entretenida de escuchar. En un momento, las luces se apagaron y unos rayos comenzaron a salir de las manos de Zeus, iluminando el estadio y el cielo y acentuando la euforia.

-¡Estamos casi en el clímax! ¡Cuando salté al escenario, acompáñame!- gritó Bruce por el ruido.

La gente ya estaba saltando de los nervios y Sparks comenzó la mejor parte de la canción.

-¡Casi! Aún no... ¡Ahora!- gritó el chico con todas sus fuerzas.

Justo antes de saltar, un rayo cayó justo donde estábamos nosotros por pura mala suerte. Me caí de espaldas en medio del escenario, me levanté rápidamente y agarré a Bruce en el aire para salvarlo de la caída. Todo el público se quedó parado y Zeus nos miraba apabullado. Me erguí solemnemente, me coloqué delante del dios y con toda mi fuerza de voluntad le dije:

-Soy Narcisa Atlan, nieta de Poseidón, y ahora vas a escucharnos, quieras o no.

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