¿Le daría un beso de despedida?, se preguntaba. Quería que lo hiciera y a la vez lo temía, sabiendo que el contacto despertaría en ella una respuesta que le sería difícil olvidar. A pesar de ello, era esencial que lo olvidara, ya que él haría lo mismo. Pero en ese momento especial, sólo estaba consciente de su cercanía, del aroma masculino que hacía que su cuerpo vibrase y deseara estar en sus brazos.
Para su fortuna, Miroku no adivinó sus pensamientos y siguió caminando por la orilla del lago.
- Sentémonos aquí -la llamó y ella lo siguió hasta un banco colocado sobre un montículo que dominaba el río. Tomó asiento a su lado y contempló el brillo en la superficie del agua-. Tiene el don del silencio -murmuró Miroku después de unos momentos-. Rara casualidad en una mujer.
- Siempre pensé que hablaba mucho -confesó ella.
Miroku permaneció en silencio, sentado junto a ella, con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta, reclinando el cuerpo contra el respaldo del banco. Sango tuvo que hacer un esfuerzo para no alargar una mano y acariciar sus cabellos o su mejilla, con la barba un tanto crecida. Sin esperarlo, recordó la terrible impresión que recibió cuando Kuranosuke se marchó. Sin embargo, ahora sólo le parecía un sueño, y como todo sueño, algo irreal. Nunca lo amó de verdad, ahora lo sabía. Sólo necesitaba que alguien la amara. Pero todo era diferente con Miroku. Pensar en que él la amara le resultaba casi imposible. Era mejor que se marchase. Por firme que fuera su decisión de no enamorarse de él, si tuviera que estar cerca de él unas semanas más estaría irremisiblemente perdida.
- Ahora sí tengo que retirarme -dijo ella poniéndose de pie.
- ¡Usted usa el reloj como muchas mujeres usan el dolor de cabeza! -señaló él molesto-. Si quiere irse, dígalo.
- No quiero irme, pero ya son más de las doce de la noche.
- ¿Lo ve? -respondió él riendo, caminando con ella hacia el hotel.
Sango caminaba rápido, no queriendo que pensase que quería ser besada y, demasiado pronto, se encontraron en el vestíbulo. Se detuvo frente al ascensor y le tendió la mano.
- Adiós, Miroku. Que tenga un buen viaje.
- No con tanta prisa, querida -mantuvo su mano entre las suyas-. Yo también subiré.
Con las mejillas encendidas, Sango entró en el ascensor. Era natural que quisiese subir. Dejaría el hotel a primera hora de la mañana.
Las puertas se abrieron y se volvió tensa hacia él, pero Miroku la tomó del brazo y salió del ascensor con ella.
- ¿Cuál es su habitación?
- Al final del pasillo, pero no hay necesidad de que me acompañe.
Miroku hizo caso omiso de sus palabras y el corazón de Sango empezó a latir apresurado. Tomó la llave, para tenerla lista, ansiosa de poner término a la situación. Introduciéndola en la cerradura, abrió la puerta y volvió a tenderle la mano.
En vez de aceptarla, Miroku la hizo entrar y la siguió. Al darse ella vuelta para protestar, él la tomó entre sus brazos.
- ¿Creíste poder librarte de mí con tanta facilidad? -había risa en el tono de su voz-. Por lo menos, dame un beso de despedida.
Levantándole el mentón, inclinó la cabeza para besarla. Su contacto gentil la sorprendió, así como la ausencia de pasión. Fue un beso que sólo le brindó calor y afecto.
- Estaremos más cómodos en el sofá -sugirió él levantándola en sus brazos.
- No -protestó ella, pateando en el aire-. Bájame.
ESTÁS LEYENDO
Tú, sólo tú | Adaptación (MirokuxSango)
FanficQuería una aventura con Sango para pasar el tiempo mientras esperaba en Bangkok que el gobierno tailandés le otorgara un contrato de construcción; y para él sólo sería eso... una aventura breve sin compromiso. Sango no podía aceptar tan egoísta acti...