Un largo mes paso. Los días los pasaba en el parque a los que solía ir de pequeña recordando todos los momentos felices a lado de mi madre y hermanos, ellos eran la única familia que tenía, a veces volvía a casa y veía a mi madre y hermanos dormir. Quería abrazarlos como lo hacía antes, pero como siempre no lograba tocarlos.
¿Por qué seguía aquí? Esa pregunta no desaparecía de mi mente ni un segundo.
Cada tarde volvía a la morgue para encontrar al único chico que podía verme y escucharme. Aunque hoy fue diferente, hoy al fin después de muchos días logre verlo. Después de muchos esfuerzos y una larga espera al fin logre entrar a la morgue, donde se encontraba el chico de ojos azules.
Corrí a su lado cuando al fin lo vi.
–Tu eres el único que puede verme, por favor debes ayudarme a irme por completo. –sin embargo, esta vez no respondió, ¿ya no podía verme?
No, no, esto no podía estarme pasando.
–Herida de bala en el área de los pulmones–Hablo y no me había dado cuenta que tenía las manos en un cadáver. Dios el estómago me dio vueltas cuando mire donde tenía las manos.
En un escritorio a su derecha había una joven anotando lo q él decía.
–Aún me ves, oye–empecé a mover mi mano en su rostro sin obtener resultado de que me miré el seguía revisando los órganos de un pobre individuo desconocido. –Oye me ves, yo sé que sí, ya deja de fingir, tu puedes verme, yo sé que aún lo haces, OYE MIRAME – grite con voz desesperante.
–¿Quieres dejarme trabajar en paz? –gruño, y aunque su voz enfadada me asusto me puse feliz al saber que si podía verme.
–¿Quieres que me vaya? –hablo por primera vez la chica que tomaba nota de la necropsia.
–No, no era a ti. Había un mosquito muy fastidioso hace rato–mintió.
–Acabas de llamarme mosquito. ¿Tu cómo te atreves? –grite enfadada, idiota, como se atrevía a llamarme mosquito. –Bueno de todas formas gracias, me basta con saber que aun logras verme.
Me senté en una camilla vacía y le di la espalda para no tener que ver su trabajo. No sé cuánto tiempo paso hasta que al fin escuche la puerta ser abierta y cerrada brevemente.
–Chicos hora del almuerzo–Un señor de unos cuarenta y más entro vistiendo igual que Liam.
–Ahora vamos–contesto Liam mientras guardaba a un cadáver en un congelador.
–¿Quieres comer conmigo? –pregunto la chica que estaba tomando notas hace un rato.
–Sera en otra ocasión, ahora debo ir a casa. Mi turno a cabo por hoy así que nos veremos mañana. –empezó a quitarse su uniforme de trabajo.
–Te veo mañana Liam–se despidió la peli negra.
–Adiós Carla.
–Oye, tu habías dicho que me iría en poco tiempo, pero mírame aquí sigo.
–Créeme que ni yo sé cómo es que sigues aquí. Iremos a mi casa y hablaremos. Créeme que lo que menos quiero es que me tachen de loco por hablar con los muertos.
–Por eso no me respondías cuando llegue–afirme y el simplemente asintió.
–Sígueme. –empezó a caminar a la salida.
Caminamos hasta su auto el cual era de un rojo chillón. ¿A quién se le había ocurrido comprarlo? Simplemente era muy llamativo. Bueno talvez le gustaba llamar la atención.
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El rostro es solo un símbolo. ^En Proceso ^
Teen FictionEl rostro es solo el símbolo de una persona, su verdadera belleza esta en el alma.