TREINTA Y OCHO

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JOAQUÍN

EMILIO: No puedo ir. No sé si has hablado con Daniel, pero Eduardo lo engañó y me necesita. Tengo que ir a golpear su lamentable culo y luego ver qué puedo hacer para calmarlo. Estaba fuera de mi casa esta mañana berreando a moco tendido.

Re leí el mensaje de Emilio por tercera vez antes de dejar finalmente el móvil. No sé qué me sorprendió más: Que Eduardo engañara a Daniel o que Emilio me abandonara para solucionar sus problemas. Podría por lo menos haber llamado. Tal vez pedirme ayuda con Daniel . No hizo ninguna. Porque eso era lo que estaba esperando. Durante todo este tiempo, fui sólo un relleno mientras lo hacía. Eduardo le había servido a Dani en bandeja de plata y no era tan estúpido como para pensar que había una posibilidad de aferrarse a él. Lo amaba. Yo sólo le gustaba. Era la aventura de verano.

Daniel era el único chico con el que quería pasar la eternidad.

Recogiendo mi móvil de nuevo, encontré el número de Nicolas y pulsé llamar.

—Ya era hora de que me llamaras. ¿Cómo te va con el Sr. Caliente y Sexy?

—No me va. Tengo que irme. ¿Puedo ir allí?

—Uh-oh. Eso no suena bien. Por supuesto, puedes venir aquí. ¿Tengo que ir a por ti? Porque no podría estar hasta un poco antes de la noche. Tengo planes con este salvavidas fabulosamente caliente. Tiene el mejor culo que he visto nunca, y el pelo un poco largo, pero puedo pasarlo por alto.

—No, conseguiré que alguien me lleve. Nos vemos en unas horas. Gracias, Nico.

—No problem, chico. Nos vemos pronto. Colgué y marqué un número más.

—Hola. —El tono cauteloso de Andrés me dijo que sabía quién estaba llamando.

—Ey, Andrés, es Joaquín y tengo un gran favor que pedirte, pero te lo pagaré.

—Uh, está bien-

—Necesito un viaje a la playa.

~ * ~

Andrés se detuvo en el estacionamiento de los apartamentos donde se alojaba Nicolas. Su coche estaba aparcado a la izquierda del edificio, así que sabía que había encontrado el lugar correcto.

—Sé que dijiste que no querías hablar de ello, pero necesito saber algo, Joaquín. Emilio enloquecerá cuando se entere de que te has ido y es mi amigo.

Indignado por el apuro en el que había puesto a Andrés, metí la mano en mi bolso, saqué cinco billetes y se los entregué.

—No quiero tu dinero. Sólo algún tipo de explicación.

—Eduardo y Daniel ya no están juntos, y Emilio está ocupado consolando y ayudando a cuidar el corazón roto de mi primo. Eso es todo lo necesitas saber.

Andrés frunció el ceño. —¿Estás seguro de eso? No puedo pensar en ninguna persona que haya sido capaz de girar la cabeza de Eduardo lejos de Daniel. Ha estado enamorado de él desde que éramos niños.

—Bueno, créelo. Supongo que consiguió lo que quería y siguió adelante. Por suerte, tiene al otro chico Osorio enamorado de él para recoger los pedazos. Si es inteligente, agarrará a Emilio y no lo dejará ir. Su amor por mi primo es inquebrantable e incondicional.

—Los he visto a ti y a Emilio en el campo y fuera de la ciudad. Para mí parecía que había superado completamente a Daniel. Te miraba con tal brillo depredador en sus ojos, que tenía miedo de hablar contigo.

Mi corazón se rompió un poco más y mantuve el dolor lejos. No haría esto. Emilio Osorio no me rompería. Era más fuerte que esto.

—Bueno, las apariencias engañan. No quiero hablar de ello, Andrés. Por favor, sólo toma el dinero, así no me sentiré culpable por pedirte que me trajeras hasta aquí después de cómo fueron las cosas entre tú y yo. Odio haber estado tan cegado por Emilio y no darte una oportunidad.

Aprendí la lección.

Andrés tomó el dinero que estaba empujando. —Lo aceptaré, si eso hace que te sientas mejor, pero no quiero.

Me incliné y le di un beso en la mejilla. —Gracias por estar ahí cuando necesitaba a alguien. No tienes ni idea de lo raro que es para mí.

Abrí la puerta y salté fuera del Jeep. Metiendo la mano en el asiento trasero, empecé a coger mi equipaje cuando Andrés se acercó y me sostuvo las dos maletas.

—Lo tengo —dijo, antes de volverse y dirigirse a los apartamentos. —¿Qué piso? —preguntó cuando se detuvo al lado de los ascensores.

Le seguí por detrás, llevando mi bolsa de baño. —El del fondo, ese mismo de ahí. —Señalé al 103 justo cuando la puerta se abría y salía Nicolas chillando:

—¡Estás aquí, estás aquí! Ah, y trajiste de Wings a uno de los hermosos contigo.

—Me alegro de verte de nuevo —dijo Andrés cortésmente dejando mi equipaje fuera de la puerta y retrocediendo para dejarme pasar.

—Tú también, uh.

—Andrés. Su nombre es Andrés.

—Correcto. —Chasqueó los dedos como si lo tuviera en la punta de la lengua. —Bueno, Andrés,¿Quieres entrar? Tendremos fiesta esta noche. Te invito a quedarte a dormir.

Andrés miró a Nicolas y luego a mí, y negó con la cabeza.

 —No, debo irme. Tengo planes esta noche, pero gracias.

—Awww, que pena. —Nico hizo un mohín. Era tan obviamente falso, que no sé por qué lo intentó. A menos, por supuesto, que pensara que parecía creíble.

—Cuídate, Joaquín —dijo Andrés con una expresión de preocupación.

—Tú también y gracias de nuevo. —Asintió y se dirigió hacia su Jeep. Una vez en él y lejos del estacionamiento, Nicolas me agarró del brazo y me tironeó.

—Entra. Cuéntame todo lo que pasó en ese pueblo mientras me hago un sandwich.

Recogí mi equipaje y lo llevé dentro.

—¿En qué habitación me quieres?

—Al final del pasillo, tercera puerta a la izquierda. Tienes la mejor vista del mar desde esa habitación. No te acuestes en la cama todavía. Tenemos que quitar y lavar la colcha y las sábanas. Sólo Dios sabe a lo que está acostumbrado ese cuarto durante una de nuestras fiestas.

Rastreramente, hice una nota mental para ir a comprar un poco de desinfectante y limpiar el lugar.

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HASTA AQUÍ yo creo que esta semana este fic se termina :C pero subire otro :)

2.- YO SOY TUYO (EMILIACO) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora