Un encuentro maravilloso

115 18 4
                                    


Peridot observó brevemente los monitores. El campo magi aún se manifestaba alrededor de Steven y Rósili; pero sus músculos respiratorios ya se habían detenido. Sus cuerpos biológicos ahora dependían por completo de los respiradores a los que estaban conectados. Era el momento para iniciar la segunda parte del procedimiento.

- Inicien la desestabilización de las gemas -ordenó.

Rósili ya estaba inconsciente. Por eso, no tuvo oportunidad de sentir el impacto del desestabilizador. En cambio, Steven estaba consciente y pudo sentirlo con claridad. Fue la misma sensación desagradable que tuvo cuando fue atacado en la nave de Peridot, hacía ya tantas décadas. Sin embargo, en ningún momento dejó de percibir los sonidos, ni sus propios pensamientos. Al parecer, Peridot no consideró necesario obliterar su consciencia.

- ¡Peridot, maldita traidora! -pensó Steven, furioso-. Ese era tu plan desde el principio, ¿verdad?

¡Claro! Lo había inutilizado para que no pudiera intervenir en nada. Estaba tan segura y pagada de sí misma que consideraba imposible que su plan pudiera fracasar. Para ella, la intromisión de Steven era una molestia innecesaria; solo que no podía decírselo directamente a él, ni a Rósili. Por eso había montado aquel tinglado y aquella farsa estúpida e inútil.

Steven hizo violentos esfuerzos; pero ni su cuerpo ni su poder de gema le respondían. Estaba inmóvil e inerme, impotente para hacer nada.

- Peridot... ¡Si algo sale mal, te juro que...

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la voz de la líder del equipo quirúrgico.

- Proceso de ablación iniciado. Vamos a retirar la gema.

Steven no veía nada, pero se imaginó a Peridot mientras sonreía con aire de suficiencia. Ese era el proceso más delicado. Si se realizaba con éxito, la labor estaría prácticamente terminada.

Esperó, tratando de tranquilizarse. Los segundos se hacían eternos. Peridot había dicho que el proceso no tardaría arriba de dos minutos, así que todo tenía que estar saliendo muy bien.

- ¡Señora Peridot!

- ¿Qué ocurre?

- ¡No podemos retirar la gema! ¡El campo magi continúa resistiendo!

- ¡Imposible! -exclamó Peridot, y Steven hubiera jurado que detectó la sorpresa en su voz-. El campo magi está completamente obliterado. ¡Los detectores no lo registran! ¡Si hay tejido biológico adherido, retírenlo con las legras!

- ¡No lo hay, mi señora!

- ¡Utilicen más potencia, entonces!

- ¡A la orden!

Steven comenzó a escuchar murmullos de inquietud, y su temor se volvió tan grande como su enojo.

- ¡Peridot, maldita seas! ¡Tú, y tus planes perfectos que siempre fallan!

- ¡La gema no cede, señora Peridot! ¡El campo está empezando a afectar nuestros instrumentos! ¿Le damos toda la potencia?

- ¡No! -exclamó Peridot, y ahora se escuchaba más asustada que sorprendida- ¡Podrían destruir el equipo, o dañarla a ella! ¡Háganme sitio!

Ahora se escuchaba ruido de pasos en todas direcciones. Muy pronto, aquello se convirtió en un pandemónium; en una cacofonía en la que era imposible saber quién estaba haciendo qué.

- ¡Al demonio! ¡Tengo que hacer algo! -pensó Steven, y comenzó a hacer tremendos esfuerzos por moverse. Para utilizar sus poderes de gema.

Lo estuvo intentando conforme crecía el alboroto y la confusión. Pronto dejó de prestar atención a los sonidos y se esforzaba como nunca antes. Tardó muy poco en convencerse de que no iba a lograrlo: aunque pudiera vencer el efecto de las sustancias paralizantes, su cuerpo orgánico era mucho más débil que las ataduras que lo inmovilizaban. Si tenía alguna esperanza de intervenir, tenía que ser con sus poderes de gema.

Te he esperado tanto tiempo... (Lapiven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora