EL MINISTERIO DEL TIEMPO (ALBAYA)

TIEMPO DE TRAMPAS

Había pasado una semana desde que Alba perdió el conocimiento en el portal de Cloti, siete días que sirvieron para que la rubia se recuperase de sus heridas y para que las tres tramaran un plan de acción que ayudara a salvar a Natalia.

—¿Estás segura Alba? —Preguntó Marina mientras recogían sus cosas— No digo que no tenga sentido es solo que, no sé, ¿un error?

—Natalia nos hizo venir hasta este periodo, pero llevamos aquí días y no ha pasado nada que haga sospechar que quieren cambiar la historia. —Alba se sentó en la cama, aún le dolía el costado si estaba mucho rato de pie— Así que sí, estoy segura que se equivocaron de puerta o al menos que Natalia los trajo a esta República para ganar tiempo.

—¿Entonces su intención era atentar contra la II República? —Alba asintió— Sigo sin entender sus motivaciones, en todo el tiempo que pasé con ellos nunca llegué a ver clara su intención real.

—Yo tengo una teoría.

—¿Otra? —dijo Marina con ironía su deporte favorito siempre sería el picar a su hermana mayor.

—Creo que en el fondo quieren el poder, el control del tiempo y de los hechos que en él suceden. —Alba miró por la pequeña ventana y suspiró— El control de los que vivimos en el tiempo, de podernos borrar si así lo desean.

—¿Crees que serían capaces de algo así?

—Tu estuviste con ellos, ¿lo crees? —Marina asintió— Pues ya está.

—Tenemos que pararlos.

—Primero hay que encontrarlos...

Marina miró a su alrededor cayendo en la cuenta de algo

—¿Dónde está mi hija?

—Pues... —Alba se mordió el labio conteniendo una sonrisa— ¿Te acuerdas de la chica rubia de aquí al lado?

—Alba Martínez Reche, no habrás dejado que mi hija, TU SOBRINA, se lie con una prostituta del siglo XIX. ¿Verdad? —Alba tragó en seco ante el tono de su hermana que ante la falta de respuesta se puso en pie hecha una furia— ¡No me lo puedo creer!

—No te preocupes, ya le dije que tome precauciones y que nada de intercambio de fluidos.

—Intercambio de... ¡La mato y a ti detrás!

Salió de la habitación dando un sonoro portazo y entonces Alba estalló en una carcajada, solo por aquello ya valía la pena lo que pudiera hacerle después su hermana. Puso su mano en el costado sintiendo un leve pinchazo, en el fondo le encantaba ver a su hermana en modo madre, le sentaba como un guante aunque hubiera tenido que renunciar a eso durante tantos años. A veces aun se preguntaba si había sido lo correcto, pero mirar atrás en el tiempo no solía traer nada bueno así que respiró fondo para aliviar la tensión provocada por la risa.

—Tia, ya he hablado con María lo ha arreglado para que podamos acceder a la puerta sin que nos vean. —dijo Aura entrando en la habitación— ¿Y mamá?

—Ha salido un momento.

—¿Cómo te encuentras?

—Mejor, solo me duele cuando respiro. —Alba sonrió— Estaré bien. ¿Pudiste hacer lo que te pedí?

—Si, aunque aun no entiendo muy bien de qué va a servir.

—En el Ministerio hay un traidor o más de uno, necesitamos saber quién es antes de seguir adelante con el plan.

—¿Y crees que va a funcionar? —Alba asintió.

—Estoy segura.

Justo en ese momento Marina entró roja como un tomate y cara de muy pocos amigos, Alba la miró intentando no reír, pero le fue inútil lo que solo provocó que el enfado de la menor de las Reche fuera en aumento. Aura, sin entender nada de lo que estaba pasando, prefirió no decir nada pues su instinto de supervivencia le estaba avisando que un paso en falso podría ser fatal en ese momento. Así que simplemente se sentó en una esquina de la cama y esperó en silencio a que las hermanas acabaran.