El corazón amenaza con salirse de mi pecho, mis manos sudan, mi pierna se sacude en un gesto de nervios, mi respiración es un caos. Todo mi ser es un caos en estos momentos.
Sentada en una banca en medio del aeropuerto no puedo dejar de pensar en todas las cosas que cambiarán a partir de ahora, las cosas que estaba dejando atrás y aquellas que vendrían. Los pensamientos me abruman y no tengo la menor idea de que hacer para que mi cerebro deje de trabajar solo un momento, para dejar de analizarlo todo y así desaparecer el huracán de grises y lúgubres emociones que me envuelve. Miro a mi alrededor intentando enfocarme en algo, cualquier cosa en la cual mi mente pueda poner atención. Quizás en aquel joven rubio de la heladería, o en la señora discutiendo a unos metros de mí con la auxiliar de vuelo, una niña con trenzas logra hacerme sonreír cuando se tropieza con su maleta; pero mi distracción solo dura un par de minutos.
De nada me sirve y no es de mucha ayuda estar a tan solo unos minutos de subir a un avión hacia un lugar completamente desconocido.- Relájate, Reyna. ¿No estás emocionada? – la voz de mi hermano mellizo logra sacarme de mis divagues y capta mi atención, sin embargo, no quiero hablar sobre un tema del que él ya sabe lo que siento y pienso, así que simplemente me limito a poner mis ojos en blanco.
- Amaneciste con el pie izquierdo – se burla Royce.
- Y tú como si hubieras ganado la lotería. – No sé qué es lo que lo tiene tan contento, pero cualquiera se daría cuenta que está más que feliz por esa sonrisa de oreja a oreja que tiene en el rostro. Todo lo contrario a mí.
- Ya sabes que siempre le veo el lado positivo a todo. Deja de comer las pocas neuronas que te quedan.
- Ja, ja, muy gracioso. A diferencia de ti yo si las usos.
¿Y cuál fue la reacción de mi querido mellizo? Sacarme la lengua como niño pequeño. Así somos mi hermano y yo, es una especie de relación amor-odio, más aún al ser mellizos. Somos muy distintos, pero igual de parecidos. Él es más de disfrutar el día, yo prefiero la noche. Él rara vez dice alguna grosería, a diferencia de mí que suelo decirlas como si fuera tan normal como respirar. Él peca de vanidoso y yo de orgullosa.
Nos parecemos mucho en el aspecto físico, ambos con ojos color avellana, cabello castaño, piel morena y unas pecas en el rostro, casi imperceptibles. Los dos somos impulsivos, atrevidos y resueltos a siempre probar cosas nuevas. Pero es muy diferente levantarte una mañana y hacerte un tatuaje a cruzar el océano Atlántico para asistir a una escuela de prestigio en Francia.
Los altavoces del aeropuerto anuncian que todos los pasajeros con el número de vuelo 1020 deben empezar a ingresar al avión. Ese es mi vuelo.
Okey, sin pensarlo mucho, solo hazlo.
Empiezo a caminar hasta mi puerta de embarque, desgraciadamente es una de las últimas, apresuro el paso, casi estoy corriendo, porque perder el vuelo y tener que aguantar el sermón de una madre enfadada no es algo que esté en mi lista de deseos.
- No entiendo por qué trajiste tanta ropa – una pequeña risa de burla escapa de mis labios cuando escucho a Royce quejarse a mis espaldas por tener que cargar con la mitad de mi equipaje cuando él se ofreció a llevarlo desde un principio.
- ¿Y qué esperabas? Nos vamos a quedar un largo tiempo. Además, no hay ni mucho, así que no exageres.
- ¡¿Cuatro maletas te parece que no es mucho?!
No hago más que reírme de sus quejas mientras camino directo hacia las filas de counter para entregar mis maletas y solo quedarme con mi bolso de mano que es lo único que me permite llevarme en el avión. Escucho a Royce decir que le quitaron el peso del cielo, sé que intenta sacarme una sonrisa con sus comentarios, sin embargo, no importa lo mucho que lo intente, el miedo permanecer allí. Él agarra mi mano antes de abordar el avión que dentro de poco me alejará de todo lo que conozco.
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Laberintos de Secretos
Novela JuvenilParís es reconocida por ser la capital del amor, una ciudad dónde el romance se percibe en el aire, pero ¿y si solo es una fachada? Y si realmente está llena de secretos, misterios, engaños y mentiras? Nada es lo que parece. Las apariencias engañan...