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Jennie despertó una tras otra mañana, y en ninguna de ellas estuvo Rosé; ni en ningún otro sitio más que en sus sueños. Siempre fue un deseo, un recuerdo durante sus noches, tan efímero como impetuoso.

Su vida siendo un reflejo patético, cada vez que en su mente rebalsaron las dudas, las preguntas míseras; esas que, podrían hacerle pensar productivamente, sentir asco, repulsión también. Pensar, intentar creer en el hecho de que Rosé, posterior a sus visitas libidas, recreaba una misma escena, bajo otro cuerpo. Las mismas expresiones, los mismos jadeos, y confesiones. Lo mismo, con una única diferencia: aquel hombre podía aclamar su propiedad con clara libertad. Cuando él no estuvo, ellas ya no lo estaban.

Jenie siempre fue alguien fuerte, así se mostró siempre. Desde niñas, cuando Rosé lloraba por algún escarabajo que caminaba por el césped del patio de la escuela y se encargaba de tirarlo lejos. O cuando su cachorro murió, o su abuela fallecieron; y todas esas veces, donde Rosé compartía con ella relatos junto a sus pasados novios, junto a todas las que, a su vez, le tuvo apoyada en su hombro, manchando su camisa del líquido salado que frecuentemente derramaba. Rosé siempre fue llorona, y Jennie su fuerte.

Incluso aún con el anhelo de tenerle de aquel modo, con sus anatomías juntas, sus respiraciones fundidas, cerebros apagados y sus corazones tan desenfrenados como coordinados; nada podía borrarle la misma idea. Rosé no era suya, nunca lo fue, no de la manera que quiso. Y por eso, aquel domingo, día de películas, quiso abstenerse de obtener todo aquello que Rosé le incitaba a tomar, porque esa sería su entrada al abismo del cual, todavía después de lo sucedido, no pudo salir. Quedaban trazos aún en su mente, que le permitían oler la frescura tal cual un cuadro recién pintado, vívido, con Lisa a su lado, luego de un intento de poner una cobertura a estos. Deseos y ansias inagotables. No saber de ella fue incluso peor.

Sin saberlo, las botellas de alcohol barato, amargo y mal hecho, crecieron en cantidad los fines de semana, esos en donde Lisa cumplía horas extras y ella, por ende, yacía sola entre tantas imágenes impregnadas en cada partícula de sus paredes. Un vicio que justificó con supuestas ganas de relajarse cuando, evidentemente, tal palabra no era siquiera permitida muy en sus adentros.

Aún con su vista nublosa, era capaz de marcar su número. Sus dedos lo hacían casi automáticos, sin embargo, la línea inexistente no era atendida. ¿Dónde estaba? ¿Porqué se escondió? ¿Porqué se fue?

Porque la dejó ir.

¿Se puede decir que fue su culpa siquiera? ¿Fue su culpa haber accionado en contra de sus ganas, aparentemente, benignas? Había explotado. El veneno creciente le hizo expulsar todo, y a su vez, adormeció sus extremidades como parte de los síntomas. Porque Rosé nunca pudo pensar en otra cosa, nunca vio más a fondo, nunca se permitió aclarar sus ojos cuando le veía y brillaba su mirada. Nunca descifró ese brillo. Entonces, quiso preguntarle:

¿Es mi culpa? ¿Por qué lo que parece mejor, es lo que más duele?

El sexo terminó, así como las visitas constantes, las llamadas y mensajes nocturnos en esas noches acogidas por el insomnio. Su amistad, terminó. Su relación con Lisa fue un fiasco.

Fue un fracaso antes de incluso poder llamarse intento.

Y cuando la misma se marchó con sus pertenencias encima, la libertad inundó su pecho, no más que las ganas de buscarle, correr a sus brazos. Considerando sólo hasta después de ducharse que fue inútil, pasó mucho tiempo. Era tarde. Pero, aún así...

"Quiero, he intentado saber de ti"

La encontró, porque Rosé continuó siempre en el mismo lugar, y le abrió la puerta luego de contar cuatro segundos. Su ceño se frunció, su expresión no fue contenta, sin embargo Jennie conocía muy bien la mirada que le entregó. Supo que Rosé le extrañó. Porque, por un demonio, le conocía tan bien.

"¿Quién busca, Chaeyoung?"

Y cómo detestaba Jennie a las terceras personas. Nuevamente, hubo una en la vida de Rosé.

Sus ojos no quisieron perder la conexión. No obstante, sus ruegos no fueron suficientes.

"Una... vieja amiga, Suzy"

Escuchó su voz de nuevo, y fue tan gratificante. No se oía quebrada, como la última vez que le oyó, mucho menos dolida. Confundida no era una buena sensación tampoco, más si una mejor que las otras. Tan sólo aquello, pensó, era necesario en esos momentos, pese a que luego su corazón pediría por más. Y sin quererlo, lo obtuvo.

Rosé regresó adentro y cerró la puerta tras de sí, sin decir nada. Decidida a marcharse, ciertos segundos después, estuvo, cuando nuevamente le vio asomarse. Volvió a su hogar con un número de teléfono escrito en tinta celeste, tan simple en el color blanco del trozo de papel en el que vino.

Así que ahí estaba, días después, en una cafetería cercana, esperándole.

Una vida rica y placentera puede no ser perfecta. Algo que parece ser perfecto, tiende a ser doloroso cuando sólo es un 'parece'. Tampoco hay perfección en un mundo imperfecto, con las personas que le han puesto así. Se piensa que el bienestar físico es suficiente, cuando el corazón bombea por más que eso. Se cree siempre estar bien con algo cuando se ignora lo cierto. Se cree en un 'es lo que quiero', cuando se ignora el 'es lo que deseo'.

Querer es tener la voluntad; desear es, simplemente, soñar despierto. Los propósitos siempre son un deseo, los hechos son un querer. El fracaso, es haber tomado una mala decisión entre ambos.

Jennie, sin embargo, ya no temía en cuanto el fracaso, pues había deseado y ahora quería confesar. Pensaba en algo verídico. Y cuando Rosé entró, haciendo advertir su presencia con la campana puesta arriba de la puerta de entrada, llamando su atención y haciéndole vibrar por dentro, el momento se volvió, sin quererlo, tan ajeno a lo que siempre fue su relación. Como una primera vez, como desconocidas. Como enamoradas en una primera cita.

Ella tomó asiento a su frente, y entonces, al hacer contacto de miradas, efectivamente, fue un nuevo comienzo. Lo siguiente fue una mueca, finalizando en sonrisa. Y lo que siempre estuvo: el descontrol en sus sentidos; cuando siendo amigas tenían sexo y descartaban los nuevos y sentimientos profundos.




FIN


ADAPTACIÓN

⚠ La historia NO es mi, pertenece a flordyossi

FUCK FRIEND - CHAENNIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora