La Cruz

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La Cruz

Esta es una historia personal y verídica.

Cuando aún estudiaba en la universidad, vivía con mis padres y mis 5 hermanos. En total éramos ocho en una casa, la cual no era chica, pero tampoco muy grande. Es una casa (porque aún existe) antigua de principios del siglo XX, o quizás más antigua. Anteriormente perteneció a una familia, al igual que muchas de las casas en aquel barrio, de los sectores más antiguos de la ciudad y muy cerca al cementerio más antiguo de la misma, por lo que tiene mucha historia, así como muchas situaciones tenebrosas que hicieron que esa casa fuera bendecida más de una vez debido a cosas que pasaban y que iré narrando en diferentes ocasiones.

Las propiedades se fueron dividiendo entre los descendientes y estos las alquilaron a su vez a otras personas. La bisabuela de mi madre la alquiló y vivió ahí por muchos años, hasta que una de sus hijas se la llevó a vivir con ella. Mi abuela se quedó con la casa e hizo muchas amistades en el barrio por lo que era muy recordada. Antes que yo naciera, mi abuelo compró una casa en otro lado de la ciudad y mis padres, quienes alquilaban hasta ese entonces, se fueron a vivir allí antes que yo naciera.

Fue allí donde pasé mi infancia y adolescencia. Éramos todos niños, así que no la pasamos mal ya que solíamos jugar entre hermanos y la casa nos parecía inmensa, pero a medida que crecimos, eso fue cambiando y se hizo más incómoda la convivencia, especialmente para las hermanas mujeres. La casa era amplia, pero su diseño no permitía la privacidad, los ambientes no tenían puertas ya que todo se unía por un gran corredor sin paredes. Los cuartos los compartimos siempre entre los hermanos incluso cuando ya habíamos dejado de ser niños, por lo que dejamos de disfrutar esos espacios comunes.

Yo encontré esa falta de privacidad en un ambiente que estaba al final de la casa y colindaba con la propiedad de la familia del dueño original. Ese ambiente lo llamábamos "el corral". Era un espacio de tierra y con solo la mitad techado. El ambiente techado estaba separado del otro por una pared de madera y caña y en su interior estaba lleno de cosas viejas que debieron ser de los antiguos ocupantes. Siempre fue un misterio para mí y algunos de mis juguetes salieron de ahí, de las antiguas cajas de madera que tenía la suerte de encontrar. Permaneció así muchos años hasta que mi padre la hizo limpiar, puso cemento al piso y lo convirtió en la lavandería.

Igual estuve feliz. Era el único espacio donde podía disfrutar de la soledad y privacidad que ya no tenía en el resto de la casa. Pasé muchas cosas y anécdotas en ese lugar. Criaba ahí mis aves y me sentaba a leer. Cuando ingresé a la universidad, mis ausencias fueron mayores ya que prefería estar en la universidad con las nuevas amistades que hice además que, dada la profesión que elegí, pasaba mucho tiempo con los animales que tanto me gustaban.

Empecé a llegar tarde a casa e incluso algunas veces llegaba cuando todos dormían. Mi cuarto, que compartía con mi hermano mayor y dos de mis hermanas, estaba al final de la casa, antes del corral con una sola puerta que conectaba a ambas, una puerta grande y pesada de madera, tan antigua que no podía saber cuánto tiempo tenía, pero fuerte y de buena madera ya que no denotaba ningún deterioro salvo su poco mantenimiento ya que siempre estaba descolorida.

Fue una noche que llegué como a las 10 pm. Todo estaba silencioso y ya mis hermanos y mis padres dormían. Me serví la comida que me dejaron y me fui a dormir. No hablé con nadie ni tuve comunicación alguna previa a mi llegada, así que tan silenciosamente como entré, me fui a dormir.

Aquella noche tuve una pesadilla (si podía llamarse así, ya que las pesadillas no solían asustarme). Soñé que llegaba a mi casa, pero de día. Al llegar solo vi a mis hermanas que estaban en el umbral de la puerta de muestro cuarto, el cual estaba vacío y al final se veía la puerta del corral por cuyos bordes y rendijas se podía ver la luz del día. Mis hermanas lucían asustadas y me dijeron que algo estaba en el corral y trataba de abrir la puerta. Ciertamente, a través de las rendijas de la puerta podía ver una sombra moviéndose y sacudiendo la puerta tratando de abrirla. Yo entré al cuarto con la intención de mirar por esas rendijas y ver que era. Cuando estaba a medio camino, la puerta repentinamente se abrió.

Ante mis ojos vi una figura extremadamente delgada, aunque la luz que entró por la puerta no me permitió distinguirlo bien, noté que era de un color oscuro ya que las partes descubiertas de su cuerpo contrastaban con la túnica blanca que lo cubría. Aquella túnica, similar a la de los sacerdotes, estaba cubierto de símbolos de color dorado que no pude identificar. No me asusté y me mantuve en mi sitio mientras sentía que aquella cosa estaba llena de furia y odio. Trató de ver a mis hermanas que estaban en el umbral de la puerta del cuarto amenazándolas con que iban a pagar por lo que habían hecho.

No sé porque no tuve miedo y más bien me enfurecí. Le advertí a aquella cosa que no traspasara el umbral. Noté que esa criatura, cuya delgadez lo hacía ver como una figura hecha de ramas, tenía a otros más detrás de él que se movían como queriendo pasar. Solo distinguí sus siluetas, pero no visualicé sus formas. Iba a decir algo cuando desperté de aquel sueño y vi que aún era de madrugada. Dirigí mi vista a la puerta del corral, la cual estaba cerrada y las primeras luces del día se filtraban entre sus rendijas.

Cuando nos levantamos, al ser sábado, no tenía clases así que desayune con mi familia. Fue cuando les conté el sueño. Noté que mis hermanas y mi madre me prestaban inusitada atención y se miraban unas a otras y el temor se reflejaba ya en sus caras. Al terminar, me contaron un hecho que se dio en la tarde de ese día. Dejo al lector interpretarlo como le parezca.

En ese tiempo teníamos una empleada que venía a lavar y limpiar, ya que mi madre sufría de artritis. Mi padre siempre fue un hombre muy devoto y católico, por lo que la casa estaba llena de imágenes y cruces. La empleada era una persona jovial y agradable, pero su esposo había sido un ex presidiario que no inspiraba mucha confianza. Cuando lo conocí, me pareció un tipo normal, muy cordial y amable en su trato, siempre acompañado de su perra "pelota". Nunca se acercó a la casa y esperaba a su esposa todos los días en la esquina de la cuadra. Aquel día, la empleada llegó con un objeto que, sabedora de la devoción de mi padre, creyó que le interesaría.

Era una cruz de metal que su esposo había traído hace unos días y esperaba que mi padre se la compre. Mi papá no estaba, ya que trabajaba a esa hora, así que se la mostró a mi madre. Ella lo recibió y le pago poco dinero por ella. Cuando mis hermanas llegaron, ella se los mostró y, por descripción de mi hermana, era una cruz muy peculiar.

Estaba hecha de metal, pero sus formas eran sinuosas ya que al metal se le había dado esa forma aparentemente a propósito, aunque parecía ser muy antigua. Para mi hermana, eso era cualquier cosa, menos una cruz y que de seguro a mi padre no le gustaría, más aún que fue traída por el esposo de la empleada, cuyos antecedentes hacían presumir que aquel objeto podía ser robado. Una de mis hermanas la tomó y le dio varias vueltas para tratar de encontrarle algún sentido a esa forma y lamentablemente la encontró.

Colocada de cabeza y a cierto ángulo de visión ella pudo distinguir una forma que asemejaba al pentagrama utilizado en el satanismo. Ella se asustó y tiró la cruz revelando su descubrimiento que mi hermana y mi madre corroboraron. Inmediatamente llevaron aquella cruz al corral, cogieron el martillo y golpearon aquel objeto hasta romperlo y trozarlo en muchos pedazos. Colocaron todo en una bolsa y lo arrojaron a la basura, la cual fue recogida por el basurero en la tarde.

Todo sobre la cruz y el sueño que tuve, podrían haber sido una simple casualidad o coincidencia de no ser por un detalle. La figura que supuestamente representaba al Cristo en aquel ominoso objeto, era una cosa sumamente delgada, oscura (a diferencia del resto de la cruz) y que parecía, más que estar crucificado, reptar como una serpiente sobre aquella cruz. 

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