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El sonido del tono de su teléfono hizo que despertara de su ensoñación, sacándole así quejas mañaneras

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El sonido del tono de su teléfono hizo que despertara de su ensoñación, sacándole así quejas mañaneras. En la pantalla logró visualizar la llamada entrante de un número desconocido, así que luego de volver a quejarse decidió responder.

—¿Hola?

—Buenos días, señor Shim. Llamamos para notificarle que el paciente Yang Jungwon ya no se encuentra en nuestra localidad.

Eso pareció despertar más al australiano quien se levantó de golpe antes la sola mención del menor. —¿Ya no está? ¿Qué quiere decir?

—Revisamos las cámaras de seguridad y al parecer el paciente se escapó al rededor de la media noche.— informó la enfermera. —Contamos con un buen sistema de seguridad, pero encontramos una ventana rota en su sala. Lo más probable es que se haya escabullido por ahí.

¿Escabullirse? ¿Romper una ventana? ¿Acaso era un completo idiota? ¿En qué diablos estaba pensando?.

—¡Voy para allá!— avisó antes de lavarse lo más rápido posible y salir de su hogar.

—Como ya les había indicado anteriormente, la presentación se pospondrá hasta el próximo Lunes y tendrán que realizarlo en parejas o grupos pequeños

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—Como ya les había indicado anteriormente, la presentación se pospondrá hasta el próximo Lunes y tendrán que realizarlo en parejas o grupos pequeños.— en ese preciso instante, el timbre se hizo escuchar anunciando así el final de la última clase del día. —Pónganse de acuerdo entre ustedes. Se evaluarán sus conocimientos y compromiso, así como también su material de apoyo y comportamiento. La nota será más alta de lo que creen.

Todos en el salón de clases comenzaron a salir, incluido también el maestro. Segundos después permanecían en la sala únicamente dos personas. Un pelirosa guardándo sus útiles sin apuro alguno, y un azabache perdido en el mundo de los sueños.

Cuando Sunoo terminó de ordenar todo volteó hacia su compañero de asiento quién había estado durmiendo casi toda la clase final. No es que no hubiera dormido nada en casa o sufriera de insomnio, simplemente se le hacía aburrida la clase de Historia y las siestas sobre la dura madera de su mesa eran de cierta manera demasiado cómodas.

Sunoo soltó un suspiro cansado y usó su dedo anular para tocar el hombro del menor. —Ni-ki...— llamó, y como por arte de magia, Ni-ki abrió los ojos. Frunció el ceño confundido, pero al voltear y no ver nadie más que ellos supo que las clases ya habían terminado. Se levantó junto con sus cosas y se dirigió a la puerta. A punto de salir, Sunoo lo jaló de la muñeca deteniendo su paso.

OUR BABY NI-KI  ──  HEEJAKEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora